Tu adoración no está enraizada a la Palabra de Dios sino a tradiciones extra-bíblicas
Mucha gente se sorprende cuando leen la historia de Nadab y Abihú en Levíticos 10. Estos dos sacerdotes ofrecieron al Señor “fuego extraño” y como resultado de ello, Dios los mató. Mientras que los académicos de la Biblia tienen diferentes opiniones respecto a lo que exactamente hizo que su ofrenda fuera ofensiva, una cosa es clara: Dios no aprobó su particular forma de adorar. Jesús le dijo a los fariseos que sus tradiciones extra-bíblicas les impedirían obedecer la Palabra de Dios (Mt. 7:13). Dios se disgusta con nuestras tradiciones que nos impiden obedecer la Palabra de Dios. Si nuestras prácticas de adoración no se alinean con la Biblia, no pueden agradar al Señor. Algunos se maravillan de por qué Dios es tan particular sobre la manera en que Él debe ser adorado, y la respuesta a esa pregunta es muy importante. La adoración no es solo una oportunidad para expresar nuestros sentimientos; es la manera principal en que la fe (por ejemplo, las doctrinas que definen lo que creemos como cristianos) son pasadas de generación en generación. La adoración extra-bíblica enseña a las personas mentiras acerca de Dios, y como Dios no debe ser representado de manera errónea, nuestra adoración debe estar enraizada a la relevación más que a nuestra innovación.
Cuando adoras a Dios sin estar reconciliado con tus hermanos y hermanas en Cristo
Entre muchas de las cosas impactantes que Jesús dijo en su sermón del monte, están estas palabras: “ Por tanto, si estás presentando tu ofrenda en el altar, y allí te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar, y ve, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.” (Mt. 5:23-24). Durante los días del templo, cuando la gente iba a adorar a Dios con sus sacrificios, Jesús dijo que esa tensión sin resolver entre adoradores los impedía de ofrecer sus ofrendas a Dios. Aunque nosotros no adoramos según las ceremonias del templo del Antiguo Testamento, el principio sigue siendo aplicable para los creyentes bajo el nuevo pacto. El teólogo francés Juan Calvino subrayó la impactante naturaleza de este mandamiento: Cuando Él manda a aquellos que han lastimado alguno de sus hermanos, a ser reconciliados con ellos antes de ofrecer el sacrificio, significa que, mientras una rencilla con nuestro vecino se mantiene por nuestra culpa, nosotros no tenemos acceso a Dios… es falso y vacío profesar adoración a Dios, la cual es hecha por aquellos que, después de actuar injustamente contra sus hermanos, los tratan con desdeñosa arrogancia. (Comentarios en Mateo 5:23) El apóstol Juan dijo, “ Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto.” (1 Jn 4:20). Dios es ofendido por nuestra falta de voluntad para reconciliarnos con nuestros hermanos y hermanas en la fe.
Tu adoración hace acepción de personas y no da lugar al pobre
El cristianismo contemporáneo sufre por la cultura del pastor celebridad. A veces, sin darnos cuenta, elevamos al hombre y no al mensaje, y damos especial trato a algunos, mientras negamos a otros. Jesús no hace acepción de personas, y nuestra adoración no debería elevar a unos por encima de otros tampoco. Santiago dijo: Hermanos míos, no tengáis vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo con una actitud de favoritismo. Porque si en vuestra congregación entra un hombre con anillo de oro y vestido de ropa lujosa, y también entra un pobre con ropa sucia, y dais atención especial al que lleva la ropa lujosa, y decís: Tú siéntate aquí, en un buen lugar; y al pobre decís: Tú estate allí de pie, o siéntate junto a mi estrado; ¿no habéis hecho distinciones entre vosotros mismos, y habéis venido a ser jueces con malos pensamientos? (Stgo 2:1-4). En Isaías 58 Dios dijo que la verdadera adoración se ve como humillarnos delante de Dios, arrepentirnos de nuestro pecado y ministrando a los pobres (Is. 58:6). Si en nuestra adoración a Dios hemos olvidado a nuestro prójimo que están en necesidad —especialmente los pobres en nuestras propias iglesias— algo está en verdad mal (ver 1 Cor. 16:1; Gal. 2:10; Hch. 20:1-5).
