[dropcap]D[/dropcap]ios nos dice a cada uno de nosotros que somos responsables de criar fielmente a nuestros hijos y que ultimadamente, nuestro trabajo es criar a nuestros hijos para que sean discípulos de Cristo. A través de Su palabra Él nos instruye en cómo realizar esta ardua tarea. Pero aun cuando Dios pone el reto y provee la instrucción, Él no garantiza el resultado. Él no da fórmulas seguras que produzcan siempre hijos saludables, obedientes y salvos. Mientras los padres cristianos criamos a nuestros hijos en la disciplina e instrucción del Señor, nos podemos ver tentados a creer algunos mitos peligrosos sobre lo que estamos haciendo y cómo debiéramos de hacerlo. Recibí ayuda y fui retado nuevamente al encontrarme con estos mitos y las verdades que los destruyen, en el libro de Chap Bettis “The Disciple-Making Parent” (Padres hacedores de discípulos). Resultados garantizados Mito #1: El ambiente perfecto va a garantizar que mis hijos sigan al Señor. Nunca he escuchado a nadie expresar este mito abiertamente, pero he hablado con muchos que funcionalmente lo creen. Yo he tenido que batallar contra este mito en los 17 años que llevo criando. Es tan fácil reducir la crianza a un método y buscar un sistema paso a paso que garantice los resultados que queremos. Muchos autores y supuestos expertos están más que felices en obligarnos a creer este mito al proveernos su metodología y prometiendo su efectividad. Pero aún si admitimos lo útil de sus métodos, debemos de rechazar su supremacía. “Disciplinar nuestros hijos en la fe no es el hecho de combinar los ingredientes correctos con el ambiente correcto para que esto garantice un adulto piadoso. Criar no es hornear un pastel o armar muebles de IKEA. Dios no nos da garantía. Verdad #1: Tú no puedes controlar a tus hijos. Los hijos son “seres morales independientes hechos a la imagen de Dios. Ellos tienen decisiones reales que tomar”. Podemos enseñarles, guiarlos y suplicarles, pero no podemos controlarlos. Por la gracia de Dios, algunos hijos exceden grandemente a sus padres en piedad y gracia; en la providencia de Dios, algunos hijos rechazan completamente el legado que sus padres tratan de dejarles. “Nuestro trabajo es de hacer fielmente los deberes que Dios nos ha dado, dejando los resultados en las manos de Dios. Nuestra meta, en sí misma no es criar ‘exitosamente’, pero sí criar fielmente.” Esta es una dulce y liberadora verdad. Mis hijos son mi vida Mito #2: La meta esencial de mi vida cristiana es que mis hijos sigan al Señor. Algunos padres necesitan un gentil (pero serio) recordatorio de que el deber primario de criar a los hijos cae sobre los padres y no sobre la iglesia y sus pastores o programas. Pero en el otro lado del problema están esos padres que harían cualquier cosa, ¡lo que sea! por el bienestar espiritual de sus hijos. “Ellos sacrificarían su propia relación con Dios, su salud emocional y aun su matrimonio por sus hijos.” Esto es, por supuesto, un cambio idólatra de dejar de adorar a Jesus para adorar a los hijos. Esto es vivir una vida centrada en los hijos en vez de una vida centrada en el evangelio. Lo que parece que ayudará a nuestros hijos, en realidad, le hará daño a ellos y a nosotros mismos. Verdad #2: Tú no deberías hacer un ídolo del tener hijos cristianos perfectos. Ídolos son cosas buenas (¡como los hijos!) que terminan siendo lo más importante y esto es malo. Como padres debemos asegurarnos de que no amamos a nuestros hijos más que a Jesús. No les podemos amar más que a nuestras parejas. Tenemos que guardarnos de encontrar nuestra identidad en ellos. Los padres no deben juzgarse a sí mismo por sus hijos. “Como círculos concéntricos, mi primera prioridad es la de caminar íntimamente con el Señor. Después mi pareja es mi siguiente prioridad. Mis hijos vienen después de eso y luego mi familia en la fe y el mundo.” El colocar a los hijos en el orden correcto de prioridades produce un resultado importante: “Cuando mis hijos se dan cuenta de que yo amo a Jesús más que a ellos, ellos entenderán su lugar en el orden del universo.” Todo depende de mí Mito #3: ¡Todo depende de mí! Demasiadas veces los padres se aíslan, algunas veces literalmente y a veces emocionalmente. Ellos se alejan de las relaciones y lo intentan solos, pensando que criar es una tarea solitaria. Aunque no conozco ningún padre que haya hecho esta declaración, hay muchos que viven como si fuera verdad. Verdad #3: Tú no puedes hacerlo solo. Mientras debemos insistir en que el enfoque dominante de la crianza es para que padres hagan discípulos de sus hijos, todavía se requiere del involucramiento de la iglesia para criar a un hijo. Tanto padres como hijos de manera igual necesitan la iglesia local. La iglesia local “provee a otros que proclaman el evangelio claramente, provee buenos ejemplos para influenciar a nuestros hijos, alimentándolos de las Escrituras, animándolos para orar, provee un lugar para servir y buenos amigos para animar a nuestros hijos en su caminar. Lo mejor que puedes hacer por el alma de tu hijo es involucrarte activamente en una comunidad de iglesia donde se predica el evangelio y se vive el evangelio.” La verdad es que el ambiente perfecto no ofrece garantías de criar con éxito, de que criar hijos piadosos no es la meta más importante de tu vida y que dependes de otras personas en la crianza de tus hijos. Es mucho, mucho mejor de esta manera. Nos libera para usar modos y métodos sin tener que soportar la tiranía de las expectativas imposibles e idólatras. Este artículo fue publicado originalmente en inglés en Challies.com.