Mujer, modela tu rol con gracia

¿Es posible abrazar con gracia el diseño de Dios para la mujer en un mundo que lo rechaza? Una reflexión honesta, compasiva y bíblica sobre cómo vivir nuestro rol con sabiduría.
Foto: Lightstock

En los últimos años Dios me ha llevado por un amoroso y duro proceso para comprender mi propósito y abrazar mi rol como mujer creyente. Hoy, por Su Palabra, tengo la firme convicción de que la mujer fue creada por Dios, para ser ayuda idónea de su esposo y para ser madre (Gn 2:18-23; 1Ti 2:15).

Sé que esta aseveración puede ser un ruido incómodo para muchas, como sin duda, lo habría sido para mí hace diez años, a pesar de ser cristiana. Es impresionante como la doctrina del feminismo se ha arraigado tan fuertemente en el pensamiento humano, que ha logrado convencer incluso a la mujer creyente de que esa es la forma correcta de pensar y vivir, pero, la verdad es que el plan original de Dios para nosotras es mucho mejor que el plan que el mundo nos ha trazado.

Gracias a Dios y Su misericordia, hoy puedo ver un despertar en las mujeres cristianas, rindiéndose a la voluntad de Dios para sus vidas y familias, con las implicaciones que esto conlleva. Cada vez hay más mujeres que, a pesar de ser juzgadas por la sociedad y hasta por sus familiares, desean cumplir con su papel y renunciar a las ganancias terrenales, enfocándose con fe en lo eterno.

Sin embargo, aun cuando esto es maravilloso, también he visto mujeres sufrir porque quieren “cumplir su rol” y no pueden, pues quizás, sin querer, algunas hemos modelado el papel de la esposa o madre cristiana de una manera radical y sin gracia. Ser ama de casa, educar a tus hijos en el hogar, no trabajar fuera, puede ser parte de lo que implica abrazar tu rol como mujer, pero esto no aplica para todas. Debemos vivir por principios y aplicarlos a nuestra realidad.

El propósito de la mujer no está en los moldes del mundo, sino en el diseño de Dios: vivir con fe, gracia y convicción. / Foto: Lightstock

La sabiduría al desempeñar nuestro rol

Recuerda, fuimos creadas para ser ayuda de nuestro esposo y para ser madres (Gn 2:18-23; 1Ti 2:15). Partiendo de ese principio, pensemos en un par de situaciones donde podemos aplicarlo:

Situación 1. Tal vez tu esposo está desempleado, ves que cada día se esfuerza buscando un trabajo, pero no lo consigue, en cambio tú, de manera providencial tienes una oferta de empleo o se te ha ocurrido una idea para ganar dinero para el hogar, que los podría mantener a flote mientras tu esposo consigue algo. Es verdad, puede que no sea la situación ideal, pero si ambos están de acuerdo, esa es la forma cómo serías ayuda para tu esposo en este momento en particular.

Situación 2. Las labores del hogar son interminables, y pueden llegar a abrumar hasta al ama de casa más capaz, tal vez educar en casa a cuatro niños de diferentes edades sea algo muy difícil de manejar, tu estrés está al límite y tus hijos no te ven feliz, al contrario, siempre estas cansada e impaciente, corriendo de una ocupación a otra. El que vayan a la escuela puede que sea una ayuda, que te permita reducir el caos, hacer las labores del hogar, y ser una madre presente para sus hijos cuando llegan a casa.

Vivir para la gloria de Dios no es una caja en la cual tienes que caber sí o sí, vivir para la gloria de Dios es poner a Cristo en el centro de nuestra vida y tomar decisiones basadas en Su Palabra (1Co 10:31), aplicando los principios bíblicos a cada cosa que hacemos y esto puede verse muy distinto en cada familia.

Ser ayuda idónea es aplicar con sabiduría los principios bíblicos según cada realidad. / Foto: Envato Elements

Cristo es el estándar de vida, no nosotras

Efesios 2:8 y 12-13, nos recuerda de donde Dios nos ha traído solo por Su gracia y por la obra de Jesucristo, que las convicciones que hoy tenemos no vienen de nosotras pues la fe es un don de Dios. Por lo tanto, no debemos pretender ser el estándar de vida para las demás. Muchas mujeres que apenas están cambiando de convicciones pueden venir con preguntas y algunas, erróneamente, con un concepto de nosotras más elevado del que deberían tener. Por lo tanto, necesitamos ser humildes, estar listas para escuchar primero y mientras lo hacemos, oremos por sabiduría para dar consejos que no suenen como imposiciones sin misericordia (Stg 1:19).

No debemos temer en mostrarnos honestas y vulnerables frente a nuestras hermanas menos maduras en la fe, podemos confesar que todas estamos en la misma lucha, nadando contra la corriente del mundo. Unos días podemos terminarlos sintiéndonos victoriosas, y otros completamente derrotadas, sin embargo, hay gracia para cada día y Sus misericordias son nuevas cada mañana (Lam 3:23).

No temamos ser honestas: todas luchamos contra la corriente y necesitamos caminar juntas en la fe. / Foto: Lightstock

Vivamos y animémonos unas a otras a vivir poniendo la mirada en Cristo y en la eternidad, a correr a Él cada vez que el mundo venga con sus ideas y juicios irrespetuosos u ofensivos hacia nuestra fe y estilo de vida, pues nuestras convicciones son locura para ellos (1Co 2:14).

Nuestras hermanas menores necesitan ser animadas y aconsejadas en amor tierno y misericordioso como el de Cristo, nuestro único estándar de vida. Él es de quien El Padre dijo estar complacido (Mt 3:17; 17:5). A Él podemos correr cuando somos débiles y estamos abrumadas por las presiones de esta sociedad actual, donde cada día es más difícil vivir el modelo original de Dios para nuestros hogares. Es solo por la obra de Su Santo Espíritu y confiando en que Su plan es mejor, que podremos perseverar en hacer Su voluntad.

Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.

Hebreos 4:16

Ehiby Martínez

Ehiby vive en Tegucigalpa, Honduras. Es hija de Dios, esposa de Rudy, madre de Benjamín y Abigail. Médico General con Maestría en nutrición y dietética, docente en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras.

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