La paternidad es difícil. Uno de nuestros mayores desafíos es criar hijos que sean capaces de existir en este mundo pero no sean de este mundo. Hace poco un lector me pidió algunas ideas al respecto, y esto es lo que tenía que decir. https://youtu.be/fMkL5AvY4R0 Me pregunto si alguna vez has pensado cómo sería criar hijos en un mundo perfecto. Piensa en Dios creando a Adán y Eva para vivir en un mundo perfecto, libre del pecado. Ellos debían ser fructíferos y multiplicarse, tener hijos, traerlos al mundo, en este mundo perfecto. Uno piensa en cuánto de lo que hacemos como padres se relaciona con el pecado, tenemos que disciplinar a nuestros hijos pecadores. Tenemos que advertirles acerca de los peligros que enfrentarán en este mundo pecador. Gran parte de lo que hacemos como padres está orientado a criar a nuestros hijos en un mundo pecaminoso, manchado por el pecado. Creo que lo que hacemos como padres es que a menudo navegamos en el espacio entre criar hijos desesperadamente ingenuos sobre cómo opera el mundo, o hijos muy, muy mundanos. Así que como padres queremos proteger a nuestros hijos, pero también queremos criarlos para que puedan existir y prosperar en este mundo caótico. De eso quiero hablar hoy algunos momentos, pero primero debo hacer una breve introducción. Nuestros hijos nacen a un mundo desastroso. Y si tienes hijos, si has visto niños, es innegable que ellos mismos nacen desastrosos, ¿sí? No traemos hijos perfectos a este mundo desastroso. Traemos hijos desastrosos a este mundo desastroso. Ellos no nacen en un estado de neutralidad, sino en un estado de rebelión, igualmente pecadores. Desde sus primeros días, desean cosas mundanas. Así que algo que tenemos que hacer como padres, uno de los desafíos de los padres cristianos, es ayudar a los hijos a ver la mundanalidad por lo que es. Necesitamos ayudarles a desear lo que honra a Dios y no lo que lo deshonra. Así que, lo que hacemos como padres es preparar a nuestros hijos para vivir en este mundo. Como dije, estamos tratando de hallar ese espacio entre dejarlos ser desesperadamente ingenuos, y un día salgan de nuestro cuidado y no sepan nada sobre cómo funciona el mundo. O criarlos para que sean tan mundanos que se sientan atraídos por el mundo. Ya conocen el mundo porque ya son del mundo. Ese es un verdadero desafío, y hace poco recibí un correo de un lector que me pedía un pequeño consejo u orientación al respecto. Y creo que él, como yo, ha visto que esto sale mal en un par de direcciones diferentes. Hemos visto niños totalmente ingenuos sobre cómo funciona el mundo. Y luego llega el momento cuando salen del cuidado de sus padres. Quizá salen de la universidad, o simplemente crecen y se van a vivir solos, y entonces está la tentación de volverse totalmente locos. ¿Por qué? Porque no han visto el mundo. No han visto que el atractivo del mundo nunca se condice con lo que realmente entrega. El pecado del mundo siempre promete en demasía y entrega escasamente. Ellos han visto esto así que se zambullen como verdaderos hijos pródigos. Pero, por otro lado, creo que ambos hemos visto hijos que han sido tan expuestos al mundo que ya son realmente mundanos. Para cuando salen del cuidado de sus padres, no les interesan las cosas de Cristo porque el mundo ha estado tan presente en su crianza que ya están totalmente inmersos en él. Así que ese es nuestro desafío como padres. Navegar en ese espacio, criar hijos que estén en el mundo pero no sean del mundo. Es un llamado muy difícil. ¿Cómo, pues, criar hijos conscientes del atractivo del mundo pero también conscientes de que el mundo no entrega lo que promete? Ese verdadero gozo, verdadera esperanza y vida realmente significativa se encuentran en Cristo al estar en, pero no ser del mundo. Pienso en algunas cosas, y la primera es criar a los hijos en torno a la Biblia. Enseñarles la Biblia continuamente desde sus primeros días, porque la Biblia aborda el pecado con franqueza. No es necesario exponer a nuestros hijos al pecado de formas crasas para presentarles el concepto del pecado. Podemos leer la Biblia, presentarles a Dios a través de su Palabra. Y allí verán el pecado descrito, pero también verán sus consecuencias. Pienso especialmente en el libro de Proverbios, escrito especialmente para jóvenes cristianos para que vean, este es el adulterio, así se ve, es atrayente, llama, incita, es deseable, pero mira las consecuencias sumamente devastadoras. Eso hace la Biblia mediante la enseñanza, mediante historias, y también el ejemplo. Así que al exponer a los hijos a la Palabra de Dios, llegarán a ver —esperamos— que el pecado es horrible. Se siente bien, se ve bien, es atractivo, pero al final es mortal. Lo siguiente que diría, cría a tus hijos en torno a la Palabra, críalos junto a cristianos, así que críalos en la iglesia. ¿Y cuál es el gozo de estar en la iglesia? Hay mucho, pero escuchan de personas que vienen a la fe, personas que se hacen miembros de la iglesia o son bautizadas en la iglesia. Ellos cuentan cómo vinieron a la fe. Esperamos que ellos hablen con otros creyentes, con tus amigos, con pastores, quienes también pueden contar sobre el atractivo del pecado, pero esto es lo que aprendí. Esperamos que haya personas en sus vidas a quienes puedan acudir en momentos de crisis que les ayuden a entender qué es el pecado y por qué deben evitarlo, y entender por qué la mundanalidad es tan atrayente pero también tan mortal. Así que cría a tus hijos en torno a la Escritura, en torno a cristianos, especialmente en la iglesia local. Y luego cría a tus hijos para que sean realmente sabios. Aileen y yo nos concentramos en permitir que nuestros hijos vieran el pecado y sus consecuencias, aun cuando eran muy jóvenes, pero de forma apropiada a su edad. Pienso en personas que conocí hace mucho tiempo que tuvieron una caótica situación en su familia, y se venía un divorcio. Así que determinaron eliminar esa faceta de la familia para que sus hijos no quedaran expuestos al concepto de divorcio. Yo pensé que eso no era sabio, porque creo que tiene valor permitir que los hijos vean el divorcio, entiendan esta categoría del adulterio que causó el divorcio, que causó tanto dolor. De esa forma se permite que los niños vean, de forma apropiada, las consecuencias del pecado. Permite que los padres analicen cómo llegaron a esa situación, y el dolor y el trauma que causa. Así que, de formas apropiadas a la edad, y aumentando con el tiempo, permite que tus hijos vean el pecado, que estén en el mundo, que tengan amigos incrédulos, que pasen tiempo con nuevos creyentes, que vean que el pecado nunca vale la pena. Y esperamos y confiamos en que, con el tiempo, mientras los hijos ven esto en la Escritura, en la iglesia y el mundo alrededor, pierdan parte de su deseo por la mundanalidad. Verán que el verdadero gozo realmente se halla en Cristo. Que el verdadero gozo, una vida realmente significativa y bella, se encuentra en el mundo pero no es del mundo. Se halla al estar enfocado en Cristo, al amar a Cristo, al honrarlo, deseando hacer su voluntad. Así que no sobreprotejas a tus hijos, no los arrojes al mundo donde este los abrumará, pero tampoco los retengas totalmente del mundo. Deja que lo vean, con el tiempo permíteles ver más, y entonces, mamá y papá, sean quienes lo interpretan para ellos. Esto les ayuda a entender que el pecado nunca entrega lo que promete. Espero que esto te resulte útil. Nos vemos pronto.