Hace años, ocurrió algo extraño en las iglesias estadounidenses que me enseñó una lección importante.
Esto es lo que sucedió. En varios lugares del país, se produjo lo que se denominó un “avivamiento de la risa”. Se caracterizaba por manifestaciones de hilaridad incontrolable, rugidos animales, sacudidas violentas y lamentos ruidosos, todo lo cual supuestamente anunciaba el inminente regreso de Cristo. ¿Era esto un «nuevo movimiento del Espíritu»?
Esta es la lección que aprendí: cuando me enfrento a una pregunta teológica desconcertante, empiezo por lo que sé con certeza y lo utilizo para organizar el terreno, eliminar opciones y aclarar la tarea. Paso de lo conocido a lo desconocido. En este caso, dos convicciones sólidas guiaron mi evaluación del “avivamiento”.
¡Cuidado con las apariencias!
Primero, sé que las apariencias místicas pueden ser engañosas. Aunque los creyentes bienintencionados se sienten atraídos por el drama espiritual, la experiencia simplemente no es una prueba adecuada para la verdad.
Una amiga mía había asistido a un servicio de «avivamiento» en el que los asistentes se abalanzaron hacia el frente para el llamado al altar, algunos cayéndose y convulsionando en el suelo delante de ella. Ella le susurró a la persona que tenía al lado: «En la Biblia, esto solo les sucedía a los que estaban poseídos por demonios». Inmediatamente fue acusada de blasfemar contra el Espíritu Santo.
Esto no está bien. La observación de mi amiga era justa, bíblicamente precisa y totalmente apropiada a la luz del caos espiritual que la rodeaba. Sin embargo, fue reprendida por siquiera plantear el tema. Las reprimendas sobre «apagar» el Espíritu, meter a Dios en una caja o no «tocar» a los ungidos de Dios no ayudan a discernir la verdad en este caso.

Un reportaje de Los Angeles Times de la época, mostraba imágenes de fieles efusivos en iglesias del sur de California. El artículo preguntaba: “¿Es esto un avivamiento en la iglesia?”. Me llamó la atención que si Los Angeles Times buscaba un avivamiento, lo estaba buscando en el lugar equivocado. El verdadero avivamiento nunca se mide por lo que ocurre dentro de la iglesia, sino por lo que ocurre fuera de ella.
Los historiadores seculares señalan que el avivamiento wesleyano del siglo dieciocho transformó tanto el panorama cultural de Inglaterra, que salvó a Gran Bretaña de una revolución sangrienta como la que sufrió Francia. Nadie tenía que entrar en una iglesia para saber que Dios se estaba moviendo, porque el avivamiento no se mide por la cantidad de desmayos que se producen en el templo. Ni las risas, ni los vítores, ni los gritos, ni las lágrimas marcan la obra duradera del Espíritu, sino por las vidas transformadas que resisten el paso del tiempo.

La inspiración por parte del Espíritu Santo
Esta es la segunda convicción que guió mi pensamiento. Aunque dudaba de que el Espíritu hubiera inspirado el avivamiento de la risa, estaba seguro de que el Espíritu había inspirado las últimas instrucciones de Pablo a Timoteo.
En 2 Timoteo, la última exhortación del apóstol antes de morir, Pablo pasa la antorcha del evangelio a Timoteo con una seria advertencia: se avecinan problemas. Habrá problemas en el mundo a medida que las personas caigan cada vez más en el caos moral (2Ti 3:1-4). También habrá problemas en la iglesia, ya que los cristianos se volverán hacia mitos que les halagan los oídos en lugar de soportar la sana doctrina bíblica (2Ti 4:3-4).
Pablo entonces le da a Timoteo el antídoto. Su solución se encuentra en tres simples palabras: «Tú, sin embargo, persiste». Aquí está la cita completa:
Tú, sin embargo, persiste en las cosas que has aprendido y de las cuales te convenciste, sabiendo de quiénes las has aprendido… Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra (2Ti 3:14,16-17).

Pablo nunca le dice a Timoteo que mire hacia adelante, hacia el futuro, en busca de nuevos movimientos del Espíritu. Más bien, le dice que mire hacia atrás, a lo que ya ha sido revelado. Todo lo que necesitamos para ser fructíferos y productivos, para ser entrenados en la justicia, para estar adecuadamente equipados para toda buena obra, ya ha sido revelado. Para Pablo, todo lo antiguo seguiría siendo lo correcto.
¿Llegué a la conclusión de que la «bendición de Toronto» era un engaño de los hombres o una trampa del diablo, o que, después de todo, era un movimiento genuino del Espíritu Santo? Ninguna de las dos cosas. Llegué a la conclusión de que no tenía que responder a esa pregunta. Podía ir a lo seguro e ignorarla por completo. ¿Cómo podría quedarme atrás en el plan de Dios si seguía las órdenes que ya me había dado?
No hay nada espiritualmente malo en alguien que no se suba al movimiento evangélico actual. ¿Por qué? Porque desde la redacción final de las Escrituras, siempre miramos hacia atrás en busca de la verdad y la estabilidad espiritual, no hacia adelante en busca de nuevas experiencias.

Aquí hay una regla simple que siempre te protegerá cuando las modas espirituales atraigan a otros: continúa en la verdad que ya ha sido revelada. Por mi parte, tengo las manos ocupadas con mis órdenes originales. No entristeceré al Espíritu si soy fiel a lo que Dios ya ha dicho en lugar de confiar en experiencias nuevas, y tal vez, fugaces o engañosas.
Aprendí que no necesito preocuparme por ningún supuesto nuevo movimiento del Espíritu si tengo mi mano en el arado, haciendo con firmeza la obra del antiguo movimiento del Espíritu. Si tú, de igual modo continúas, entonces también estarás a salvo.
Publicado originalmente en Stand to Reason.