¿Te das cuenta de que empuñas el mayor poder sobre la tierra cuando desatas el poder del evangelio? No necesitamos entretener a la multitud ni ceder ante la cultura; solo necesitamos darles lo que tan desesperadamente necesitan: ¡la verdad y nada más que la verdad! Es, y siempre será, el evangelio el que entrega un poder imparable.
Para vivir por el evangelio, necesitamos desatar el evangelio. Y antes de todo eso, debemos conocer el evangelio. El resto de este artículo está dedicado a asegurarte que conozcas el evangelio mejor de lo que crees que ya lo conoces, y a darte verdades prácticas que puedes aplicar inmediatamente a tu vida.
En Romanos 1:16 el apóstol Pablo escribe: “Porque no me avergüenzo del evangelio, pues es el poder de Dios para la salvación de todo el que cree, del judío primeramente y también del griego”. ¡En un solo versículo pequeño Pablo descarga una verdad monumental! Este pasaje toma cualquier duda que tú y yo podamos tener acerca del poder, y la derrite como un cubo de hielo cayendo en un horno.
Cada vez que la duda se infiltra y sientes la tentación de mirar al poder del hombre, del mercadeo o del dinero, estas tres verdades te ayudarán a recordar que has sido armado con el evangelio y tienes todo lo que necesitas para ser un ejemplo viviente del poder de Dios.

1. Dios transforma poderosamente las vidas por medio del mensaje del evangelio
Por encima de todo, el evangelio es el poder de Dios para salvación de todo aquel que cree. ¡No necesitamos un mejor mercadeo, un mejor mensaje ni milagros más grandes! Necesitamos el evangelio entregado con poder. El evangelio es lo que salva, así que ¿qué otro poder necesitamos? La palabra griega usada en Romanos 1:16 para “poder” es dunamis. Se usa en el Nuevo Testamento para describir poder y fuerza milagrosos. Usada en este contexto, es el poder y la capacidad milagrosos de Dios para la “salvación”, que es la palabra griega soteria, que significa liberación o seguridad. Esta palabra es sinónima de “rescate”.

Ahora, basta de la lección de griego y vayamos al punto. Juntando todo eso, podrías decir que Pablo no se avergüenza del evangelio porque es la capacidad milagrosa y poderosa de Dios para rescatar a las personas de la muerte espiritual y llevarlas a la vida espiritual. Soteria aparece unas 44 veces en el Nuevo Testamento y describe principalmente la liberación de las almas de la esclavitud del pecado y la muerte a manos de un Dios poderoso. ¿Quieres alcanzar a los perdidos? ¿Quieres operar en el poder de Dios? ¿Quieres vivir una vida firme de legado y propósito? ¡Entonces predica el evangelio!

En nuestro celo por “salvar” almas, también debemos recordar esta poderosa verdad: Dios es soberano en la salvación. Esto significa que Él es quien tiene el control de salvar a las personas. Técnicamente, tú no puedes “salvar” a nadie, pero Dios sí puede, y lo hace. Es igual de importante saber de dónde proviene el poder para la salvación como saber de dónde no proviene. Si es Dios quien transforma vidas con el poder del evangelio, entonces podemos estar seguros de que no es el hombre, el dinero, las obras, la igualdad, el gobierno, el color de piel, la educación, los sentimientos, la influencia social o una denominación. Jesucristo sigue siendo el único Camino, la única Verdad y la única Vida (Jn 14:6). Sin Él, todo esfuerzo por transformar vidas carece de poder.

2. Tus esfuerzos cotidianos son usados poderosamente por Dios para transformar vidas
Con frecuencia, pensamos en el poder como algo posicional. Los que son directores ejecutivos, empresarios influyentes, famosos en YouTube, “pastores celebridades”; esas son personas de poder, ¿verdad? Incorrecto. Claro, tienen cierto nivel de influencia y autoridad para tomar decisiones, pero en el reino de Dios, el poder no se define necesariamente por la posición, sino por la proclamación. En el sistema de Dios, son las cosas necias de este mundo las que Él usa de maneras poderosas. Personas comunes de todos los ámbitos de la vida reciben un poder extraordinario. En un tiempo en que tantos líderes usan el poder para oprimir y abusar de las vidas, los cristianos han recibido un poder que puede usarse para transformar vidas.

