¿Cuál es el mejor momento para pasar tiempo en oración y meditación en la Palabra de Dios? Para mí, es la madrugada (con cuatro niños pequeños en casa, todos los cuales suelen estar dormidos, este es el único momento de tranquilidad en mi hogar). Este tiempo también tiene la ventaja de comenzar el día atando tu corazón al mástil que es Cristo. Esta fue la práctica de muchos de los antiguos teólogos, desde Calvino hasta Edwards y Spurgeon. En nuestra era de iPhones y Facebook, esta cuestión quizás nunca haya sido más importante, y haríamos bien en escuchar a un antiguo teólogo que escribió sobre este aspecto fundamental de la piedad práctica, un antiguo teólogo que aparentemente pensaba que el sueño estaba sobrevalorado.
William Law (1686–1761) fue un teólogo puritano inglés, mejor conocido por escribir obras en la categoría de la piedad práctica, una categoría que hoy llamamos “vida cristiana” o “literatura devocional”. Su obra más famosa fue un clásico titulado A Serious Call to a Devout and Holy Life [Un serio llamado a una vida santa y devota]. En la obra, argumenta con firmeza que la mejor manera en que un cristiano puede comenzar su día es levantándose muy temprano y dedicando las primeras horas a la oración y la meditación en las Escrituras. Law modeló aquello sobre lo que escribió: “Su propio día, que comenzaba a las 5 a. m., estaba cuidadosamente planificado para permitir tiempo para la lectura, la escritura y las obras de caridad, así como la oración”.¹

Law sentía que madrugar preparaba al cristiano para enfrentar la batalla espiritual que le esperaba cada día. Permite que las palabras de Law te animen a practicar esto, y no te pierdas lo que dice sobre el sueño al final del primer párrafo:
Si nuestro bendito Señor solía orar temprano antes del amanecer; si pasó noches enteras en oración; si la devota Ana estaba en el templo de día y de noche; si San Pablo y Silas, a medianoche, cantaban alabanzas a Dios; si los cristianos primitivos, durante varios cientos de años, además de sus horas de oración durante el día, se reunían públicamente en las iglesias a medianoche para unirse en salmos y oraciones; ¿no es cierto que estas prácticas mostraban el estado de su corazón? ¿No son pruebas claras de la disposición total de sus mentes? El sueño es… un estado de existencia torpe y estúpido.
Si te levantaras temprano cada mañana como un acto de autodisciplina, como un método de renunciar al placer, como un medio de redimir tu tiempo y preparar tu espíritu para la oración, encontrarías enormes beneficios en ello. Este método, aunque parece una circunstancia pequeña de la vida, probablemente sería un medio de gran piedad. Mantendría constantemente en tu mente que la suavidad y la ociosidad deben ser evitadas, que la autodisciplina es parte del cristianismo. Te enseñaría a ejercer dominio propio y te haría capaz, con el tiempo, de renunciar a otros placeres y tendencias que combaten contra el alma…
Pero, sobre todo, hay un beneficio seguro en este método: te preparará de la mejor manera para la recepción del Espíritu Santo. Cuando comienzas el día con espíritu de devoción, renunciando al sueño porque debes renunciar a la comodidad y redimir tu tiempo; esta disposición, además de poner tu corazón en un buen estado, atraerá la asistencia del Espíritu Santo; lo que es plantado y regado de esta manera ciertamente tendrá un crecimiento dado por Dios. Entonces hablarás desde el corazón, tu alma estará despierta, tus oraciones te refrescarán como el alimento y la bebida, sentirás lo que dices y comenzarás a comprender lo que los santos y hombres piadosos han querido decir con los fervores de la devoción.²
¹ Citado en John Piper, Cuando no deseo a Dios: Cómo luchar por el gozo (Wheaton, Ill: Crossway, 2004), 159.
² William Law, Una seria llamada a una vida devota y santa (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1966), 144-150.
Publicado originalmente en Founders Ministries.