El libro El llamamiento peligroso, de Paul Tripp, comunica su idea central desde el título mismo: servir a Dios en el ministerio pastoral conlleva profundos peligros. A través de experiencias propias y testimonios de varios de sus estudiantes, desafía al lector a considerar el pastorado con temor reverente y a contrastar sus vidas con las Escrituras.
Ahora, ¿alguien que no es pastor debería leer El llamamiento peligroso? Definitivamente sí; aunque los pastores aprovecharán esta lectura de manera especial, todo cristiano necesita considerar los peligros que se abordan en esta obra. El pastor Tripp ha visto cómo muchos han sucumbido ante el pecado a medida que ministraban la Palabra de Dios a otros. Por eso escribe este libro, para ayudar a los creyentes a no desviarse de su fe, particularmente aquellos que lideran a otros.
Paul David Tripp es un autor, conferencista y pastor conocido por su trabajo en el campo de la consejería bíblica. Ha escrito numerosos libros, muchos de los cuales se centran en la transformación personal a través del poder del evangelio, como el devocional diario Nuevas misericordias cada mañana y su reconocido trabajo Instrumentos en las manos del redentor, entre otros. Sobre todo, cuenta con una extensa experiencia capacitando y aconsejando futuros pastores. Toda esa experiencia se ve ricamente plasmada El llamamiento peligroso.
El libro tiene 15 capítulos, que se dividen en tres grandes secciones:
- Examinando la cultura pastoral.
- El peligro de perder tu temor reverencial.
- El peligro de tener éxito.
Veamos rápidamente qué puede esperar el lector en cada una de estas partes.
Parte 1: Examinando la cultura pastoral
El pastor Tripp comienza su exposición analizando la forma en la que muchos creyentes ven el ministerio pastoral en la actualidad. Lastimosamente, hoy el pastorado no parece ser una labor que está profundamente conectada con el carácter cristiano y una relación personal con Dios. En cambio, tiene que ver más con conceptos teológicos fríos, largas horas de academia y la adquisición de conocimientos irrelevantes.
El autor mismo afirma haberse dejado llevar por esa cultura:
Una tarde, después de horas de hacer una exégesis de la siguiente sección de Romanos, me di cuenta. Había pasado horas cada día durante meses estudiando quizá la exposición del evangelio más extensa y espléndida que jamás se haya escrito y su mensaje no me había afectado de manera sustancial. El mensaje tuvo poco impacto en mí. Todo se había tratado de la gramática y la sintaxis, las ideas teológicas y los argumentos lógicos. Había sido un ejercicio intelectual inmenso pero casi completamente nulo de poder espiritual (40).
En una época en la que muchos seminarios solo producen “cerebros teológicos grandes y corazones enfermos” (título del capítulo 3), ¿qué tanto estamos aplicando el estudio de la Biblia a nuestras vidas personales? El libro desafía a los cristianos —particularmente los pastores y los profesores de teología— a asegurarse de que su estudio bíblico esté conectado de forma real con sus corazones y los de las personas a las que discipulan.
Parte 2: El peligro de perder tu temor reverencial
El libro revela una terrible tendencia entre los cristianos, especialmente los pastores: a medida que tienen contacto con la Palabra de Dios, la comienzan a considerar como algo “normal”. Pero no es normal, sino divina. Tiene el poder para transformar por completo la vida de una persona, trayéndola de muerte a vida, del dominio de las tinieblas al reino de Cristo (Col 1:13-14).
Sin embargo, cuando alguien tiene tanta “familiaridad” (título del capítulo 8) con las cosas divinas, puede perder su temor reverencial. Claro, es natural que un pastor esté involucrado todo el tiempo con la iglesia y las verdades bíblicas. Pero el problema está cuando algo más controla su corazón, pues se ha perdido el asombro por Dios y Su obra. En palabras de Paul Tripp:
Ahora bien, es muy difícil predicar y moldear el ministerio de la iglesia de esta manera si la familiaridad ha producido una ceguera que te ha robado de manera efectiva tu temor reverente de Dios. En el ministerio es muy difícil dar lo que tú mismo no posees (un tema principal de este libro). No siempre estás consciente de las formas en las que tu ministerio siempre es forjado por lo que tiene el control práctico de tu corazón (150).
El llamamiento peligroso nos desafía una y otra vez a pensar si realmente creemos lo que enseñamos. Todo el tiempo corremos el peligro de que la Biblia se convierta en nuestro instrumento de trabajo y nuestra relación con la Biblia no vaya más allá de una simple necesidad profesional.
Parte 3: El peligro de tener éxito
El pastor Tripp afirma que nuestra tendencia pecaminosa es la misma de los discípulos de Jesús en el aposento alto. Allí en Juan 13 no había un sirviente que lavara los pies de todos, y los discípulos estaban tan llenos de sí mismos, tan preocupados por quién sería el mayor en el reino de los cielos, que ninguno estuvo dispuesto a hacer el trabajo sucio.
Sin embargo, Jesús, “sabiendo que el Padre había puesto todas las cosas en Sus manos, y que de Dios había salido y a Dios volvía”, sí estuvo dispuesto a servir. Él es la expresión más grande de la humildad, y si nuestro Maestro, siendo Dios Todopoderoso, se agachó a realizar la labor más pequeña de todas, ¿por qué nosotros no haríamos lo mismo? En cambio, afirma el autor del libro, nosotros necesitamos escuchar esta exhortación:
Seamos honestos, pastores: estamos tentados a pensar de nosotros mismos más alto de lo que deberíamos. A veces nos exasperamos con las cosas que pensamos que están por debajo de nuestra categoría de remuneración. No siempre estamos dispuestos a hacer el trabajo sucio del ministerio. Yo sé que no siempre estoy listo y dispuesto. Estamos demasiado orientados a la reputación, la posición y el poder. Sí queremos que reconozcan que somos eminentes. Yo sé que lucho con esto. No te atrae la servidumbre redentora. Sí queremos que nuestros ministerios estén limpios y sean cómodos. Yo sé que sí (226).
Cristianos, y sobre todo aquellos que somos pastores, ¿estamos dispuestos a servir en las tareas más pequeñas del reino? Así, El llamamiento peligroso nos confronta con nuestro orgullo.
Los pastores siguen siendo ovejas
Creo que el principal recordatorio de todo el libro es que los cristianos seguimos en el camino de la santificación; todos los pastores siguen siendo ovejas. Quizás el mayor peligro es olvidar nuestra condición pecaminosa y la gran necesidad que tenemos de la gracia de Dios. Cierro con estas palabras del pastor Tripp:
Déjame decirlo una vez más: si eres un pastor o un líder en el ministerio, al mismo tiempo eres una persona que estás en medio de tu propia santificación. No estás todavía libre del pecado y de todos sus peligros relacionados. Todavía llevas contigo a todos lados la susceptibilidad moral. Eres capaz de ceder ante cosas desastrozas. Eres capaz de perderte. Eres capaz de actitudes impías y deseos sombríos (201).
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