«Estad siempre gozosos; orad sin cesar; dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para vosotros en Cristo Jesús», 1 Tesalonicenses 5:16-18.
Los cristianos tienen la orden de parte de Dios de dar gracias en todo, todos los días. Esta es la voluntad de Dios para nuestra vida. William Hendriksen, un fiel comentarista del Nuevo Testamento, traduce este mandato como «dar gracias en todas las circunstancias». En otras palabras, el cristiano está llamado por Dios para darle gracias en cada circunstancia.
Pero ¿cómo podemos hacer eso? Muchas circunstancias no son buenas en sí mismas: enfermedad, muerte, pruebas familiares, problemas de trabajo, divisiones en la iglesia, persecución cristiana, etc. ¿Cómo podemos dar gracias a Dios mientras estamos en esas pruebas?
Primero, ¿qué significa esto?
El apóstol Pablo practicaba lo que predicaba. Mientras estaba encerrado en una cárcel romana, bajo amenaza de muerte, describió su actitud de estar agradecido con Dios, incluso en las pruebas. Filipenses 4:6-13 dice:
«Por nada estéis afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestras mentes en Cristo Jesús. Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en esto meditad. Lo que también habéis aprendido y recibido y oído y visto en mí, esto practicad, y el Dios de paz estará con vosotros. Me alegré grandemente en el Señor de que ya al fin habéis reavivado vuestro cuidado para conmigo; en verdad, antes os preocupabais, pero os faltaba la oportunidad. No que hable porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme cualquiera que sea mi situación. Sé vivir en pobreza, y sé vivir en prosperidad; en todo y por todo he aprendido el secreto tanto de estar saciado como de tener hambre, de tener abundancia como de sufrir necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece».
Pablo no nos llama a estar agradecidos por el pecado en la prueba, ni por el nuestro ni por el de otros. Estaba en la cárcel por el pecado de los judíos contra él. Él no estaba agradecido porque ellos habían pecado contra Dios. Sin embargo, estaba agradecido con Dios porque Él gobierna sobre todas las circunstancias para siempre (Ro 8:28). Pablo nos llama a estar agradecidamente contentos con Dios mismo y a darle gracias en cada prueba que Él trae o permite que venga en nuestro camino. Él confió en Dios en todas las circunstancias.
Cada vez que leo este pasaje, me convenzo de cuán fácilmente entran en mi mente pensamientos de miedo, descontento, queja, ira y preocupación, tentándome a pecar contra Dios en mis palabras y actitudes en las difíciles circunstancias de la vida. ¿Cómo lo hizo Pablo? ¿Dónde encontró tal fe, confianza, paz y contentamiento en la vida para poder dar gracias a Dios en toda circunstancia?
Segundo, ¿cómo encontró Pablo la capacidad de confiar en Dios y dar gracias en cada circunstancia?
En primer lugar, Pablo tenía una visión correcta de la doctrina del pecado.
Pablo aceptó que no merecía nada bueno de Dios debido a sus pecados pasados y presentes. Él solo merecía la ira de Dios en el infierno. Jeremías describió su actitud hacia la destrucción de Jerusalén y su sufrimiento como el profeta de Dios. Lamentaciones 3:37-39 dice:
«¿Quién es aquel que habla y así sucede, a menos que el Señor lo haya ordenado? ¿No salen de la boca del Altísimo tanto el mal como el bien? ¿Por qué ha de quejarse el ser viviente? ¡Sea valiente frente a sus pecados!»
El primer paso para tener un espíritu agradecido es aceptar que no mereces nada de parte de Dios por causa de tus pecados. Esto significa no solo nuestros pecados de antes de ser cristianos sino también nuestros pecados diarios como creyentes imperfectos. La realidad es que ni aun el mejor cristiano merece nada bueno de Dios para su vida. No puedes dar gracias en todas las circunstancias a menos que aceptes que no mereces nada de Dios. Tienes que creer en la doctrina del pecado para dar gracias.
En segundo lugar, Pablo tenía una comprensión correcta de la doctrina de la salvación inmerecida (gracia) en Jesucristo.
Pablo dijo que había «aprendido» el secreto de dar gracias en cualquier circunstancia. Para tener un corazón contento y agradecido, tienes que aprender algo. Y lo que Pablo aprendió fue que tener a Jesucristo como su Salvador a causa de su pecado y Señor de las circunstancias de su vida era todo lo que necesitaba para vivir con acción de gracias: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece». Estaba agradecido por su salvación eterna y porque Jesucristo gobernaba sobre su vida. Entonces, él oró con acción de gracias.
Una vez más, Jeremías explicó en qué pensaba cada mañana; incluso en aquellos días cuando todos lo odiaban, lo arrojaban a un pozo y veían la destrucción de Jerusalén y el Templo. Lamentaciones 3:21-25 dice:
«Esto traigo a mi corazón, por esto tengo esperanza. Que las misericordias del Señor jamás terminan, pues nunca fallan sus bondades; son nuevas cada mañana; ¡grande es tu fidelidad! El Señor es mi porción -dice mi alma- por eso en Él espero. Bueno es el Señor para los que en Él esperan, para el alma que le busca».
Pablo fue capaz de tener una actitud de agradecimiento en la cárcel, porque había encontrado algo que hacía que sus circunstancias fueran secundarias en esta vida. Él había descubierto que el amor, la presencia y la salvación de Jesucristo eran tan maravillosas y satisfactorias que ninguna circunstancia podía quitarle su actitud de acción de gracias a Dios. Así es como superó la preocupación, el miedo, la ira, el descontento. Entonces escribió: «en cualquier circunstancia da gracias».
En tercer lugar, debes dar gracias por cada circunstancia para tener la paz de Dios. Dios nos ordenó dar gracias en cada circunstancia para obligarnos a vivir por fe, no por vista.
Y lo extraño es que, cuando obedecemos y le damos gracias a Dios, en cualquier circunstancia, “La paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestras mentes en Cristo Jesús ” (Flp. 4:7)
Todos los mandamientos de Dios son buenos y para nuestro beneficio. Qué extraordinario es que nos mande a recordar Su gracia en Jesucristo como la mayor bendición de nuestras vidas y dar gracias. Entonces, ¡hagamos de cada día un día para agradecer!
Artículo original de Founders Ministries | Traducido por Rudy Ordoñez Canelas