Si eres cristiano, apuesto a que recuerdas a una persona específica a quien Dios usó para compartirte el evangelio. Tal vez fue un pastor, un vecino, un padre o incluso un desconocido. Quienquiera que haya sido, ¿te das cuenta de que no son “extra” especiales? No son más santos ni más ungidos que los demás. Tal vez solo sean más obedientes.
En Hechos 1:8 Jesús declaró a Sus discípulos: “Pero recibirán poder cuando el Espíritu Santo venga sobre ustedes; y serán Mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra”. ¿Realmente crees que estás lleno del mismo Espíritu Santo con el que los discípulos fueron llenos? ¿Realmente crees que estás fortalecido con el mismo evangelio con el que ellos fueron fortalecidos? Deberías creerlo, ¡porque lo estás! Si más personas vivieran de esta manera y más pastores predicaran de esta manera, habría un verdadero avivamiento.

3. Se te ha dado el poder para hacer “obras mayores” que Jesús
Sí, leíste bien. ¿Y sabes qué? Jesús lo dijo, no yo.
Algunas personas piensan que Jesús hablaba de realizar señales y maravillas como sanar enfermos, resucitar muertos o controlar el clima cuando dijo: “En verdad les digo: el que cree en Mí, las obras que Yo hago, él las hará también; y aun mayores que estas hará, porque Yo voy al Padre” (Jn 14:12). Pero ¿cómo es posible que “obras mayores” signifique milagros como resucitar muertos o hacer que vientos huracanados se disipen, si Jesús dijo “mayores” que esas? ¡Él ya hizo esas cosas! ¿Qué podríamos hacer nosotros que sea “mayor” que lo que Él hizo? ¿Acaso la palabra “mayor” no describe algo que es mejor que otra cosa? Claro que sí. Entonces, ¿qué significa todo esto?

Significa que Jesús hablaba de que nuestros ministerios tendrían la capacidad de alcanzar a más personas en más lugares de los que Él jamás alcanzó. La realidad es que el ministerio de Jesús solo duró tres años. El ministerio de Jesús solo tuvo lugar en una región seis veces más pequeña que el estado de Nueva York y ni siquiera visitó toda la región. El ministerio de Jesús solo ministró físicamente a miles de personas. Cuando piensas en eso en relación con nuestra oportunidad de ministerio hoy, a través de misiones, plantación de iglesias e incluso videos de YouTube, el contraste de nuestro alcance es asombroso.
Hoy, los seguidores de Jesús tienen ministerios que abarcan veinte, treinta, cuarenta e incluso cincuenta años. Colectivamente cubrimos millones y millones de kilómetros anualmente, alcanzando a millones —incluso miles de millones— de personas con el mensaje del evangelio, en lugares que pocos humanos han visitado. El evangelio llega a hogares y escuelas, a las pantallas de los teléfonos a toda hora del día y de la noche, y a las manos de almas desesperadas por medio de la Biblia. Hablando de estar fortalecidos para hacer obras mayores: eso es poder.
¿Eres un cristiano que perdió su pasión por el evangelio en algún punto del camino? ¿Eres un pastor que ha abandonado su llamado principal de predicar el evangelio, cediendo a la cultura y a métodos que buscan agradar a las personas? ¡Vuelve a ser el guerrero firme que Dios ha fortalecido para Su gloria! ¡Predica el evangelio sin disculpas y espera que Dios se mueva con poder! (Ro 10:14-17). Ya sea que estés fingiendo poder u olvidando el poder, estás viviendo una vida de incertidumbre porque no estás conectado a la fuente correcta de poder.
Publicado originalmente en For The Gospel.
