Aquí tenemos una pregunta que no es rara, aunque, debido a que es un poco fantástica, al principio puede parecernos extraña. Pero es sincera e importante y la recibimos a menudo en nuestros medios. Esta pregunta proviene de una oyente llamada Leslie. “Pastor John, no estoy tratando de obtener consuelo personal al hacer esta pregunta. Honestamente quiero saber: ¿Pueden las personas que están en el cielo mirar hacia abajo y vernos (a sus seres queridos) en la tierra?”. ¿A quién de nosotros no le gustaría saber eso? ¿Quién no ha hecho esta buena pregunta, especialmente aquellos de nosotros que hemos perdido a nuestros seres queridos, así como aquellos que se preguntan si Jonathan Edwards o el apóstol Pablo están mirando hacia abajo? Permítanme decir cinco cosas en respuesta a esta pregunta.
No sabemos con certeza
En última instancia, creo que la respuesta es que no estamos seguros. Al menos, no sabemos en qué medida se les permitirá ver y saber todo lo que sucede en la tierra. Hay al menos un pasaje de la Escritura que algunos escritores interpretarían de manera que deja bastante claro que sí saben lo que está pasando. Llegaré a eso en un momento, pero quiero decir que no arriesgaría mi vida por una posición estricta sobre este asunto, porque no estoy seguro. Pero te diré lo que pienso en un minuto.
Ojos nuevos
Diría que si Dios concede a los santos en el cielo ver el sufrimiento y la miseria, así como también lo bueno en la tierra, podemos estar seguros de que no lo ven con sus viejos ojos imperfectos y que no lo entienden con sus viejas mentes imperfectas, y que no lo evalúan con sus viejos corazones imperfectos. Más bien (podemos estar seguros porque la Biblia lo dice), han sido perfeccionados en el cielo ( Hebreos 12:23 ). Ellos verán, comprenderán y evaluarán todas las cosas de una manera perfectamente espiritual que tenga en cuenta todo lo que necesitan saber para entenderlo y evitar cometer errores. Y así, no dudarán en lo más mínimo de la bondad de Dios o de la sabiduría de Dios en lo que ven. Eso puede ser tan importante como cualquier certeza de si pueden ver.
Nube de testigos
Creo que hay un texto que probablemente lo sugiera. Repito, probablemente lo sugiera. Dios concede a los santos en el cielo ser testigos de la carrera que estamos corriendo en la tierra. Hebreos 12:1 dice: “Por tanto, puesto que tenemos en derredor nuestro tan gran nube de testigos, despojémonos también de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante”. Ahora, la razón por la que eso no es completamente concluyente para mí, como lo es para Henry Alford—él piensa que ese versículo es definitivo; él cree que definitivamente nos ven, nos miran y nos animan— es que la palabra griega traducida como “testigos”, solo un par de versos antes y tres veces al menos en Hebreos 11, es una palabra usada para referirse al testimonio que los antiguos santos dieron de su disposición a morir por la verdad de Dios. Entonces, es posible que Hebreos 12:1, “puesto que tenemos en derredor nuestro tan gran nube de testigos”, simplemente significa que todos los santos en el pasado, cuando murieron, dieron testimonio con éxito de su fe en la tierra y llegaron al cielo a través de su sufrimiento, para que tú también puedas hacerlo, no es que te estén mirando. Pero me inclino a pensar que significa que están mirando, en parte por la imagen de la carrera. Es como si los santos terminaran su maratón al morir. Luego vinieran y se pararan a un lado de la pista de carreras para observarnos. Y se supone que debemos animarnos con eso porque, en esencia, estarían diciéndonos: “Resiste. Confía en Dios. Puedes hacerlo. Lo logramos nosotros, tú también puedes lograrlo”. Yo encuentro eso muy, muy alentador.
El único Mediador que necesitamos
Debemos tener cuidado de no pasar demasiado tiempo pensando en los santos que están arriba, para no caer en la tentación de interactuar con ellos como lo hacen los católicos romanos cuando rezan a los santos y a María. Creo que esto es muy peligroso para la salud de nuestra fe. Ha llevado a muchas personas (millones, me temo) a mirar a los santos y a María en su anhelo de ayuda en lugar de centrarse en Cristo y el trono de la gracia que nos ha abierto. Este mismo libro de Hebreos que acabamos de citar también dice: “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado. Por tanto, acerquémonos con confianza [debido a la obra de Cristo] al trono de la gracia [no a los santos ni a María] para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna” (Hebreos 4:15-16). Cristo es el único mediador entre Dios y el hombre. El Nuevo Testamento no nos anima a convertir a los santos o a María en mediadores mientras buscamos la ayuda de Dios.
Cuidado con el sentimentalismo
Lo último que quiero decir es una advertencia contra el sentimentalismo. Sabes, si ves películas o televisión, tarde o temprano, parece que cada programa que hace que alguien muera va a tener alguna declaración sentimental y superficial; tales como “Bueno, están con los ángeles” o “Están en el cielo” o “Nos están mirando”, sin ninguna referencia a Dios o a Cristo. Todos estamos tentados a esperar que aquellos que no tuvieron fe hasta donde pudimos ver, o que tuvieron poca fe, puedan ser salvos. Por supuesto, Jesús es misericordioso, y el ladrón en la cruz se salvó en su última hora. No somos el juez final. Tal vez Dios cambió el corazón de alguien justo antes de que muriera. Nosotros no emitimos esos juicios. Pero Jesús nos advierte: “Muchos me dirán en aquel día: «Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros[a]?». 23 Y entonces les declararé: «Jamás os conocí; apartaos de mí, los que practicáis la iniquidad»” (Mateo7:22-23). Esa es una advertencia no sólo para nosotros, no sea que nos engañemos pensando que estamos siguiendo a Cristo cuando no lo seguimos. También es una advertencia de que no seamos sentimentales, como si todos los que son buenas personas y murieron estarán en el cielo.
En conclusión
La conclusión es que debemos centrarnos en las grandes realidades principales del Nuevo Testamento, que son sólidas como una roca, absolutamente seguras y llenas de esperanza para todos los que confían en Cristo. Si piensas en los grandes santos del cielo, anímate. Si te ven, te animan a soportar todas las dificultades animándote a centrarte en Cristo.