Hace poco leí un artículo que me causó tristeza, pero no me sorprendió en Risen Motherhood. El evangelio nos libra de la vergüenza: abrazando la intimidad con un cuerpo postparto, Lauren Washer escribe sobre una común experiencia entre las mujeres que han dado a luz uno o más bebés; “Nunca pensé que mis sentimientos hacia la intimidad sexual cambiaran tan drásticamente después de tener bebés. Con cada embarazo y kilo extra sobre mi cuerpo he batallado para creer que mi esposo me desea”. Ella continúa explicando porqué batalla en creer esto: La cultura nos dice a las mujeres que debemos tener abdómenes planos y una piel perfecta. Sentimos la presión de solamente ganar bastantes kilos durante el embarazo y luego los ocultamos después de dar a luz. Cuando vemos las fotos perfectas de las celebridades sosteniendo a sus bebés de días de nacidos, es tentador creer que esto sea normal. Entonces, al llegar a casa del hospital en nuestros pantalones de yoga y ropa postparto, empezamos a sospechar que algo anda mal. Al pasar los días y las semanas y ver cómo permanecen las estrías, las barriguitas blandas y las ojeras, podemos vernos y sentirnos indignas del afecto físico y alejándonos de la intimidad sexual con nuestros esposos. Si esta experiencia no es universal, estoy seguro de que por lo menos es muy común. Por esta razón, me agrada que Washer hable al respecto y que lo haga a la luz del evangelio, que trata tan tajantemente con la vergüenza. Sin embargo, me gustaría usar una estrategia diferente al hablar de parte de los maridos. Por supuesto que no puedo hablar en nombre de todos ellos y ofrecer la perspectiva de un esposo sobre el cuerpo postparto de su esposa, aclarando que hasta este punto envié este artículo a varios amigos hombres que generalmente están de acuerdo con lo que dije.

Comprendo el porqué

Comprendo porqué una esposa puede sentir que su esposo ya no la encuentra deseable o al menos tan deseable como antes de tener hijos. De hecho, tiene bastante sentido. De todo lo que aprende una novia durante los primeros días de matrimonio es que su marido es extremadamente visual y se alegra grandemente cuando la observa. Un joven esposo se deleita en el cuerpo de su esposa así como Salomón en el Cantar de los Cantares, disfruta contarle lo que encuentra encantador. Cuando la pareja es joven, libre y desnuda él puede claramente hablar sobre su abdomen plano, la forma de sus pechos, sus curvas u otra perfección de su cuerpo. Puede que no use exactamente el lenguaje del cuarto capítulo de Cantar de los Cantares, que de hecho no recomiendo, pero ciertamente ha fijado sus ojos en cada parte de su cuerpo y que se deleite en esto. Pero después de unos años y unos cuantos bebés ese cuerpo ya no es lo que una vez fue. El estómago ya no es tan plano ni tonificado como solía ser y ahora puede tener estrías o cicatrices de un bisturí. Los senos ya no son los de antes y las curvas no son tan curvas; y la esposa fácilmente deduce que las cosas que anteriormente atrajeron a su esposo ya no son atractivas, y por tanto, ya no la desea, debe estar decepcionado e incluso podría repelerla. Como resultado, se siente avergonzada y esto puede tener consecuencias: En los días en que me alaga por mi aspecto o insinúa deseo de intimidad sexual, volteo los ojos, cuestiono sus palabras y a veces me alejo. Sin embargo, si él no me presta atención cuando me pongo algo nuevo o se queda dormido delante de mí, lo interpreto como falta de interés. En ambos casos, estoy aferrada a mis sentimientos de vergüenza que me hacen saber que ya no soy merecedora de su amor, atención o deseo.

¿Qué debe creer una esposa?

