Hace un par de días recibí un email de un miembro de la iglesia que está en sus 80 años, dándome a conocer que se iba a mudar. Ya sabíamos desde hace un tiempo que lo mejor para él, es mudarse más cerca de su familia debido a su salud y su situación de vivienda. Pero las noticias de que la mudanza estaba finalmente ocurriendo, me encontró de sorpresa, fue como si perdiera a un gran amigo. Lo sentí en el estómago y en las lágrimas en mis ojos. Luego, me di cuenta por qué me sentía exactamente así: Yo estaba perdiendo un amigo querido y un abuelo en la fe. Y nuestra iglesia estaba perdiéndolo también. Algunas veces los santos de mayor edad cuestionan su utilidad en la iglesia al envejecer. Esto es desafortunado porque son una parte esencial del cuerpo de Cristo. Aunque confiamos en nuestro soberano y sabio Dios para añadir y quitar de su iglesia local como bien le parezca, la vida de iglesia es diferente sin ellos. Como pastores, por lo tanto, necesitamos recordarles a nuestros miembros de más edad que no son solamente amados por su Buen Pastor y Salvador, ellos son amados y necesitados también por su gente. Aquí hay cuatro razones por las que cada iglesia local necesita santos de edad.
Necesitamos sus oraciones
Mi amigo de 80 y tantos años, a menudo guiaba nuestra congragación en oración los domingos por la mañana. Las visitas y miembros regularmente comentan sobre cómo sus oraciones son una bendición para ellos. Necesitamos miembros mayores que oren en voz alta durante los servicios de adoración, estudios bíblicos y reuniones de oración. También necesitamos sus oraciones privadas. Algunas veces, veo la obra de Dios en una manera que solo puede ser explicada por la obra de su Espíritu en la vida o salvación de alguien. Cuando esto ocurre, creo que “Dios ha respondido las oraciones de una de mis hermanas en Cristo”, porque sé que hay varias hermanas de mayor edad que oran regularmente por nuestra iglesia, nuestra comunidad y mi ministerio pastoral. Incluso si estás leyendo esto en tu Tablet desde un hogar de ancianos, nosotros como iglesia necesitamos tus oraciones. ¿Y si tuvieses una semana para vivir?
Necesitamos su sabiduría practica y bíblica.
Mi abuelo enseñó en una clase de adultos en la escuela dominical hasta que el Parkinson le robó su voz. Nunca olvidaré a un profesor del seminario que enseñó una clase usando un micrófono especial por complicaciones de salud que le dificultaban al hablar. Estoy tan agradecido que estos hombres continuaron traspasando su conocimiento bíblico y experiencias de vida hasta que, literalmente no pudieron hacerlo más. Ya sea por medio de enseñar una clase o compartiendo un comentario durante un estudio bíblico, o quizá animando a una madre joven durante la comunión, cada miembro de la iglesia necesita la sabiduría que viene de décadas de estudiar la palabra mezclada con décadas de experiencia de vida. Hermanos de la tercera edad, por favor continúen hablando a las vidas de los creyentes más jóvenes con amor, verdad y gracia. La iglesia necesita de tu sabiduría no simplemente porque eres mayor, sino porque tú traes la sabiduría práctica y bíblica que solo viene de sumergirse en la palabra y de caminar con Cristo en las alegrías y dolores de la vida.
Necesitamos tu ánimo
Mi amigo hace poco levantó su mano en una reunión de negocios cuando yo estaba casi listo explicando una nueva iniciativa, y simplemente dijo que él vio la mano de Dios en esto y que la congregación debería ser de apoyo donde Dios me estaba guiando con esta iniciativa. Podríamos simplemente haber detenido la explicación justo ahí e ir directo a la votación. Como un santo de mayor edad, tus palabras de ánimo importan. He visto padres jóvenes y privados de sueño iluminarse cuando una persona mayor en la iglesia les dice, “tus hijos son un gozo.” He visto a padres estar desanimados al enfrentar el nido vacío, luchando con el cambio y redescubriendo esperanza al recordar la fidelidad de Dios en sus matrimonios de alrededor de 50 años. Como el salmista exclama, “Generación a generación celebrará tus obras, y anunciará tus poderosos hechos” (Salmos 145:4). No dudes en contar tus historias de provisión, gracia y perdón y de recordarnos la bondad de Dios y su fidelidad. Santo anciano, necesitamos tu ánimo.
Necesitamos tu presencia
Sabemos que toma mucho trabajo para los hermanos de mayor edad llegar a la iglesia. Sabemos que vendrá un día donde nosotros necesitaremos ir hacia ustedes, en vez de que ustedes vengan a nosotros. Pero hasta ese día, necesitamos su presencia. Hay algo particularmente especial sobre las personas redimidas de Dios reuniéndose para la adoración juntos y ver un espectro de edades. Hay algo en reunirnos a adorar con personas que son diferentes a nosotros, incluso generacionalmente, que apunta a la belleza del evangelio y la gloria de Dios. Hay algo sobre conocer hermanos que pueden hablar de como Dios no los ha abandonado por décadas, sus testimonios poderosamente nos recuerdan la fidelidad de Dios. No los llamamos “ancianos santos” porque son perfectos o porque no tienen luchas como el resto de nosotros. Los llamamos “ancianos santos” porque su fe en Cristo en sus años de vejez apunta al hecho de que el mismo Dios que salva, es el mismo Dios que sustenta. Alcen sus manos, queridos ancianos santos. Eres necesario. Por favor no dejes de servir.