Todo comenzó en el seminario. Esa semana, varios profesores mencionaron que cada estudiante en la clase debía memorizar Romanos 8. Así que busqué Romanos 8, era largo. Nunca antes había memorizado un capítulo entero de la Biblia. Por lo que a mí respecta, eso no era para los santos promedio, más bien para cristianos extraordinarios: aquellos que leen a Calvino en su tiempo libre y tienen palabras griegas y hebreas tatuadas en sus tobillos. Como Mark Twain dijo de los clásicos, la memorización es algo que todo el mundo quisiera haberlo hecho, pero nadie lo quiere hacer. Quizás podría recitar el Salmo 23, pensé. Quizás. Pero Dios estuvo detrás de mí diciéndome que fuera al Nínive de la memorización; era claro que no podía esconderme. Cojeé a través del semestre y después de varios meses, completé Romanos 8; quedé asombrado. Yo, el más grande de los olvidadizos, podía recitar uno de los capítulos más maravillosos de la Biblia. Y entonces una pregunta vino a mi mente: si Dios pudo ayudar a este cojo a través de la memorización de Romanos 8, ¿qué otra cosa podría Él ayudarme a memorizar? Mi misión comenzó allí.

Dagas y espadas

He aprendido que la longitud del texto es importante en la memorización. Y, porque en otra vida habría sido un guerrero, pienso en diferentes longitudes de textos como diferentes tipos de armas. Versos individuales y secciones más pequeñas son dagas. Aunque es el arma más corta en el arsenal del soldado, es para el combate mano a mano. Así como en la época medieval, la daga era un arma de último recurso, para la defensa en las emboscadas. Las promesas de oro encontradas en la Escritura son esas dagas puntiagudas para defendernos cuando Satanás nos asalta inesperadamente. Por ejemplo, en un momento de tentación sexual, ¡huye!, puede salvar tu vida (1 Co. 6:18). Todo soldado cristiano necesita dagas. Los capítulos, o secciones más largas de la Escritura, son espadas. Para el soldado medieval era el arma más útil, pese a que eran más largas y requerían más esfuerzo para dominar. Las espadas eran para la ofensiva y eran llevadas por los que estaban listos para la guerra. Las espadas más anchas (textos) no sólo están hechas de dagas, sino que afilan cada daga con el contexto. El capítulo te introduce a los pensamientos del autor y provee un mayor y más profundo entendimiento de los versos por separado. Una daga te salvará la vida en un momento vulnerable, pero no te irías a la guerra sin una espada. Memorizar capítulos nos prepara para ir a la ofensiva contra las filas del enemigo.

Toma tus espadas

Mi desafío se refiere a las espadas. Aunque las dagas tienen usos vitales, desafío a los lectores a memorizar capítulos de la Biblia por al menos cuatro razones: 1.Las espadas no se olvidan fácilmente. La medalla de plata de la memorización viene de los pasos iniciales en esta; pero el obtener la medalla oro viene al mantenerla. Cuando sólo tengo dagas, a menudo olvido que las tengo y no las reviso de manera consistente. Recuerdo que he memorizado 39 versículos en Romanos 8, pero podría olvidar que memoricé 39 dagas individuales de toda la Biblia. Memorizar capítulos me ayuda a recordar lo que he memorizado. 2. Las espadas ayudan a crear disciplina. Las espadas son el cachorro de la memorización cristiana: no demasiado corta (como una daga), pero no demasiado larga (como un libro entero, que podríamos llamar una lanza). Mientras memorizamos secciones más largas de las Escrituras nos veremos obligados a mover los versos de la semana pasada de la memoria a corto plazo a la memoria a largo plazo. Las secciones largas de la Escritura no pueden memorizarse sin disciplina. 3.Las espadas nos arman para amarnos mejor.  Aunque a menudo se descuida, Dios nos llama a estudiar su Palabra para que podamos estimularnos al amor y a las buenas obras (He. 10:24). Después de estudiarlos, las secciones más grandes de la Escritura pueden convertirse en una guía confiable para amar. 4.Las espadas hacen que la Palabra de Dios sea portátil.  Las mañanas pueden ser agitadas. Las mejores intenciones pueden ser interrumpidas por un niño gritando, una llamada telefónica preocupante o una alarma suspendida. En esos días, no puedo sacar mi Biblia y estudiar el texto camino al trabajo. Pero puedo meditar en los capítulos que he memorizado. Las espadas son de una longitud ideal, de diez a quince minutos de meditación extendida.

