Contraria a la opinión que algunos puedan tener de mí, amo a las personas. Me encanta sentarme a escuchar a otros interactuar. Me gusta mucho escuchar a otras personas contar historias o compartir sus cargas. Sin embargo, soy introvertido. Lo sé, parece extraño que un introvertido tenga una profesión que requiera hablar en publico constantemente. Pero a pesar de eso, no todos los introvertidos luchan con la idea de hablar en público. En mi caso, la introversión es específica hacia actividades relacionales, por ejemplo las necesarias incluso cruciales para el ministerio pastoral, pueden ser agotadoras y difíciles. Existen personas que luego de concluir una conversación larga sienten que su energía ha sido renovada, ese no es mi caso. Al terminar una conversación larga puedo sentirme agotado. En la manera como he ido sirviendo en diferentes roles de liderazgo, he intentado examinar la relación entre mi personalidad, estilo de liderazgo, mi fidelidad y efectividad. Abajo listo algunas estrategias que he intentado implementar mientras he sido bendecido como un introvertido en el liderazgo.

1.      Conócete a ti mismo

Conoce cuáles son tus inclinaciones y talentos naturales, pero también en que áreas eres débil. En lo personal, yo sé que me siento mas cómodo en mi estudio que en un salón comunal. Como introvertido, me puedo sentar en mi estudio y leer, orar, y trabajar en mi computadora y al terminar sentirme satisfecho. Debo recordar que recluirme no es saludable para el ministerio pastoral y que hay aspectos de mi ministerio que no puedo realizar desde mi estudio. Debo estar entre mi rebaño.

2.      Trabaja con extrovertidos, siempre que puedas

El ministerio pastoral, y el liderazgo en general, requiere de muchas pláticas casuales e interacción con otros, lo cual puede ser difícil para personas introvertidas. Una forma de intentar reducir de alguna manera esta debilidad para relacionarse puede ser el trabajar con personas extrovertidas siempre que sea posible. Por ejemplo, suelo llevar a un pastor en entrenamiento o diácono extrovertido a las visitas que realizo a los hospitales; o llevo a mi esposa a lugares donde sé que será necesario platicar mucho. Ella naturalmente tiene el don de platicar, así que yo la dejo bendecir a otros y a mí siempre que puedo.

3.      Planea tu tiempo con sabiduría

Este punto esta relacionado con el primero, parte de conocerte a ti mismo es conocer cómo programar tu tiempo. Planea tu tiempo de manera sabia para poder también tener tiempo de descanso y recuperación. Ya que predico la mayoría de domingos por la noche, usualmente los lunes me siento cansado física y emocionalmente. Por esta razón, planifico la mayor parte del lunes para trabajo administrativo, y así aparto otros días más adelante para algunas tareas que requieran energía emocional y espiritual, como sesiones de consejería.

4.      Rinde cuentas intencionalmente

Una estrategia que ha sido buena, aunque a veces retadora, para mí es rendir cuentas a personas extrovertidas. Semanalmente me reúno con un pastor extrovertido al cual le pido que me mantenga a cuentas. Yo quiero asegurarme que estoy trabajando constantemente en ser hospitalario, en la iglesia y casa. Él me hace saber cómo mis acciones son percibidas por otros. Mi esposa ayuda en esta área también, me anima a salir de mi zona de confort y amar de mejor manera a otros incluso desde las conversaciones más pequeñas.

5.      Recuerda que las personas, no las tareas, son el enfoque del ministerio

La mayoría de personas tienden a hacer las cosas que se les facilitan. Para mí la tentación, como buen introvertido, es inclinarme hacia tareas administrativas cosas que naturalmente se me facilitan, como correos, horarios, escribir y leer. Con mucha facilidad puedo ver mi listado de tareas y las cosas que hago como una manera de medir mi efectividad y productividad. Pero, debo constantemente recordarme que la meta en el ministerio es amar a las personas. Cuando una visita inesperada llega y necesita hablar, debo recordarme que es una oportunidad para amar y servir, y no algo que estorba mi horario y que deberé acomodar más adelante. Cuando voy a visitar algunos hermanos en hospitales, debo recordarme que la meta no es la agenda que llevo preparada para este tiempo (leer la Biblia, orar, y despedirme) ya que naturalmente se me facilita. Y debo recordarme que la meta es amar a las ovejas al animarlas con la Palabra y la oración, y mientras hago esto buscar que ellos se sientan amados al genuinamente escuchar y hablar con ellos.

6.      Recuerda el evangelio

Recuerda que eres un pecador, cuya inclinación natural es hacia sí mismo. Pero también debes recordar que Cristo te ha redimido del egocentrismo pecaminoso. Cristo estuvo dispuesto a dejar su posición celestial para descender y encarnarse por mí. Estuvo dispuesto a ser golpeado y morir por mi pecado. Él fue motivado por el amor a su novia, incluso cuando esto significó un gran precio de mucho sacrificio. Y he recibido su propio Espíritu. Es a través de la oración en dependencia del Espíritu Santo que puedo servir en la fuerza de Cristo movido por el amor que me ha mostrado. Cuando he reflexionado en la gracia y hospitalidad que me ha sido mostrada, puedo buscar fuerza para ser hospitalario hacia otros los domingos por la mañana. Cuando veo que Cristo en amor ha tomado la iniciativa de buscarme, puedo encontrar fortaleza para iniciar conversaciones con extraños. Cuando veo que Cristo llevó una gran carga que yo debía llevar, puedo encontrar fortaleza para ayudar a otros a llevar sus cargas. En resumen, la introversión no es necesariamente pecaminosa. Sin embargo, personas introvertidas pueden verse tentados a pecar en maneras particulares. Un líder aunque introvertido, pero sabio reconocerá esas tentaciones y tomará acción para evitar caer en ellas, verá a Cristo para encontrar fuerza para amar a otros, especialmente a los hermanos extrovertidos y relacionales.

Jon English Lee

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