Un ataúd y una biblia

Hemos llegado a una época en la que muchas personas están dejando atrás sus Biblias impresas en favor de sus equivalentes digitales.

Hemos llegado a una época en la que muchas personas están dejando atrás sus Biblias impresas en favor de sus equivalentes digitales. Por un lado, esto no resulta muy preocupante. Después de todo, la gente no está abandonando la Biblia por completo sino que simplemente está cambiando un medio por otro. Si Pablo pudo decir «que de todas maneras, ya sea fingidamente o en verdad, Cristo es proclamado; y en esto me regocijo», seguramente podemos decir «que de todas maneras, ya sea a través del papel o de los píxeles, la Biblia está siendo leída, en eso nos regocijamos…».  Aunque por un lado, no resulta muy preocupante que la gente pase de usar las Biblias impresas a sus iPads o iPhones, por el otro, es algo que hay que tener en cuenta. Cualquier tecnología nueva trae sus ventajas y desventajas y tiene tanto consecuencias positivas como negativas. La fisión nuclear nos dio la electricidad, pero también nos dio Chernóbil. La imprenta nos dio a los puritanos, pero también a Playboy. Aunque hay muchas características maravillosas que vienen con nuestras Biblias digitales, hay una desventaja (entre otras): que nuestras Biblias ya no pueden servir como una demostración visible de nuestro compromiso con la Palabra de Dios.  Desde hace mucho tiempo, algunas de las personas más santas poseen algunas de las Biblias más deterioradas. Sobre el reluciente ataúd de madera de muchos preciosos santos se ha colocado una Biblia cuya cubierta está desgastada, cuyas páginas se están cayendo, cuyos márgenes están garabateados con plomo y tinta. A medida que estas personas se comprometían con la Palabra de Dios día tras día, a medida que llevaban su Biblia a la iglesia semana tras semana, a medida que la leían, la marcaban y la integraban en sus mañanas y noches, comenzaron a mostrar un desgaste inevitable y cuando se fueron a estar con el Señor, la dejaron como un precioso objeto que testificaba el amor que le profesaban al Señor y la larga labor en Su Palabra. A medida que esa Biblia los golpeaba, sus almas se iban limpiando cada vez más. Sus Biblias eran un símbolo digno, una reliquia digna de su compromiso con su Salvador y de su obra mientras vivieron.  Basta con decir que es poco probable que veamos muchas aplicaciones colocadas en los ataúdes de los cristianos de hoy. Es poco probable que veamos a una familia colocar reverentemente el iPhone de su ser querido sobre su ataúd para que todos puedan ver lo que amaba, lo que priorizaba. Basta con decir que aunque hay pocas consideraciones morales sobre el cambio de un medio a otro, puede haber consideraciones prácticas. Aunque haya ganancias, habrá pérdidas y, aunque haya beneficios, también habrá desventajas. En cuanto a mí, echaré de menos ver esa conmovedora combinación de un ataúd y una Biblia.  Este artículo se publicó originalmente en Challies

Tim Challies

Tim Challies es uno de los blogueros cristianos más leídos en los Estados Unidos y cuyo BLOG ( challies.com ) ha publicado contenido de sana doctrina por más de 7000 días consecutivos. Tim es esposo de Aileen, padre de dos niñas adolescentes y un hijo que espera en el cielo. Adora y sirve como pastor en la Iglesia Grace Fellowship en Toronto, Ontario, donde principalmente trabaja con mentoría y discipulado.

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