Cómo escoger tus espadas

Entonces, ¿cómo elegir los capítulos para memorizar? Sugiero lo siguiente: Escoge capítulos que apunten a luchas de pecado específicos. Si el ajetreo te tienta, memoriza Juan 15. Si el adulterio te tienta, memoriza Proverbios 5. Si la apatía a la Palabra te tienta, memoriza el Salmo 1. Elige espadas específicas para decapitar tu pecado. Escoge capítulos que ministrarán a personas especificas en tu vida (ve el punto tres arriba). Elige capítulos que muestren más explícitamente la majestad de Dios. Una forma de hacer estallar el globo de helio de tu propio ego es memorizar textos que describen a tu Dios. Textos como Isaías 40 o Apocalipsis 5 humillan a la criatura ante su Creador. Elige capítulos que te recuerden la vida que está por venir. Selecciona espadas que te recuerden que no estás en casa. Persiste con los peregrinos y extranjeros de Hebreos 11 o echa un vistazo a ese día que viene en Apocalipsis 21. Elige capítulos que te han cautivado. El Espíritu nos cautiva de maneras específicas. La gente tiene pasajes de toda la vida. Creo en tener capítulos de toda la vida. Si la historia del hijo pródigo te atrapa, no dejes que se quede fuera de tu corazón como el hermano mayor. Memorizarlo y llévalo a tu hogar.

Un ejército glorioso

Sueña conmigo: ¿Qué pasaría si cada cristiano tuviera dos o tres capítulos escritos en su corazón? ¿Y si todos en tu iglesia o grupo pequeño tuvieran dos o tres espadas diferentes listas para la batalla, para la guerra contra Satanás y para fortalecer a los hermanos y hermanas que luchan hombro a hombro con ellos? Un miembro que vive cerca de las aguas tranquilas del Salmo 23 hace señas a otros para que vayan y se sienten. Uno que constantemente permanece en Jesús como la Vid de Juan 15 invita a otros para que aprendan a cómo nutrirse de la misma manera. Uno que enseña al grupo a cómo invitar a los pecadores a que vengan y beban libremente del pozo de agua viva; mientras están sumergidos en Isaías 55. ¿Te imaginas?

El reto

He sido alentado por tales santos y te desafío a ser uno. En los últimos dos años una de mis preguntas favoritas espirituales ha sido: si pudieras memorizar cinco capítulos de la Biblia, ¿cuáles cinco elegirías y por qué? Puedes aprender mucho sobre alguien y estimular grandes conversaciones a través de esta pregunta. Después de que la emoción se despierta con la perspectiva de poder memorizar cinco capítulos, simplemente pregunto, ¿por qué no lo haces? Algunos alzan sus ojos, pero algunos se han embarcado en la misión. Ahora te extiendo el desafío. Si nunca has memorizado un capítulo, el desafío es empezar con uno. Si tienes el hábito de memorizar, escoge tres y grábalos en tu corazón. El desafío: durante toda la vida, escribe y mantén cinco capítulos diferentes (o secciones más largas de la Escritura) en tu corazón. Artículo publicado por Desiring God | Traducido por Marcos Juárez Molina

Greg Morse

Greg Morse es un estratega de contenido para desiringGod.org y graduado de Bethlehem College & Seminary. Él y su esposa Abigail viven en San Pablo.

Artículos por categoría

Artículos relacionados

Artículos por autor

Artículos del mismo autor

Artículos recientes

Te recomendamos estos artículos

Siempre en contacto

Recursos en tu correo electrónico

¿Quieres recibir todo el contenido de Volvamos al evangelio en tu correo electrónico y enterarte de los proyectos en los que estamos trabajando?

.