Los necios de Proverbios

Consideraciones sobre los necios retratados en Proverbios. ¿Somos con ellos?
Foto: Unsplash

La persona perversa. “El perverso provoca contiendas, y el chismoso separa a los mejores amigos” (16:28). Al igual que un pirata informático crea un virus y lo libera para que se propague por Internet, la persona perversa crea conflictos, amargos desacuerdos, y los siembra en sus relaciones. Puede hacerlo mediante la calumnia, el chisme y la murmuración, siempre con el propósito de poner a otras personas en contra de su víctima. Su perversidad tiene como objetivo dañar a los demás. 

El amante de la transgresión

“El que ama la transgresión ama la contienda; el que alza su puerta busca la destrucción” (17:19). En lugar de amar y perseguir todo lo que es bueno y hermoso en el mundo, esta persona ama el pecado, ama la contienda, ama lo que es malo y feo. “¿Quién sino el que ama el pecado puede amar las contiendas? Él disfruta de una buena pelea, ya sea que él mismo esté en el ring o esté entrenando desde la esquina. Alzando la puerta (abriendo la boca con orgullo) encuentra lo que busca: que alguien sea aniquilado”. 

El necio obstinado

“Los labios del necio traen contienda, y su boca llama a los golpes” (18:6). Proverbios identifica al menos tres tipos diferentes de necio. Este es necio no por alguna deficiencia mental, sino “por su propensión a tomar decisiones equivocadas”. Lleva consigo la contienda dondequiera que va, simplemente por su insensatez. La contienda es parte de lo que es, parte de lo que hace. Las palabras de este necio provocan problemas, “llamando a los golpes”, prácticamente pidiendo una paliza.

El necio lleva consigo la contienda dondequiera que va, simplemente por su insensatez. / Foto: Envato Elements

El necio moralmente deficiente

“Es honra para el hombre eludir las contiendas, pero cualquier necio se enredará en ellas” (20:3). Este tipo de necio es aún peor que el obstinado. Se pone en evidencia en cuanto abre la boca, porque sus palabras demuestran que carece por completo de bondad y de gracia. Es bastante insoportable y causa problemas dondequiera que va.

El escarnecedor

“Echa fuera al escarnecedor, y saldrá la discordia, y cesarán la contienda y la ignominia” (22:10). El escarnecedor hace repetidas apariciones en Proverbios y aprendemos a no enredarnos con él porque se niega a escuchar la reprensión, carece de sabiduría, está lleno de orgullo y no busca ni escucha el consejo de los demás. Es tan odioso que al final todos se apartan de él, negándose incluso a relacionarse con él.

El escarnecedor está lleno de orgullo y no busca ni escucha el consejo de los demás. / Foto: Pexels

El hombre contencioso

“Como el carbón para las brasas y la leña para el fuego, así es el hombre rencilloso para encender contiendas” (26:21). Si pones un trozo de leña cerca de las brasas calientes, es solo cuestión de tiempo que la leña estalle en llamas. Del mismo modo, si permaneces demasiado tiempo en presencia de una persona contenciosa y rencillosa, es solo cuestión de tiempo que acabes enzarzado en una batalla. Esta persona contenciosa siempre está dispuesta a discutir y ningún asunto es demasiado grande o demasiado pequeño. 

El hombre arrogante

“El hombre arrogante suscita rencillas” (28:25). La soberbia va de la mano de la contienda, por lo que no es de extrañar que la arrogancia conduzca a la contienda. Por eso las personas orgullosas acaban tan a menudo discutiendo con otras y por eso es tan difícil resolver esos conflictos. La pacificación y el mantenimiento de la paz requieren humildad.

La soberbia va de la mano de la contienda, por lo que no es de extrañar que la arrogancia conduzca a la contienda. / Foto: Getty Images

El hombre airado

“El hombre airado suscita contiendas, y el violento abunda en transgresiones” (29:22). La persona cuya vida se caracteriza por la ira es una persona que suscita constantemente contiendas, las crea donde no tienen  qué existir, manteniéndolas  en lugar de resolverlas. Proverbios nos advierte de que no nos asociemos estrechamente con este tipo de persona airada, no sea que adoptemos sus costumbres sin querer. No solo eso, sino que esta persona airada tiene la capacidad, y quizá incluso el deseo, de provocar problemas entre los demás, de forzar su ira más allá de sí misma.

¿Qué hacemos con esas personas provocadoras? ¿Cómo nos relacionamos con ellas? “En la mayoría de los casos, sabrás de antemano que tus posibilidades de resolver pacíficamente un conflicto con una persona así son muy escasas. Por regla general, lo mejor que puedes hacer es advertirle de las consecuencias de sus actos y apartarte de su camino”. Pero, lo que es aún más importante, ¡busca esos rasgos provocadores dentro de ti y acaba con ellos!


Este artículo se publicó originalmente en Challies.

Tim Challies

Tim Challies es uno de los blogueros cristianos más leídos en los Estados Unidos y cuyo BLOG ( challies.com ) ha publicado contenido de sana doctrina por más de 7000 días consecutivos. Tim es esposo de Aileen, padre de dos niñas adolescentes y un hijo que espera en el cielo. Adora y sirve como pastor en la Iglesia Grace Fellowship en Toronto, Ontario, donde principalmente trabaja con mentoría y discipulado.

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