[dropcap]T[/dropcap]odo cristiano es un ministro. Según el libro de Romanos, todo cristiano está llamado por Dios para ministrar la Palabra de Dios a otros creyentes (ver Romanos 15:14 y las palabras «capacitados para instruirse unos a otros»). ¿Pero cómo ocurre eso en la realidad? ¿Cómo pueden personas normales como tú y yo cumplir con esta responsabilidad? A decir verdad, existen tantas formas como existen cristianos y congregaciones. Con todo, quiero ofrecer algunas formas comunes en que puedes ministrar la verdad de Dios a otros, incluso esta semana cuando te reúnas con tu iglesia. Primero, ministra la verdad resolviendo el conflicto. Dado que somos personas pecadoras, a veces nos comportaremos de forma pecaminosa unos con otros. Siempre habrá alguna medida de conflicto interpersonal en una iglesia, y en Mateo 18 Jesús aborda claramente cómo se deben manejar tales disputas. Es interesante e importante observar que no se menciona a los ancianos sino hasta el final del proceso. La resolución de conflicto comienza con un individuo acercándose a otro individuo y mostrándole por la Biblia de qué manera esa persona ha pecado. Si no se arrepiente, entonces dos miembros de la iglesia se acercan a esa persona y le demuestran por la Biblia de qué manera ha pecado. Primero a solas y luego juntos, ellos ministran la verdad y confían en que este ministerio de la Palabra confrontará a la persona y hará que se arrepienta. Segundo, ministra la verdad orientando. La Biblia nos llama a involucrarnos intencionalmente en la vida de otras personas, especialmente personas más jóvenes. Podrías verte a ti mismo como un montañista que ya casi ha alcanzado la cima, luego miras atrás y ves a alguien siguiendo el sendero detrás de ti. Sabes que este sendero es peligroso, lleno de escarpados barrancos, giros inesperados y repentinas curvas. Lo que esa persona necesita es alguien que ya haya andado por ese camino para que le indique como transitarlo a salvo. Es por ello que pasajes como Tito 2 nos dicen que los hombres mayores deben involucrarse en la vida de los hombres más jóvenes y las mujeres mayores en la vida de las mujeres más jóvenes. Debemos enseñarles y entrenarlos, ministrar la verdad de la Palabra de Dios que les ayudará a conducirse con éxito en la vida. Tercero, ministra la verdad dando muerte al pecado. llegamos a la vida cristiana con profundos patrones de pecado y pecaminosidad. Dios nos llama a dar muerte a ese pecado y a revivir para la justicia. Esto representa un desafío mayor de lo que podemos enfrentar por cuenta propia. Necesitamos que otros nos ayuden y a la vez nosotros necesitamos ayudar a otros. Les ayudamos ministrándoles la verdad. Así que abrimos la Palabra para mostrarles lo que significa ser santos en esta área. Abrimos la Palabra para recordarles el evangelio cuando han tropezado y han vuelto a caer. Abrimos la Palabra para poder memorizar pasajes pertinentes juntos. Abrimos la Palabra para orar sus verdades para esa persona. De todas estas formas, ministramos la Palabra de Dios para ayudar a otra persona a dar muerte a un horrible pecado. Cuarto, ministra la verdad en disputas entre el débil y el fuerte. Este pasaje en el libro de Romanos viene inmediatamente después del análisis de Pablo sobre la disputa entre el fuerte y el débil que amenazaba con socavar la unidad y efectividad de esa iglesia. En ese contexto del siglo I, esta era una disputa entre las personas que comían carne libremente y las que se mantenían vegetarianas en un intento de conservar las leyes del Antiguo Testamento. En nuestro contexto contemporáneo es improbable que encontremos esta situación exacta, pero de todos modos siempre habrá asuntos que amenazan con dividirnos. Tal como la situación en Roma, puede que no sea una cuestión de verdad o error, sino un asunto de más débil o más fuerte. Cuando vemos a personas luchando con tales asuntos, necesitamos ir a la palabra de Dios y ministrar su verdad a ellos a fin de fomentar la unidad y destruir la división. Quinto, ministra la verdad en una amistad espiritual intencional. En Grace Fellowship Church recientemente hemos estado enfatizando las amistades espirituales intencionales. Nos ponemos a disposición de los demás intencionalmente para desarrollar relaciones significativas con ellos, y de una forma u otra estas amistades están enlazadas por la Palabra de Dios. Así que tenemos grupos de mujeres que se reúnen a estudiar la Biblia, grupos de hombres que se reúnen para derrotar un pecado común, grupos de hombres y mujeres que se reúnen a leer libros. Cada grupo ofrece, a su manera, la oportunidad de que los miembros de la iglesia ministren la verdad de Dios a otros. De alguna forma, cada grupo está mirando la Palabra de Dios y aplicando su verdad. Estas son solo 5 simples formas entre otras miles que podríamos mencionar. La realidad simple es esta: en cada parte de la vida que compartimos juntos como iglesia, tenemos la capacidad de ministrar la verdad de la Palabra de Dios a los demás. ¿Quiénes, en tu iglesia, necesitan que les ministres la Palabra este domingo?