Tu adoración confunde y asusta a los no cristianos
Algunos años atrás una amiga mío me contó la historia de una iglesia que visitó antes de entregarse a Cristo. Dijo que la experiencia la traumatizó. Miembros de la iglesia iban corriendo de arriba abajo por las escaleras gritando y haciendo escándalo. Algunos estaban atrás en una esquina; dijo que hablaban en lenguas. El pastor detrás del púlpito la miró y dijo “¡hay tropezadero entre nosotros!” Se sentó en medio del pandemonio y se fue confundida y sin siquiera haber escuchado el evangelio. Pablo dijo: “ Por tanto, si toda la iglesia se reúne y todos hablan en lenguas, y entran algunos sin ese don o son incrédulos, ¿no dirán que estáis locos?…Pero que todo se haga decentemente y con orden.” (1 Cor. 14:23,40). El principio de Pablo sobre hacer cosas con decencia y en orden es aplicable para nuestra adoración hoy. Hay dos peligros reales aquí. El primer peligro es que en nuestro deseo de alcanzar a personas diluyamos la adoración. Removemos todo sobre el pecado y la muerte sustitutoria de Cristo. Evitamos lenguaje bíblico porque creemos que es muy arcaico. Esto lleva a confundir a las personas porque es una estrategia de carnada a fin de que la iglesia crezca. Quitamos todo lo distintivo de la fe a fin de que hagamos a las personas sentir cómodas, entonces esperamos que abracen la fe una vez que se establezcan.En realidad sucederá lo contrario, si algo más que Jesús está atrayendo a la gente a nuestra iglesia, será confuso para ellos cuando al final sea presentado el verdadero Jesús de las Escrituras. El segundo peligro es que, en nuestro deseo de ser fieles a Dios, estamos todos hablando lenguas. No me refiero al don carismático; sino que a veces somos absorbidos por el ambiente entre cristianos que perdemos la habilidad de hablarle a no creyentes en un lenguaje entendible. Años atrás, tenía un amigo que no era cristiano y solía decir que quería venir y escucharme predicar. Todavía estaba como pastor interino en ese entonces y estaba muy entusiasmado de que viniera a la iglesia. Después de el servicio me le acerqué y pregunté, “¿qué te parición? ¿qué piensas?” De alguna manera abrumado me dijo, “estuvo bien; pero sinceramente no entendí nada.” Mi corazón se hundió, pensando en ese incidente, puedo ver porqué estaba confundido. Mucho del lenguaje que usé en mi sermón era entendible para las personas dentro de la iglesia pero hablaba en lenguas para aquellos que no están familiarizados con el lenguaje. Tenemos que ser cuidadosos en explicar las Escrituras para que aquellos que no están familiarizados con la Biblia puedan entender. No diluyamos el texto, pero prediquémoslo con amor, de una manera accesible para todos. La adoración no debería confundir a las personas porque es una carnada pero tampoco debería confundir a las personas porque es ininteligible para la persona promedio. La adoración que glorifica a Dios es fiel a las Escrituras y habla la verdad de las Escrituras a las personas que necesitas escucharla de manera clara y entendible.
Tu adoración minimiza las cosas que Dios valora para Su pueblo
La adoración de los cristianos primitivos se enfocaba en la doctrina apostólica y las ordenanzas que Jesús dejó para Su iglesia. Hechos 2:42 dice, “Y se dedicaban continuamente a las enseñanzas de los apóstoles, a la comunión, al partimiento del pan y a la oración.” Muchos han notado que la referencia aquí al partir el pan puede refirse a tomar la cena del Señor, porque en el texto griego se incluye el artículo definido antes de la palabra pan. partir el pan es la cena del Señor. La adoración cristiana debería ser devota a las enseñanzas apostólicas encontradas en la Escritura, a la oración, la comunidad y la comunión. Dios valora esas cosas para Su pueblo porque Él sabe que estas cosas guiarán nuestros ojos para ser puestos en Cristo Jesús. La adoración debería siempre fijar nuestros ojos en Jesús y Su obra por nosotros, y la adoración que pone el enfoque en otra cosa que no sea Cristo y a este crucificado, no es agradable al Señor.