Una perspectiva cristiana sobre al igualdad de los sexos

Pero tenemos un Dios que sí puede cambiar las cosas. Hay eventos que han ocurrido en la historia que se predijo que tomarían años y, Dios sobrenaturalmente los cambió en días.
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Es interesante observar cómo las cosmovisiones cambian de generación en generación, dando como resultado diferentes formas de interpretar los acontecimientos. Una cosa que en una cultura o cosmovisión sería un elogio, pudiera ser ofensivo en otra. Lo mismo ocurre con los cambios entre distintas generaciones; algo que ha sido aceptado como verdadero por siglos, al pasar el tiempo, puede llegar a ser considerado equivocado y, muchas veces, hasta humillante. Por lo anteriormente expuesto es que es tan importante investigar lo que se lee antes de llegar a una conclusión errada. A través de las generaciones han existido muchos abusos hacia las mujeres y esto ha traído como consecuencia un gran movimiento de rectificación. Realmente esto es lo que Dios quiere; sin embargo, para tener éxito debemos hacerlo en una forma que agrade a Dios. Como mujer cristiana, quiero explicar aquí que Dios no está de acuerdo con las desigualdades ni los abusos y que, realmente su deseo sería que no existieran. Sin embargo, para explicar esto debo comenzar desde el principio. En Génesis 1:27 leemos: “Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.” Dios creó ambos, mujer y hombre a su imagen y por tanto, los dos tienen igualdad de valor ante Él! Y leemos las palabras de Dios al observar su creación en Génesis 1:31 “que era bueno en gran manera.” Todo, incluyendo a Adán y a Eva, era bueno. Adán fue creado primero dándole el rol de liderazgo y después de nombrar todos los animales, tanto machos como hembras, Adán notó que él era el único que estaba solo. Entonces, creó Dios a la mujer. La reacción de Adán cuando vio a su ayuda idónea por primera vez (Gn 2:23) es el equivalente a: “Wow, ¡esta es mi igual!”. Mientras estaban viviendo en armonía sin pecado, el mundo era bueno en gran manera. Sin embargo, cuando la serpiente engañó a Eva y ambos, tanto Adán como Eva desobedecieron a Dios (Gn 3), el pecado entró en el mundo y desde entonces las desigualdades comenzaron. La sentencia dada por Dios a la mujer fue que su deseo iba a ser dominar a su esposo y él tendría dominio sobre ella (Gn 3:16) y la sentencia para el hombre fue que su trabajo, que hasta este punto era fácil, cambiaría a ser difícil. Entonces, para quitar la disciplina de Dios es necesario que le obedezcamos y como consecuencia, Él se encargará de resolver las desigualdades y los abusos (Pr 16:7). Con esto, no estoy insinuando que no debemos luchar contra estas desigualdades y abusos, sino que, la forma en que luchemos debe ser a la manera de Dios (2 Co 10:4). Satanás engañó a nuestros primeros padres y cuando nos mantenemos en medio de pleitos y discusiones, luchando contra el diseño de Dios, Dios no tiene ninguna razón para bendecirnos y Satanás nos mantiene cegados aumentando nuestra frustración y nuestra ira, lo que empeora las circunstancias. En un estudio publicado en el Center for Gender & Refugee studies, sobre América Central, El Salvador tiene la incidencia más elevada de feminicidios y ha aumentado de 200 casos en el año 2000, a 600 casos en el 2011; cuando hablamos sobre la violencia doméstica, ésta aumentó de 1500 casos en el año 2000 a más de 6000 en el 2010. Obviamente lo que estamos haciendo no está funcionando y como dice el refrán: “Locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes”. Entonces, si lo que estamos haciendo no está funcionando, es sabio pausar y preguntarnos ¿por qué? La Biblia nos puede orientar. Dios tiene un número infinito de atributos que quiere demostrar, y lo hace a través de su creación (Sal 19). Aunque el hombre y la mujer fueron creados en formas diferentes y con roles diferentes, cuando los dos trabajan juntos en armonía, representamos sus atributos. Dios tiene todas las características de ambos sexos, pero como Él es infinito y nosotros no, Él creó dos sexos diferentes para demostrar estas diferentes características. El hombre lidera y la mujer ayuda. La Biblia fue escrita en otra lengua, en otra cultura hace miles de años y cuando la interpretamos con los pensamientos del siglo 21, muchas veces hacemos malas interpretaciones; con relación a los abusos y desigualdades se limita mucho el rol de liderazgo y de ayudador. Antes de continuar, es importante definir bíblicamente lo que significa liderar y lo que significa ayudar. El liderazgo bíblico no es dominar sino servir. Dominar es literalmente la antítesis del liderazgo bíblico y, cuando ocurre, es un fallo moral ante los ojos de