¿Soy llamado? de Dave Harvey: Una guía para discernir el llamado pastoral

Dave Harvey ofrece una guía profunda para quienes se preguntan si han sido llamados al glorioso ministerio pastoral.
Foto: VaE

¿Cómo saber si Dios te ha llamado al ministerio pastoral?

Esta es la pregunta que muchos hombres con un fuerte deseo de servir en este ministerio se hacen con frecuencia. Si tú también te la estás haciendo, entonces el libro ¿Soy llamado? de Dave Harvey es para ti. De manera pastoral, el autor guía al lector en una evaluación profunda sobre el llamado al pastorado, para que al final puedas responder con seguridad y dar los pasos necesarios.

El Dr. Harvey es presidente de Sojourn Network, pastor de la iglesia Summit en Florida y fundador del ministerio “Am I Called”. Anteriormente, fue responsable de la plantación y el cuidado de iglesias, así como de la expansión internacional del ministerio Gracia Soberana (Sovereign Grace Ministries). Con su vasta experiencia como pastor y mentor de otros, Harvey es sin duda una persona calificada para escribir sobre el llamado pastoral.

Este libro se compone de diez capítulos, subdivididos en tres partes. Al inicio de cada capítulo, se incluye una breve historia de un “héroe de la fe” y su llamado, lo que aporta una dimensión histórica interesante. Además, el autor sugiere al final de cada capítulo libros recomendados para profundizar en el tema tratado.

El Dr. Harvey es presidente de Sojourn Network, pastor de la iglesia Summit en Florida y fundador del ministerio “Am I Called”. / Foto: The Church Office

Primera parte: “Una aproximación al llamado”

La primera sección, titulada “Una aproximación al llamado”, se enfoca en lo que es el llamado en sí mismo. A lo largo de tres capítulos, el Dr. Harvey expone qué es un llamado, quién es el que llama y el contexto en el que se da el llamado. 

En el primer capítulo, “La convocatoria como yo la veo”, define el concepto de llamado y explica por qué escribió el libro: “Una convocatoria es un llamado a salir de algo para pasar a otra cosa… está escrito para hombres que algún día podrían ser pastores” (16).

Si Dios es quien llama, entonces surge la pregunta: “¿A quién llama?” Harvey responde: 

Dios no escoge al azar a aquellos a quienes llama; tampoco es al azar lo que los llama a hacer. Él no nombra burócratas en Su iglesia; nombra hombres de carne y hueso, llenos de errores y equivocaciones como tú y yo. Dios toma a un hombre cualquiera, moldea su carácter, le otorga Su gracia, lo prueba, lo cuida con celo y lo arrincona en ciertas circunstancias. Y así obtienes un pastor (18).

Aunque hay controversia sobre el término “llamado”, Harvey afirma que, al igual que existe un llamado a la salvación, también debe haber un llamado al ministerio pastoral. 

En el segundo capítulo, “Convocado para el Salvador”, conecta el llamado eficaz a la salvación con el llamado al ministerio, señalando que lo importante no es el llamado en sí, sino el que llama, es decir, Dios mismo: “El llamado al ministerio no solo es consecuencia del llamado a Cristo, sino que es una parte intrínseca de él. De hecho, solo porque nuestro llamado a Cristo ha sido asegurado mediante el evangelio de la cruz, podemos explorar el llamado al ministerio” (37).

En el tercer capítulo, Harvey menciona que el contexto del llamado es la iglesia local: “La iglesia local es el contexto esencial para el ministerio pastoral. Esto significa que, si eres llamado al ministerio pastoral, eres llamado a la iglesia” (50). En otras palabras, no hay tal cosa como un pastorado desconectado de los creyentes reales de una congregación específica.

Al igual que existe un llamado a la salvación, también debe haber un llamado al ministerio pastoral. / Foto: Lightstock

Segunda parte: “Un diagnóstico del llamado”

La segunda sección, la más extensa del libro, se enfoca en el carácter del llamado, ofreciendo preguntas diagnósticas basadas en 1 Timoteo 3 y Tito 1 para ayudar al lector a evaluar su carácter pastoral. En el cuarto capítulo, “¿Eres piadoso?”, Harvey comenta al respecto del carácter: “El hombre llamado al ministerio no es un súper cristiano que se rige por una ley moral diferente. No, es solo un hombre llamado, con dones que le permiten guiar al pueblo de Dios y con la gracia que lo ayuda a ser ejemplo” (71).