De su cuerpo postparto, una mujer debe creer que el deleite de su esposo en su cuerpo y su deseo por él no ha disminuido, sino que ha aumentado. Su esposo no resiente sus imperfecciones, sino que en cambio, las atesora. Trataré de explicarlo:

Cuando un hombre y una mujer se casan, ambos se convierten en uno e inician una historia juntos que cuentan mediante las experiencias compartidas, éxitos y fracasos, alabanza y secretos. En cuanto al cuerpo postparto, la historia es contada mediante la carne y los hijos que comparten. El cuerpo de la esposa cuenta una parte significativa de la historia, su historia. Un esposo amoroso detalla en el cuerpo de su esposa y ve recordatorios de la vida que han compartido- recordatorios que solamente su cuerpo ha grabado.

La estría sobre su vientre cuenta una historia de un embarazo y los llama a recordar los dulces momentos recostados juntos en el sillón, cuando él recostaba su cabeza sobre su vientre cantando suavemente a la pequeña vida ahí adentro. ¿Será un niño?  ¿Será una niña? ¿Qué nombre le pondrán a su pequeño hijito? La cicatriz de la cesárea cuenta la historia del miedo repentino, la cirugía de emergencia, el parto seguro y el gran regocijo. Aquellos pechos que ya no son los de antes cuentan la historia de la vida que cualquier hombre no se maravilla al ver al bebé alimentándose de su madre. Esas historias son tan buenas que no pueden ser contadas fuera del cuerpo postparto.

Hay una ternura en la manera en que el marido maduro mira la desnudez de su esposa. De joven hizo apasionadamente el amor con una desconocida y aunque estaba enamorado de su cuerpo apenas la conocía. En cambio ahora, hace el amor con ternura a su compañera íntima y a un cuerpo que le es familiar. Sus líneas son sus líneas, sus cicatrices son sus cicatrices, tanto de ella como de él. En algún momento, la belleza de un joven cuerpo dio paso a la belleza mucho mayor de una vida y un alma compartidas. Las cosas que una vez lo atrajeron pueden haberse desvanecido, estirado o estropeado, pero han dado paso a algo mejor y más profundo. Ahora conoce su vientre y sus pechos. Conoce cada parte de ella.

Ese cuerpo postparto es la historia oculta e íntima de su vida compartida. Sus secretos son sólo para ellos: su piel son las páginas y sus cicatrices las palabras de las historias que sólo ellos conocen. Sí, el cuerpo ha sido manchado en la medida en que las historias se han ido desarrollando, pero no, no lo cambiaría por nada en el mundo. Al pasar suavemente su dedo por las líneas y cicatrices, él sabe que ella sacrificó voluntariamente su cuerpo juvenil por éste, para que pudieran disfrutar juntos de las bendiciones de los niños. La honra por ese sacrificio. Atesora su cuerpo por ese sacrificio.

Entonces, ¿cómo ve el marido el cuerpo postparto de su mujer? Con asombro, ya que se le ha dado acceso voluntario a ese cuerpo tantas veces para mirar, tocar y disfrutar. Con ternura, sabiendo que cuenta la historia de gran parte del viaje que han hecho juntos. Con gratitud, reconociendo que ella ha sacrificado su cuerpo para que pudieran disfrutar de la emoción del embarazo, la alegría de los niños y las bendiciones de la familia. Y con deseo, aun anhelando experimentar y aumentar la intimidad que los ha unido durante todos estos años. Atesora cada marca y cada línea como si fueran suyas porque en la sagrada unidad del matrimonio, son suyos.

Tim Challies

Tim Challies es uno de los blogueros cristianos más leídos en los Estados Unidos y cuyo BLOG ( challies.com ) ha publicado contenido de sana doctrina por más de 7000 días consecutivos. Tim es esposo de Aileen, padre de dos niñas adolescentes y un hijo que espera en el cielo. Adora y sirve como pastor en la Iglesia Grace Fellowship en Toronto, Ontario, donde principalmente trabaja con mentoría y discipulado.

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