Es con oración y con mucho temblor delante de Dios que escribo este artículo porque mi deseo es honrar lo que Dios ha revelado en Su Palabra, es mi anhelo y oración ser fiel a ella. Por eso es que te pido que antes de leerlo, tú puedas orar y recibir con humildad en tu corazón y con discernimiento lo que estoy por compartirte. He estado leyendo y estudiando acerca del movimiento feminista desde sus inicios, hasta la actualidad. Antes de estudiarlo pensaba en ese feminismo que es agresivo, que grita, rompe, destruye en marchas por las calles. Pero, la realidad es que el feminismo más común es sutil y silencioso. ¿Cómo podemos definir el feminismo? De manera breve, porque no hay una definición exacta para él, podemos decir que es una herejía si tomamos como base que el feminismo es una sublevación contra lo que Dios ha establecido en el rol del hombre y la mujer. Entre otras cosas, a lo largo de la historia, el feminismo le ha dicho a la mujer que el hogar, la familia y la maternidad no son suficientes para que ellas alcancen plenitud y una posición de privilegios como la que tiene el hombre. Puede ser arriesgado decir que dentro de nuestras iglesias existe el feminismo sutil; sin embargo, cuando llegamos a los pies de Cristo, cuando somos llamadas y salvadas por Él, aunque nuestros pecados son perdonados y borrados, las ideas que traemos arraigadas por años y años de vivir lejos del Señor pueden aún estar presentes. Actuamos de acuerdo con lo que creemos, y aunque hemos creído el evangelio, necesitamos estar siendo renovadas en nuestra mente a través de la Palabra de Dios (Ro. 12:2) todos los días, porque todos los días escuchamos voces que nos dicen cómo es que deberíamos vivir.

El pecado distorsiona

Ambos, hombres y mujeres hemos sido creados con la imagen de Dios, ambos reflejamos, aunque de manera imperfecta, la gloria de Dios. Sin embargo, el pecado ha distorsionado esa imagen en nosotros, hay una guerra entre sexos que empezó en el Edén (Gen. 3) para demostrar quién es mejor, quién gobierna más, quién vale más empezando desde nuestros hogares y ese es uno de los ideales del feminismo, la igualdad con el hombre o la supremacía de la mujer. Con esto en mente, pensaba en lo que he leído y escuchado acerca del papel de las mujeres en la iglesia tomando como base lo que Tito 2 nos enseña: “Asimismo, las ancianas deben ser reverentes en su conducta, no calumniadoras ni esclavas de mucho vino. Que enseñen lo bueno, para que puedan instruir a las jóvenes a que amen a sus maridos, a que amen a sus hijos, a que sean prudentes, puras, hacendosas en el hogar, amables, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada” (Tit. 2:3-5). Esta es una instrucción que el apóstol Pablo le da a Tito como la forma de hacer iglesia. Es interesante que Pablo, en Romanos 12:4-5  toma en cuenta a las mujeres dentro de ella, como un cuerpo, miembros los unos de los otros, porque no somos una iglesia aparte. Pero, si leemos bien y con atención, aunque es una enseñanza para la iglesia, no está diciendo de manera específica lo que podemos o no podemos hacer las mujeres en el gobierno de la iglesia. Lo que Pablo está diciendo básicamente es: “las ancianas (las que han vivido más, las que tienen más experiencia, las que han aprendido en carne propia), que enseñen a las más jóvenes, con su testimonio diario lo que es bueno; es decir, a que amen a sus esposos, a sus hijos, a que sean prudentes, puras, hacendosas en el hogar, etc.”. La instrucción de Pablo a Tito es muy clara: “hazles saber a las ancianas que enseñen a las más jóvenes a hacer hogar”. Algunas mujeres han usado Tito 2 para sustentar un ministerio pastoral femenino, o justificar el segmentar la enseñanza de mujeres entrenando a otras mujeres en lo que corresponde a doctrina o teología. El feminismo sutilmente se ha infiltrado a nuestras iglesias porque un gran número de mujeres aún busca tener un lugar de autoridad en la congregación a la par de los pastores, e incluso, por encima de ellos no tomando en cuenta el orden bíblico para la iglesia y sus hogares. Ellas le dan más valor a tener una voz que sea escuchada en la iglesia por encima de su vocación en el hogar; pero la realidad es que una iglesia sana, con líderes maduros y con teología sólida, escucharán a las mujeres por ser creadas a la imagen de Dios y no porque ellas demanden hacerlo a la fuerza. Las mujeres debemos tener claro que a lo largo de la Palabra de Dios podemos ver como esas santas mujeres de las que habla la Biblia, dan ejemplo de cuál era su mayor preocupación: Su obediencia al Señor con temor y temblor, amando la vocación que tenían, siendo mujeres que cumplían su rol de esposa y madre principalmente. No hay mujeres que busquen por la fuerza el tener el lugar que los hombres de Dios tenían porque Dios los había designado para hacerlo. Quiero que pienses por un momento en lo que Tito 2 nos manda a las mujeres, ¿cuántas veces has escuchado que se hará un congreso para aprender a ser ama de casa? ¿Cuántas veces has asistido a algún taller de cómo ser mejor mamá de hijos pequeños? ¿Cuántos talleres o congresos hay acerca de cómo crecer en piedad para ser mejor esposa? Obviamente no los hay porque todo eso es lo que deberíamos aprender siendo cercanas a nuestras hermanas que tienen más experiencia, a las ancianas que han vivido más y dan testimonio de la Gracia del Señor en sus vidas y en sus hogares. Eso no lo aprendemos en congresos de un solo día, ni en podcast, o blogs en línea, pero, ¿qué mejor lugar para aprender a hacerlo si no es en hogares de familias cristianas que muestren piedad y cómo se vive bajo la Gracia de Dios al pertenecer a una iglesia local?

