Hombres cristianos y sus videojuegos

[dropcap]S[/dropcap]i eres un gamer, o al menos un gamer cristiano, a esta altura habrás echado un vistazo a cientos de artículos, cada uno diciéndote que tu juego es triste, un desperdicio, una lástima. Eres inmaduro, eres adicto al placer, eres dependiente de la dopamina. Quizá incluso te hayas sentido comparado con un adicto a la pornografía, pues en muchas mentes la pornografía y los videojuegos van de la mano. Eso no es lo que realmente dicen los artículos, desde luego,  pero sin duda así puede sentirse. Los gamers son un blanco fácil, y mucha gente hace fila para probar puntería.

Desde luego, no es que los videojuegos no tengan sus inconvenientes. No es que los gamers no se hayan ganado al menos parte de esa reputación. Los videojuegos existen en este mundo, a fin de cuentas, y son disfrutados por gente imperfecta. Pero no están más allá de la redención, más allá de lo que podemos disfrutar. Hoy quiero ofrecer algunos simples puntos acerca de los juegos y los gamers.

Antes de eso, una confesión: me fascinan los videojuegos. Al menos me fascinan algunos videojuegos. Me fascinaban cuando era niño, me fascinaban cuando era adolescente, y me fascinan hoy. Eso no significa que juegue mucho. Rara vez me queda un amplio espacio de tiempo donde no haya una larga lista de prioridades superiores. Pero cuando realmente encuentro esos momentos —normalmente en la lenta semana entre Navidad y año nuevo, o una de esas perezosas tardes de lunes después de un largo fin de semana— suelo aprovecharlos. Me divierto. Tal vez incluya a mi hijo en alguna estratégica conquista del mundo. Tal vez me siente con mi esposa mientras resolvemos una aventura o un misterio juntos. O tal vez solo encuentre algo que jugar solo. Lo hago sin vergüenza ni remordimiento.

Hecha esa confesión, quiero hablarles a otros entusiastas acerca de los altos y los bajos de los videojuegos.

Disfruta el entretenimiento. Seamos honestos: los juegos de video tienen poco valor intrínseco. Para la mayoría de nosotros es mera entretención. Pero eso no los vuelve malos. El entretenimiento es una forma totalmente legítima de ocupar tiempo, dinero y energía —de forma razonable, por supuesto—, y los videojuegos son una forma de entretención totalmente legítima. Esto es cierto cuando el juego toma el lugar que le corresponde en la vida, mucho más atrás que las preocupaciones más importantes de la familia, el trabajo, el prójimo, la iglesia. El entretenimiento bien ganado es un regalo que somos libres de disfrutar y no veo una diferencia sustancial entre un videojuego y una película, o entre jugar y leer una novela. No es sustancialmente distinto a pescar, por ejemplo, o tejer, o jugar un poco de golf. Al igual que estas actividades, es relajante, entretenido, en principio no es bueno ni malo. Así que disfruta de la entretención que brindan los juegos.

Pasa por alto los malos. No podemos negar que algunos juegos son inapropiados para cualquiera, más aún para un cristiano. Hoy más que nunca existe una abundancia de juegos que se regodean en la sangre y la masacre, que incluyen violencia sexual, o están llenos de pornografía y obscenidad. Quienes recordamos el escándalo de Leisure Suit Larry o Phantasmagoria una generación atrás sabremos que tales juegos son prácticamente pintorescos para los estándares actuales. No deberíamos tener problema con eludir los malos y debemos hacerlo por convicción y conciencia. Afortunadamente, tenemos acceso a un detallado sistema de clasificación y una abundante colección de sitios de reseñas que pueden alejarnos de los juegos feos. Pasemos por alto los malos y encontraremos muchos que son inofensivos, divertidos, bellos, y a veces incluso geniales.

Juega con libertad. Muchos juegos involucran el sistema de recompensa del cerebro humano, el mismo sistema que puede conducir a la adicción. Aun cuando los juegos no conducen a una completa adicción, pueden causar un uso compulsivo, trasnochadas, o el descuido de las responsabilidades más importantes. Esta cualidad de los juegos es tanto su fortaleza como su debilidad. Sin ella, serían aburridos. El efecto «solo un turno más» o «solo una misión más» es parte de la atracción y el entusiasmo de jugar un gran juego. Pero tenemos que tener el cuidado de mitigar el potencial de adicción o del juego descontrolado con integridad, prioridades, y autocontrol —aquello del carácter cristiano. Juega tus juegos con libertad, la libertad de la moderación que llega con el carácter, la madurez, y una conciencia limpia.

Juega en comunidad. Parte de la alegría del juego siempre ha sido el jugar con otros, y hoy más que nunca los juegos se crean pensando en la posibilidad de jugadores múltiples. A veces esto implica jugar juntos en el mismo aparato y otras veces implica jugar en aparatos separados conectados a través de internet. De cualquier forma, el juego en comunidad puede ser una grandiosa actividad compartida, especialmente entre miembros de la familia. A mi hijo y a mí nos fascina desafiarnos el uno al otro o tomarnos el mundo juntos. Los disfrutamos como una experiencia padre-hijo. Como dije antes, mi esposa y yo a veces nos acomodamos sobre el sofá para un juego de aventura o misterio, o nos unimos a las niñas para algún Lego The Hobbit. Incluso es sabido que juntamos a toda la familia a jugar con Los Beatles en Rock Band. Estos son buenos momentos y buenos recuerdos.

Acepta el desafío. Sé que puede parecer tonto construir un ejército imaginario para invadir una nación imaginaria, o servir como un alcalde ficticio en un pueblo que solo existe en una pantalla. Y sin duda, hay algo tonto en todo esto. Pero cada uno de estos escenarios representa un desafío, y el desafío está en el corazón mismo de los juegos. Ya se trate de resolver enigmas, conquistar mundos, o completar una aventura, los grandes juegos nos enfrentan a situaciones difíciles y nos retan a superarlas. ¡Eso es divertido! Cuando nuestra vida es trivial, estos retos pueden desatar una sensación de aventura y logro. Cuando nuestra vida es compleja, pueden proveer un necesario alivio. El desafío es el punto. El desafío es lo divertido.

Así que lo que yo digo es, adelante, juega tus videojuegos. Disfruta tus juegos. Juégalos por la diversión de explorar, conquistar, experimentar, ganar. Solo juégalos como un cristiano y estarás bien.

Este artículo fue publicado originalmente en inglés en Challies.com.

Tim Challies

Tim Challies es uno de los blogueros cristianos más leídos en los Estados Unidos y cuyo BLOG ( challies.com ) ha publicado contenido de sana doctrina por más de 7000 días consecutivos. Tim es esposo de Aileen, padre de dos niñas adolescentes y un hijo que espera en el cielo. Adora y sirve como pastor en la Iglesia Grace Fellowship en Toronto, Ontario, donde principalmente trabaja con mentoría y discipulado.

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