El Poder está en la Palabra de Dios | Café y Teología

Es normal escuchar a hermanos igualar la ‘buena predicación’ a la ‘buena oratoria’.
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En las últimas semanas hemos recibido varias preguntas relacionadas a la predicación de la Palabra, y en especial, al estilo de predicación. Escuchando y observando a diferentes predicadores latinoamericanos he podido notar un fuerte énfasis en el estilo de la predicación. A un punto en que los dotes de orador son exaltados por encima de la exposición fiel y clara de la Palabra. Por esta razón, es normal escuchar a hermanos igualar la ‘buena predicación’ a la ‘buena oratoria’. Reflexionando sobre esta situación, he notado como el modelo de predicación de muchos pastores sigue como modelo a políticos nacionales. En la Antigua Grecia se habla de Demóstenes como el modelo de la buena oratoria. Decenas de libros se han escrito sobre sus dotes como orador, y de como llegó a perfeccionar—lo que un académico de la Universidad de Princeton en los años 60’s llamó—el ‘arte de la persuasión’. En América Latina hemos tenidos grandes oradores y lideres políticos que trataron de imitar a personas como Demóstenes con gran éxito. Lamentablemente muchos pastores han querido imitar la cautivadora y apasionante oratoria de líderes políticos, al punto que han fallado al poner el énfasis en el poder de la oratoria, y no en el poder del Espíritu Santo que usa su Palabra expuesta con fidelidad. Pareciere que hemos llegado a creer que somos herederos del orador greco-romano, y no del maestro hebreo. ¡No, hermanos! La buena comunicación es importante, pero lo más importante es la fidelidad a la Palabra de Dios. Usted como pastor no debe tratar de impresionar a la congregación con sus dotes de orador, más bien debe desear que las personas sean impresionadas con el Dios Trino que se ha revelado en la Biblia y nos redime a través de Su Evangelio. La buena oratoria por buena que sea no pueda dar vida un muerto espiritualmente. La Palabra de Dios sí. Ese el punto del apóstol Pedro cuando nos recuera que hemos “nacido de nuevo… mediante la palabra de Dios que vive y permanece” (1 Pe. 1:23). Santiago nos dice que el Señor por su propia voluntad, “nos hizo nacer mediante la palabra de verdad”, y es por eso que nos exhorta a recibir con humildad la Palabra sembrada en nosotros, la cual tiene poder para salvar (Stg. 1:18, 21). Dios crea, redime, redarguye, corrige, motiva y sana a través de Su Palabra. La función del predicador no es otra cosa que alimentar las ovejas de Cristo a través de la exposición de la Palabra de Cristo. El apóstol Pablo les dice a los corintios que él no fue a ellos con superioridad de palabra o con sabiduría persuasiva (1 Co 2:1-5). De hecho les dice que se sentía débil, con temor y con temblor. Pero les dice que fue a exponer a Cristo, y éste crucificado. La confianza de Pablo no estaba en sus dotes intelectuales, ni en su creatividad, ni en medio visuales, ni en sus dotes como orador. Su confianza estaba en la Palabra de Dios y en el Evangelio de Cristo. Imitemos el ejemplo de Pablo. El poder no está en usted como orador, si no en la fidelidad con que exponga la Palabra de Vida.

Edgar Aponte

Es Vicepresidente de Movilización para la Junta de Misiones Internacionales. Previamente sirvió como Director de Desarrollo de Liderazgo Hispano en el Southeastern Baptist Theological Seminary en Wake Forest, North Carolina. Le acompañan en su ministerio su esposa Sara y dos hijos. 

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