“…Todos, revestíos de humildad en vuestro trato mutuo, porque DIOS RESISTE A LOS SOBERBIOS, PERO DA GRACIA A LOS HUMILDES” 1 Pe.5:5
Como personas cristianas, cuando evaluamos cómo nuestras culturas están cambiando y cómo los países grandes y progresistas están imponiendo sus ideologías a sus ciudadanos y sobre otros países, no solamente políticamente sino a través del entretenimiento y a través del sistema educativo, nos sentimos abrumadas. Parece ser que los valores cristianos están desapareciendo y la batalla que tenemos por delante es mucho mayor de la que pudiéramos ganar. Lo que siempre estimamos como sentido común, ahora es considerado como anticuado y retrógrado, por lo cual, en la actualidad, debemos evitar vivir vidas individualistas. Este es un tiempo para mantener la unidad entre nosotras además de mantener nuestra devoción a Dios, el único que puede ganar la batalla. Sin embargo, yo me pregunto si nuestro peligro mayor viene de fuera o si en realidad viene de nosotras mismas. A la luz de la Palabra, al comparar lo que está ocurriendo, me pregunto si existe la posibilidad de que Dios haya entregado esta generación a sus propios deseos y pasiones (Ro. 1:18-32), y de no darse un cambio, si pudiera darse en un futuro cercano. Como Dios no cambia (He. 13:8), lo que está haciendo en este tiempo lo pudiera estar haciendo por la misma razón que lo hizo en el pasado, es decir, para que nos arrepintamos y volvamos a Él. Confiar en Dios y solamente en Dios es lo mas importante para los cristianos; sin embargo, al igual que lo que ocurrió con los israelitas, hemos corrido tras otros dioses y es tiempo de clamar a Él. Nuestro Dios es fiel y así como perdonó al pueblo hebreo, si nos volvemos a Él, nos perdonará y nos librará de nuestros enemigos. Entonces debemos preguntarnos, ¿Cómo podríamos estar corriendo tras otros dioses? No nos estamos inclinando ante estatuas porque las mismas no son los dioses de nuestros tiempos. Nuestros dioses son más sofisticados y más difíciles de identificar, a menos que pausemos y evaluemos nuestras vidas. La razón por la cual el pueblo hebreo en el Antiguo Testamento fue tras dioses ajenos, fue porque no confiaron en el único Dios, y entonces, buscaron otros medios que le parecieron lógicos para conseguir sus deseos. ¿Cómo luce esto hoy en día? Es importante que recordemos que siempre que Dios ha llamado la atención a Su pueblo, ha comenzado con los líderes ya que ellos son quienes guían al pueblo en una dirección u otra. En este sentido, les comparto algunas preguntas de introspección para que podamos sincerarnos con Dios, y orar para que Él nos revele en qué áreas nos hemos desviado.
- ¿Con que frecuencia trabajamos más para un ministerio que para Dios? (Mt. 6:24) Nosotras debemos ser obreras del Reino colocadas en una iglesia local o ministerio, pero para Su gloria.
- ¿Con que frecuencia nos sentimos intimidadas cuando pensamos en invitar charlistas de otras iglesias o ministerios, cuando debiéramos celebrar la obra de Dios en cada una de sus hijas? (Fil. 2:4)
- ¿Es posible que utilicemos métodos del mundo para hacer avanzar nuestro ministerio?
- ¿Es posible que estemos interesadas en que otros nos conozcan, más que en ayudar a otros ministerios para que ellos sean conocidos? (Mc. 15:10)
- ¿Con que frecuencia juzgamos el éxito por el número de personas que nos siguen, por las donaciones que recibimos, por la cantidad de personas que vienen a nuestras conferencias o cultos, o por la cantidad de “likes” que recibimos en nuestra página?
- ¿Hemos sentido alguna vez envidia cuando Dios bendice otros ministerios, en vez de gozarnos con los que se gozan (Ro. 12:15) y entramos en competencia con ellos? (Gál. 5:26)
- ¿Hemos caído en la trampa de formar celebridades cristianas en vez de formar mujeres piadosas? (Stg. 4:16)
- ¿Estamos viviendo vidas individualistas y solamente nos reunimos con aquellos que nos pueden servir? (1Co. 12:14)
- Cuando nos llenamos de temor, ¿con que frecuencia vamos a Dios confiando en que Él hará lo mejor? (1 Jn. 4:18)
- ¿Con que frecuencia nos enojamos cuando no nos usan en el ministerio? (1Pe. 5:5).
Si esta es la forma como hemos estado trabajando, entonces hemos puesto nuestra confianza en ídolos y ¡necesitamos arrepentirnos y volver a Dios! Aunque los ataques de afuera son fuertes, nuestro Dios es aún más poderoso, la única forma de ganar esta lucha es dejando que Dios libre la batalla por nosotras (2 Cr. 20:15). Sus caminos y pensamientos no son los nuestros (Is. 55:8-9) y la única manera de ganar es obrando de la manera que Él quiere. Dios nos ha dado ejemplos bíblicos para que aprendamos de Su poder y sabiduría. Hemos visto cómo los israelitas caminaron por 7 días alrededor de la muralla de Jericó, lo que no tiene sentido, sin embargo, Dios derribó la muralla por su obediencia. En el libro de Jueces, leemos cómo Dios ordenó a Barac bajar de la montaña hacia el valle, lo que no tenía nada de lógica militar porque Sísara tenía 900 carros de hierro que obviamente funcionarían mejor en tierra plana que en la montaña donde estaban. Sin embargo, al obedecer y bajar la montaña, Él Señor envió un terremoto junto con un aguacero para que los carros se atascaran en el lodo y Dios ganó la batalla para Barac. Dios espera que confiemos en Él y no en nuestra lógica o habilidades. ¡Utilizar la sabiduría del mundo realmente es no confiar en nuestro Dios!, y esto tendrá sus consecuencias. Nuestras peores amenazas realmente vienen de nosotras mismas y nuestra desobediencia ha producido la situación que estamos viviendo. Si queremos Su ayuda, ¡ahora es el tiempo para arrepentirnos y volver hacia Él!, y tener la actitud de nuestro Señor: “Haya, pues, en vosotros esta actitud que hubo también en Cristo Jesús el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres” (Fil. 2:5-7). ¡Bendiciones! Cathy