Cuando discipulamos a las nuevas generaciones necesitamos estar preparadas para conectar el siglo dieciséis con el veintiuno. El mundo tecnológico y globalizado en el que han crecido suele absorberles y es fácil que pasen por alto pilares fundamentales de la fe. Es importante recordarles que, mientras la cultura popular convierte al otoño en una celebración a los muertos, los discípulos de Cristo celebramos la vida y la libertad.
Mentorear a los más jóvenes implica responder muchas preguntas, tales como: ¿Qué tiene que ver conmigo la Reforma Protestante? ¿Por qué es relevante saber de Lutero, Calvino y todos los demás? ¿Qué relación existe entre la reforma y las mujeres? Responderles con sabiduría, les brinda una mejor perspectiva para fundamentar bien su fe. Quiero compartirte algunas reflexiones para poder conectar a la hora de discipular.
Un poco de historia
A mediados del siglo quince, el alemán Johannes Gutenberg inventó la imprenta de tipos móviles para producir libros en serie y dejar atrás los pergaminos, rollos y códices. En 1455, imprimió y encuadernó el primer libro de la historia occidental: la Biblia. Su Biblia en latín fue el punto de partida de un despertar cultural que abrió la puerta a la producción en serie de libros que ayudaron a la población a aprender a leer (en aquel entonces la mayoría era analfabeta).
Seis décadas más tarde, Martín Lutero convirtió el 31 de Octubre 1517 en una fecha digna de celebrar. Aunque algunos otros ya habían dado pasos importantes para renovar el cristianismo, las acciones de Lutero fueron el momento cúspide de una revolución espiritual. Ese día clavó las páginas de sus noventa y cinco tesis en la puerta de la iglesia de Wittenberg, para denunciar las prácticas religiosas que iban en contra de las Escrituras.
El contenido de las tesis de Lutero fue tan contundente que se imprimieron muchas copias que empezaron a circular por toda Europa, transmitiendo así, un pensamiento más apegado a la Escritura. En los años siguientes se tradujo, imprimió y distribuyó la Biblia en alemán (Biblia de Lutero, en 1534), inglés (Biblia de Coverdale, en 1535) y español (Biblia del Oso, en 1669). Una nueva generación de creyentes tenía acceso a la Biblia, como nunca antes en la historia.
Cada vez más personas se unieron a la protesta para reformar la doctrina y empezaron a escribirse los principios de una fe firme. Uno de ellos es sola Scriptura que, en latín significa solo la Escritura, es decir, la Biblia es la Palabra de Dios, por lo tanto, 1) es la autoridad máxima, 2) el estándar de vida y 3) la fuente de enseñanzas. El verdadero creyente rige e inspira su diario vivir conforme a las Escrituras.
¿Y esa historia qué tiene que ver conmigo?
Particularmente los adolescentes, buscan que la información que obtienen sea relevante y que sea práctica. No quieren saber por saber. Necesitan que una nueva idea les haga sentido para entonces aceptarla y adoptarla. El entorno en el que nacieron los hace pensadores más críticos. Nosotras podemos ayudarles a vincular las acciones de los reformadores con la libertad de la que disfrutan cada día. Esto es algo que puedes responder:
Hoy en día, damos por sentado muchas cosas y una de ellas es el acceso a la información. Prácticamente cualquier cosa que queramos saber, abrimos nuestro teléfono y hacemos una consulta. En los países occidentales, cualquiera puede tener una Biblia impresa o electrónica, pero en el siglo quince y dieciséis la información era escasa. Los reformadores fueron el instrumento usado por Dios para que las personas tuvieran más acceso a la educación y a la Biblia.
Mucho de la vida que conocemos hoy, es gracias a la valentía y perseverancia de muchas personas que sacrificaron su dinero, su tiempo, su libertad y hasta su vida. La persecución y la ejecución ilegal fueron el común denominador de la mayoría de los primeros reformadores, traductores e impresores de la Biblia. Y gracias a ellos, tú y yo podemos leer la Biblia cada día, impresa en papel, o en un dispositivo electrónico.
¿Y qué tiene que ver conmigo como mujer?
Primero, independientemente si una mujer es adolescente o anciana, soltera o casada, con hijos o sin ellos, necesita tener la Escritura como su autoridad máxima, como su estándar de vida y como la fuente de enseñanzas. La relevancia de la sola Scriptura sigue vigente para transformar primeramente nuestra propia vida. Cada una de nosotras tiene frente a sí, la decisión de elegir la vida (Fil 1:10) y permitir que el Señor nos santifique a través de Su Palabra.
Segundo, la sola Scriptura tiene relevancia con la mujer en el tema del discipulado. La Gran Comisión también es un llamado para nosotras, y es importante que lo tengamos siempre presente para poner manos a la obra, por ejemplo, con una chica de 17 años, inmersa en un contexto altamente feminista.
Ella necesita sumergirse y empaparse del agua viva de la Palabra de Dios para vivir de acuerdo al diseño del Señor. Uno de los textos que pudiera guiarla sería: “‘Al contrario’, le contestó Jesús, ‘dichosos los que oyen la palabra de Dios y la guardan’” (Lc 11:28).
Una chica que tiene acceso a este pasaje, puede comprender que el Señor Jesús les habla acerca de la fuente de dicha, alegría, felicidad y gozo: escuchar y obedecer la Escritura.
Mientras el sistema de este mundo les dice a las chicas que su felicidad se encuentra en su belleza física o en una sexualidad distorsionada, la Escritura les recuerda que solo la pueden encontrar exponiéndose a su contenido y poniendo en práctica los preceptos de Dios. Gracias a la labor de todos aquellos involucrados en la Reforma, una jovencita tiene la oportunidad de vivir conforme al diseño de Dios, porque tiene una Biblia para leer y meditar.
Tercero, gracias a una mejor comprensión de la Escritura, las mujeres comenzaron a tener acceso a la educación. Con el nuevo entendimiento se concluyó que las mujeres podían hacer algo más que barrer. Aprendieron a leer, comenzaron a ir a escuelas y universidades y desarrollar así los dones dados por Dios. Por supuesto, no solo estamos hablando de estudiar química, sino que los institutos bíblicos abrieron la puerta a las mujeres.
Así, muchas generaciones después, sigue habiendo mujeres que estudian la Biblia a profundidad y pueden discipular a otras más jóvenes, que a su vez enseñarán a otras más jóvenes (Tit 2:3-5), y así sucesivamente, para hacer nuestra parte en el proyecto de Dios: la familia y la iglesia. Mientras estemos peregrinando en esta tierra, las mujeres tenemos una labor que cumplir. Tenemos la libertad y las herramientas para hacerlo.
¡Qué bendición contar con los medios para estudiar la Escritura y enseñarla! ¡Qué dicha poder discipular a las nuevas generaciones! Cuando miramos hacia atrás, a la historia de la iglesia, podemos valorar la gracia del Señor para con todos, que puso los medios e inspiró a personas para que disfrutáramos la Biblia hoy día. La pregunta con la que quiero que nos quedemos es ¿qué vamos a hacer con el legado espiritual que llegó hasta nosotras?