Dios. Jesús, nuestro modelo por excelencia, nunca ordenó como un dictador, sino que modeló mientras mostró su autoridad. La Biblia claramente manda a los hombres a tratar a las mujeres con honor (1 Pe 3:7). Dios nunca deja pasar los abusos contra las personas que Él ha creado a Su imagen. El ayudador, como lo enseña la Biblia, no es alguien inferior, ni subordinado como lo interpreta el mundo, sino que es una persona de igual valor con quien se trabaja en equipo para llevar a cabo un plan. La mujer siempre ha tenido mucho poder y debe ser usado para influenciar a aquellos que están a su alrededor. La palabra bíblica utilizada para la mujer ayudadora, “Ezer”, aparece 21 veces en el Antiguo Testamento; sin embargo, 18 de estas son utilizadas en referencia a Dios como nuestro ayudador. Y, ¿Puede Dios ser inferior a sus criaturas? Claro que no. Lo que ha ocurrido es que se ha malinterpretado de manera pecaminosa el liderazgo masculino produciendo muchos abusos y, como respuesta, la reacción pecaminosa de las mujeres es agresividad y desprecio hacia los hombres. Justamente lo opuesto a lo que queremos; los abusos han aumentado en vez de disminuir. Aunque los hombres no lo demuestran, ellos tienen sus inseguridades al igual que las mujeres. Ellos necesitan sentirse apreciados y respetados. Cuando esto no sucede, su respuesta puede ser agresiva. Cuando los hombres y mujeres se ven como rivales o amenazas y no como socios, entonces no se están viendo como alguien que Dios ha provisto para llenar el anhelo que tienen y este anhelo se queda vacío. Y entonces, ¿qué podemos hacer? Primero, ambos, hombres y mujeres necesitan reconocer y apreciar el valor que cada uno tiene. Somos diferentes, pensamos diferente, realizamos las mismas tareas en formas diferentes y entonces es necesario entender esas diferencias para obrar en equipo, complementando uno al otro y realizando un trabajo mejor porque cada uno ha aportado lo necesario para la obra completa. En lugar de criticar las diferencias debemos apreciar y aprender uno del otro. En la mente de Dios, en términos de valor, no hay diferencia entre el hombre y la mujer, ni pobre o rico, ni ciudadano y extranjero (Gál 3:28) Son los cristianos que pueden cambiar una cultura obedeciendo a Dios y, como consecuencia, Él cambiará la cultura un evento a la vez (2 Cr 7:14). Para los cristianos que trabajan en la fuerza laboral, Dios nos llama a vivir nuestras vidas contraculturalmente buscando y ejecutando la justicia (Dt 16:19-20). No es suficiente sólo con no aprovecharse de los débiles, sino que debemos trabajar para poner en marcha sistemas que los protejan, mientras los ayudamos a salir de su situación. La justicia bíblica tampoco es aplastar a aquellos que oprimen, sino levantar a los oprimidos. Ni lo social, político o económico están regidos por la justicia en ninguna cultura en que vivimos. Entonces, siempre estaremos luchando contra los poderes y contra la mayoría. Como cristianos, nuestro rol en la política es luchar por la justicia: en las leyes, en los sistemas y en las instituciones (Is 1:17) instituir sistemas para disminuir y luchar contra la corrupción (Pr 29:4). Evaluar el mundo objetivamente puede abrumarnos porque ninguno de nosotros podemos cambiar todo. Aun trabajando juntos siempre seremos la minoría. Pero tenemos un Dios que sí puede cambiar las cosas. Hay eventos que han ocurrido en la historia que se predijo que tomarían años y, Dios sobrenaturalmente los cambió en días. Lo que es imposible para el hombre es posible para Dios (Lc 18:27) y, por tanto, nunca podemos dejar de luchar (Gál 6:9). Dios nos ha puesto a cada uno de nosotros en el país en que vivimos y en la posición que tenemos con un solo propósito: glorificarle en lo que hacemos. Evaluemos nuestros tiempos con nuestros ojos por encima del sol.  


Center for Gender & Refugee Studies, College of California Hastings College of Law. https://cgrs.uchastings.edu/our-work/central-america-femicides-and-gender-based-violence Scheraldi de Núñez, Catherine y Núñez Miguel, (Revolución Sexual B & H publishers, Nashville) Capítulo 1 Ibid, 46 Neuman, Gary, The Truth about Cheating, (John Wiley and Sons Inc. Hoboken, N.J.2008). Scheraldi de Núñez, Catherine y Núñez Miguel, Revolución Sexual B & H publishing, Nashville TN 37234 capítulo 10-11

Catherine Scheraldi de Núñez

Catherine Scheraldi de Núñez, es la esposa del pastor Miguel Núñez, y es doctora en medicina, con especialidad en endocrinología. Está encargada del ministerio de mujeres Ezer, de la Iglesia Bautista Internacional y es conductora del programa radial «Mujer para la gloria de Dios». Ezer, de la Iglesia Bautista Internacional y . Puedes seguirla en twitter.

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