Hablemos de mundanalidad, de cómo la amistad con el mundo nos constituye enemigos de Dios, de los patrones mundanos y de cómo vencerlos. “Creo que muchos piensan que mundanalidad es simplemente aquello que se relaciona al mundo de las drogas, el alcohol, los vicios o los placeres. Tenemos que decir que esas son formas extremas de mundanalidad, que la mayoría pudiera reconocer como tal. Sin embargo, cada vez que nosotros tomamos una decisión de una manera similar a como el mundo toma esa decisión, o cada vez que nosotros vivimos de una manera similar a como el mundo lo hace, y que dista mucho de la manera como Cristo lo haría, entonces, nos estamos comportando como mundanos”. [1] Miguel Núñez Es necesario que nos preguntemos, ¿Somos amigas del mundo o somos amigas de Dios? Llama mucho mi atención el que el apóstol Santiago exprese en su carta: “¡oh, almas adúlteras!” como si se refiriera a un matrimonio, pero recordemos que somos la iglesia, la esposa de Cristo, le pertenecemos a Él porque cuando vamos a Él en arrepentimiento y fe, nos unimos a ÉlEntonces, ¿Por qué fijar nuestros ojos en algo o alguien que no es Dios, nuestro esposo?

¿Cómo podemos ser infieles a Dios?

Adaptándonos al mundo, transformándonos a las costumbres propias del mundo. Amando lo que el mundo nos ofrece. Dejándonos seducir por las pasiones y deseos que nos presenta. Aceptando y haciendo nuestros los patrones del mundo. ¿A quién le damos nuestro tiempo, nuestro amor, nuestra pasión, nuestra lealtad? ¿A quién le pertenecemos? ¿A quién nos entregamos? “¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad hacia Dios? Por tanto, el que quiere ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios” (Stg. 4:4). La amistad con el mundo es adulterio espiritual. Pero, ¿qué es el mundo? ¿A qué se refiere Santiago cuando nos habla de amistad con el mundo? No habla del mundo terrenal o el universo, sino del sistema humanístico que rige nuestros días y que es contrario a lo que Dios establece en Su Palabra. Juan 15:19 dice: “Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero como no sois del mundo, sino que yo os escogí de entre el mundo, por eso el mundo os odia.” Y es que, si tenemos un gran apego emocional y dependiente al mundo, estamos siendo infieles a Dios. “No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.  Porque todo lo que hay en el mundo, la pasión de la carne, la pasión de los ojos y la arrogancia de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y también sus pasiones, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1Jn. 2:15-17). No améis al mundo ni a las cosas que están en el mundo ¿Dónde buscamos amor o placer? ¿Dónde está nuestro deleite? ¿En las cosas que ofrece el mundo o totalmente en Dios? los placeres que el mundo nos ofrece son pasajeros, efímeros, momentáneos y no dan plenitud. Todo es un asunto del corazón. ¿Dónde está nuestro corazón? Sabemos que lo que vivimos externamente refleja indudablemente el estado de nuestro corazón. Desde nuestras palabras hasta las actitudes que tenemos con otros y con la forma en la que enfrentamos el día a día (Mt. 6:21). “Por tanto, el que quiere ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios”.  Es una decisión que cada una de nosotras toma. ¿A quién hemos decidido seguir y unirnos? ¿Qué decides hoy? Esa decisión nos lleva a la amistad o enemistad con Dios. Es buen momento para detenernos y pedirle al Espíritu Santo que nos ayude a evaluar qué tanta mundanalidad hay en nuestra vida, nuestro corazón. No nos cerremos a que todo está bien, tal vez estemos sirviendo a otro señor que no es Dios y no nos hemos dado cuenta, necesitamos humildad para reconocer que estamos fallando y recordar que aún hay esperanza porque Su Gracia es mayor, mira lo que dice Santiago 4:6: “Pero El da mayor gracia. Por eso dice: Dios resiste a los soberbios pero da gracia a los humildes”.

¿Cómo vencemos la mundanalidad?

Santiago nos da la respuesta. “Por tanto, someteos a Dios. Resistid, pues, al diablo y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y Él se acercará a vosotros. Limpiad vuestras manos, pecadores; y vosotros de doble ánimo, purificad vuestros corazones”  (Stg. 4:7-8). Él da mayor Gracia. Pero esta gracia sólo viene a los humildes. Someternos a Dios. Necesitamos poner nuestra vida en orden, bajo el reinado de Cristo, ¿Qué nos hace falta someter a Cristo? Pueden ser los deseos de los ojos, los deseos de la carne y/o la vanagloria de la vida. ¿Qué área seguimos guardando celosamente? Sin duda, cuando nos entregamos por completo a Dios, cuando sometemos nuestra vida a Su Señorío, habrá oposición, lucha; el diablo que anda como león rugiente (1 Pe. 5:8) y buscará acabar con nosotras. La instrucción que se nos da es: Resiste. Resiste ante sus artimañas, resiste a las formas en las que buscará hacerte caer, resiste a lo bello que pueda mostrarte los placeres del mundo, resiste a la tentación de querer hacer las cosas a tu manera pensando que todos lo hacen. Resiste con la Palabra de Dios, mantente en pie, firme, que tu comunión con Dios esté cada vez mejor, Él es fiel. Ora, adora, lee Su Palabra, alaba a Dios.

Entrégate por completo a Dios

Es tiempo de reconocer nuestro pecado al estar con un pie en el mundo y el otro en los caminos de Dios, ya no debe ser esto así. Necesitamos entregarnos de lleno a Dios, entregarle nuestra vida, nuestro corazón para nuestra santificación eterna y finalmente para gloria de Dios. Que Dios nos muestre la condición de nuestro corazón y procedamos al arrepentimiento, y en humildad, busquemos Su perdón, su ayuda. Y créeme mujer, cuando nos muestre esa condición real, es muy probable que no nos guste lo que veamos. “Afligíos, lamentad y llorad; que vuestra risa se torne en llanto y vuestro gozo en tristeza. Humillaos en la presencia del Señor y Él os exaltará” (Stg. 4:9-10). Pero sin duda, siendo Sus hijas, experimentaremos dolor cuando reconozcamos que hemos estado siendo infieles a nuestro amoroso Dios, nuestro Padre, nos dolerá, pero Él está cercano a quienes le buscan de corazón, corramos a Él, dejemos la mundanalidad y entreguémonos por completo a Dios. “y se humilla mi pueblo sobre el cual es invocado mi nombre, y oran, buscan mi rostro y se vuelven de sus malos caminos, entonces yo oiré desde los cielos, perdonaré su pecado y sanaré su tierra” (2Cr. 7:14). Él es fiel, Su Favor inmerecido siempre nos exaltará si nos humillamos ante Él y nos rendimos por completo a Él, podemos acercarnos con confianza porque Cristo abrió ese camino al Padre (Heb. 4:16). Dios nos ayude. [1] http://integridadysabiduria.org/como-entender-la-mundanalidad/

Karla de Fernandez

Karla de Fernández está casada con Jorge Carlos y es madre de Daniel, Santiago y Matías. Radican en Querétaro, México y son miembros de iglesia SOMA Querétaro. Karla ama discipular a sus hijos, es defensora del hogar y de la suficiencia de las Escrituras para dignificar el rol de la mujer en el hogar, como esposa, madre y hacedora de discípulos. Puedes encontrarla en X (https://twitter.com/karlowsky) Instagram (https://instagram.com/kardefernandez) y YouTube (https://youtube.com/@kardefernandez)

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