En los capítulos siguientes, se abordan temas del hogar, como el matrimonio y la crianza de los hijos, siguiendo el patrón bíblico. Harvey enfatiza la importancia de ser un líder en el hogar: “El hogar es el lugar más difícil para vivir la vida cristiana… El hogar ofrece el lugar perfecto para descubrir si cumples con los requisitos de carácter enumerados en las Escrituras para el ministerio” (92-93).

Harvey también aborda las capacidades de trabajo y la predicación. En el capítulo seis, muestra por qué el pastor debe predicar y cómo se forma un predicador, y en el capítulo siete, “¿Puedes pastorear?”, el autor analiza 1 Pedro 5:1-4, para que el lector evalúe las motivaciones por las que anhela servir. Aquí se explican las responsabilidades pastorales: “Un pastor es responsable de cuidar del pueblo de Dios, alimentarlos predicando la Palabra, aconsejarlos, protegerlos de falsos profetas y falsas doctrinas” (130).

En los capítulos ocho y nueve, Harvey se enfoca en si el pastor ama a los perdidos y si su llamado es confirmado por otros, mostrando la importancia del evangelismo y el reconocimiento comunitario. La laboral pastoral, más que un ejercicio de dones de enseñanza, tiene que ver con una pasión por el evangelio.

Un pastor es responsable de cuidar del pueblo de Dios, alimentarlos predicando la Palabra, aconsejarlos, protegerlos de falsos profetas y falsas doctrinas. / Foto: Envato Elements

Tercera parte: “La espera”

En la última sección del libro, Harvey ofrece nueve pasos prácticos para prepararse para el ministerio, sugiriendo qué hacer mientras se espera el momento de ser llamado, o qué hacer si Dios confirma que en realidad no hay un llamado al ministerio pastoral. 

Con un tono pastoral, Harvey anima al lector a perseverar en la fe y a tener paciencia. Aunque a nadie le gusta esperar, el autor muestra que la Escritura está llena de ejemplos de hombres que tuvieron que esperar:

Cada vez que alguien es llamado en la Biblia, Dios inserta el tiempo en la ecuación. Mira a Abraham: le fue prometido un hijo a los 75 años, y lo tuvo a los 100. O mira a Moisés: 40 años en el desierto… 2 veces. David vivió en agonía durante 30 años entre su unción y su reinado. Pablo pasó 17 años entre su llamado y el reconocimiento de su papel en la iglesia. ¿Por qué tanto Tiempo? Porque Dios utiliza el paso del tiempo para probar al hombre y santificarlo. Las cualidades de las que hemos hablado en este libro no llegan con facilidad, sino que son labradas en un hombre a través del tiempo (188).

Conclusión: una pequeña crítica a un gran libro

Aunque el libro es excelente en términos generales, un área que podría haberse desarrollado más es la sección sobre el hogar del pastor en el capítulo cinco. Sería útil dividir este capítulo en dos: uno sobre el pastor como esposo y otro sobre el pastor como padre, dado lo crucial de ambos roles.

Pero, a pesar de esta crítica, el libro está lleno de historias personales del autor, lo que lo hace accesible y fácil de relacionar. Como alguien dedicado a instruir a plantadores de iglesias, recomiendo altamente este libro a plantadores, pastores y jóvenes en seminario con el deseo de servir en el pastorado.

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Julio Crespo

Julio Crespo es uno de los pastores en la Iglesia Bautista Central y Director del Programa de Residencia en Plantación de Iglesias, anteriormente ha servido como pastor de la Iglesia Bautista Buenas Nuevas y Glorious Grace Ministry en Lilburn, Georgia por seis años. Creció en Aguada, Puerto Rico y en 1992 se unió a la Fuerza Área donde aún sirve como Capellán Reserva en Maxwell AFB, Alabama. Completó su licenciatura en Ingeniería Electrónica en la Universidad Interamericana de Puerto Rico y posee una Maestría en Divinidad con énfasis en la Gran Comisión del Southern Baptist Theological Seminary. Está gozosamente casado con Jamilie y es padre de cuatro hijos: Jaziel, Ezequiel, Immanuel, y Odeily.

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