Vivimos en una cultura sexualizada, de hecho, una cultura extremadamente sexualizada. Seguramente esto ya lo sabes. Apenas sales de tu hogar o enciendes cualquier pantalla no puedes dejar de percibir una clara evidencia de esta realidad. Como cristianos, siempre estamos en peligro de ser arrastrados por la corriente de la cultura que nos rodea. Por eso, como todo cristiano, personalmente busco la pureza sexual en mi corazón y en mi vida. Dios nos ha llamado a esta pureza y no espera nada menos de nosotros. Afortunadamente, la Biblia fue escrita por personas que también vivieron en culturas sexualizadas, y la sabiduría que ellos ofrecen trasciende los tiempos. (Ver, por ejemplo, Prov. 7, 1 Tes. 4:3-4, 1 Ped. 1:15, 1 Cr. 6:12-20, Jn. 4:16-18, y otros). La pureza sexual tiene dos aspectos: el apartarse y el acercarse, el parar un tipo de comportamiento y el comenzar otro. En mi propia vida me he dado cuenta que puedo tender a enfocar la pureza sexual hacia todos los mandamientos negativos: No hagas esto, no te comportes así, no continúes con ese hábito. Y creo que a veces enviamos el mensaje de que si abandonas todos esos comportamientos perversos serás sexualmente puro. Pero la pureza sexual es también un mandamiento positivo. De hecho, creo que podemos decir que es, antes que nada, un mandamiento positivo. La pureza sexual no se trata sólo de evitar lo que es malo; es también buscar y disfrutar lo que es bueno. La pureza sexual no es, al final de cuentas, alejarse del pecado, sino deleitarse en los regalos de Dios. El propósito final no es dejar de persistir en lo malo, sino buscar y disfrutar lo bueno. La pureza sexual es abstenerse de la inmoralidad, dejar de leer novelas sucias, vencer la pornografía, hacer un pacto con tus ojos de no mirar lo inapropiado. Todo esto es bueno y necesario. Pero la pureza sexual es mucho más que eso. Es mucho mejor que eso. Es mucho más positiva que eso. La pureza sexual es la búsqueda del corazón, la mente y el cuerpo de tu esposa. La pureza sexual es hacer el amor libre y gozosamente con tu esposo. La pureza sexual es deleitarse en el recuerdo de la última vez y disfrutar la anticipación de la próxima. La pureza sexual motiva a un hombre a pensar en lo que está por venir. La pureza sexual es permitir que tus ojos se entretengan y se satisfagan en ella. Esposo, no eres sexualmente puro cuando dejas de ver porno, sino cuando te deleitas al máximo al hacer el amor con tu esposa, cuando tratas su cuerpo con santidad y honor. Esposa, no eres sexualmente pura cuando abandonas la tentación sexual o la apatía sexual, sino cuando participas y disfrutas de la satisfacción sexual con tu esposo. ¿Te das cuenta? La pureza sexual no se trata, a la larga, de lo que hay que evitar, sino de lo que hay que buscar y de lo que hay que disfrutar. Se trata de hacer morir ese comportamiento pecaminoso antiguo de manera que seas libre para buscar uno mucho mejor. Dios quiere liberarte del pecado para que puedas disfrutar de Sus dones. La pureza de Dios es una pureza positiva y realmente se alcanza cuando te deleitas en esos dones (Una observación para los solteros: la pureza de Dios es una pureza positiva incluso para ti que no puedes disfrutar de la relación sexual en este momento. Los mandamientos de abstenerse de inmoralidad sexual te liberan para el gozo de la obediencia y para las bendiciones de la obediencia —la libertad experimentada por Jesucristo quien vivió una vida perfecta y entera sin sexo. Escribiré más sobre esto en otra ocasión).