Vocación llena de Gracia

Nuestra prioridad, como esposas y madres, es nuestro hogar; de ahí podemos enseñar a nuestras hermanas de la iglesia, instruirlas, enseñarles de manera práctica cómo aplicar la teología en cada etapa y momento de sus vidas. De acuerdo a lo que Pablo le dice a Tito, las ancianas reciben la enseñanza de la sana doctrina a través de los ancianos, esto es mencionado desde el capítulo uno y sigue haciendo mención de esa enseñanza a lo largo de toda la carta; nos muestra cómo es que luce la nueva vida en Cristo en las diferentes esferas donde nos desenvolvemos los hijos de Dios y en las diferentes etapas de vida. Necesitamos estar conscientes de que las familias fuertes en el evangelio, son parte de iglesias fuertes, vecindarios fuertes, naciones fuertes y que lo principal es nuestro hogar, nuestros hijos; nuestra vocación es gloriosa, llena de gracia, porque es ahí donde compartimos de primera mano el evangelio, donde enseñamos a las siguientes generaciones y a otras mujeres cómo es que se debe vivir de manera que honre y de gloria a Dios y porque haremos de nuestra iglesia local una iglesia fuerte, firme con familias que oran, aman y obedecen al Señor. La Palabra de Dios nos muestra una y otra vez que la familia, el hogar, el matrimonio y la paternidad, son un reflejo de la Gloria de Dios (Gen. 1-2; Efe. 5; 1 Pe. 3). ¿No será que muchas mujeres nos hemos preocupado más por hacer algo que no nos ha sido encomendado en la iglesia, descuidando lo que sí es nuestra responsabilidad? Necesitamos estar sumergidas en la Palabra, nuestra mente necesita estar siendo renovada a través de la Verdad Bíblica para que todas esas filosofías o herejías que hemos abrazado como verdaderas, sean erradicadas por completo de nuestra mente y de nuestro corazón (Col. 2:8). Necesitamos recordarnos todos los días el evangelio porque tendemos a olvidar quiénes somos, nuestro llamado y, lo más importante: olvidamos Quién es Dios y Su Palabra. Por eso insistimos en la importancia de pertenecer a una iglesia bíblica local, de vivir en comunidad, de animarnos unas a otras a leer la Palabra, orar juntas, creando amistades leales poniendo en práctica lo que aprendemos a través de las predicaciones de nuestros pastores, con nuestros esposos y en las reuniones que podamos tener unas con otras. Nuestro corazón anhelará siempre querer más, el tener lo que otros tienen el ser visibles y admiradas, eso mismo que el feminismo persigue como una forma de estar en plenitud; pero no olvidemos que en Cristo encontramos libertad de todos los pecados, encontramos valor porque tenemos Su imagen en nosotras, somos plenas porque en Él estamos completas. Así que entre más conozcas a Dios como es Él, tendrás una perspectiva correcta de ti misma, de tu lugar especial y glorioso en tu hogar y por supuesto, en tu iglesia local y podrás servir con alegría, con gratitud, con contentamiento mientras te deleitas en Cristo. “Me darás a conocer la senda de la vida; En Tu presencia hay plenitud de gozo; En Tu diestra hay deleites para siempre” (Sal. 16:11).

Karla de Fernandez

Karla de Fernández está casada con Jorge Carlos y es madre de Daniel, Santiago y Matías. Radican en Querétaro, México y son miembros de iglesia SOMA Querétaro. Karla ama discipular a sus hijos, es defensora del hogar y de la suficiencia de las Escrituras para dignificar el rol de la mujer en el hogar, como esposa, madre y hacedora de discípulos. Puedes encontrarla en X (https://twitter.com/karlowsky) Instagram (https://instagram.com/kardefernandez) y YouTube (https://youtube.com/@kardefernandez)

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