Como ya se ha dicho, el dominio propio habla de autocontrol, de ser dueño de uno mismo y de sujeción de la voluntad en el poder del Espíritu Santo. Habiendo puesto ese fundamento, es necesario entender cómo podemos aplicar el dominio propio a diferentes esferas de nuestra vida. Con lo anterior en mente, es importante considerar si el uso del tiempo tiene que ver con el dominio propio o autocontrol. En otras palabras, ¿es posible afirmar tener dominio propio, y a la vez desperdiciar nuestro tiempo en cosas vanas? Según J. Oswald Sanders, es importante ejercer dominio sobre nuestro tiempo: «La calidad del liderazgo de una persona depende de lo que sucede durante el tiempo. El carácter y la carrera de un joven dependen de cómo usa el tiempo libre». Explicación lógica: ¿Qué tiene que ver el tiempo con el dominio propio? Es natural que, al meditar sobre el tiempo, pensemos en la duración de las cosas. Es natural traer a la memoria segundos, minutos, horas, días, meses o años. El tiempo tiene que ver con la duración de hechos, acciones o acontecimientos. Quizás te preguntes: ¿qué tiene que ver esto con el dominio propio? Entendiendo que el dominio propio tiene que ver con el control de nuestra voluntad, es decir, con lo que hacemos, y que el tiempo tiene que ver con la duración de los hechos, es decir, la duración de lo que hacemos, podemos entonces comprender la relación estrecha entre ambos. El tener dominio sobre lo que hago está intrínsecamente relacionado también con la duración de lo que hago. Van de la mano. Dios nos manda a tener tener dominio propio (2 P. 1:5-6), así como a administrar bien el tiempo (Ef. 5:15-17). Entonces, tener control sobre lo que hacemos (dominio propio), nos llevará a controlar la duración de lo que hacemos (tiempo). Entre más dominio propio tengamos, mejor administraremos el tiempo y viceversa. Si queremos crecer en dominio propio, debemos buscar crecer en la administración del tiempo. Explicación bíblica: ¿Qué base bíblica podemos dar referente al tiempo y el dominio propio? La Biblia habla con claridad acerca de la administración del tiempo, a saber, el dominio sobre el tiempo. Efesios 5:15-17 dice: «Por tanto, tengan cuidado cómo andan; no como insensatos sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Así pues, no sean necios, sino entiendan cuál es la voluntad del Señor». También Colosenses 4:5 afirma la misma idea: «Anden sabiamente para con los de afuera, aprovechando bien el tiempo». En estos pasajes, el apóstol Pablo usa el término «καιρός (kairos)», para referirse al tiempo. Este es un término en griego que se refiere a una «ocasión», una «oportunidad», o a «hacer buen uso de una oportunidad». El apóstol estaba refiriéndose a algo más intencional que simplemente un período de horas, minutos o segundos. A continuación, reflexionaremos en cinco aspectos de la buena administración del tiempo. En primer lugar, administrar bien el tiempo es una forma de cuidar nuestra vida cristiana. Esto es lo primero que Pablo resalta en el pasaje de Efesios. En segundo lugar, administrar bien el tiempo es una manifestación de sabiduría: debemos andar «como sabios» (Ef. 5:15b). Esa sabiduría se expresa cuando vivimos «aprovechando bien el tiempo» (Ef. 5:16a). En tercer lugar, administrar bien el tiempo es necesario por el mundo en que vivimos (Ef. 5:16b). «Los días son malos» porque vivimos en un mundo caído, un mundo bajo el maligno, un mundo que a lo bueno llama malo y a lo malo llama bueno (Is. 5:20) y que, en consecuencia, se opone a la luz, al Señor y a su Iglesia. En cuarto lugar, administrar bien el tiempo es una evidencia de comprender la voluntad de Dios. En línea con la idea de ser sabios y no insensatos, debemos entender «cuál es la voluntad del Señor» (Ef. 5:17). En quinto lugar, administrar bien el tiempo es una forma de dar testimonio. Esto es importante. Como se mencionó al principio de esta sección y, en sintonía con los versículos anteriores en Efesios 5, Pablo dice también que andar «sabiamente para con los de afuera» es aprovechar «bien el tiempo» (Col. 4:5). Explicación práctica: ¿Cómo administrar bien el tiempo para crecer en dominio propio? Para comenzar, debemos reconocer que a menudo perdemos el tiempo. Si somos honestos nos daremos cuenta de que no siempre hacemos un uso adecuado del tiempo que Dios nos da. En segundo lugar, debemos reflexionar sobre nuestro tiempo y la manera en que hacemos uso del mismo. Dios ha establecido el tiempo de nuestras vidas (Stg. 4:13-17; Ec. 8:8). Como soberano, Él tiene el tiempo a su disposición y en su voluntad establece nuestros límites aquí en la tierra. Recordemos que la vida es más corta de lo que creemos. Por eso, debemos comprender que el tiempo o las oportunidades son para hacer el bien (Gá. 6:10). En tercer lugar, debemos organizar nuestras vidas. Comencemos estableciendo prioridades. Demos orden a nuestras vidas de acuerdo a lo prioritario: Dios, la familia y luego el trabajo y el ministerio. De esta manera será más fácil saber en qué invertir el tiempo y nos ayudará a establecer límites adecuados. En cuarto lugar, hagamos un compromiso. Reconozcamos la necesidad de la buena administración del tiempo —de tener dominio propio—. Atrevámonos a actuar. Es de valientes hacer compromisos y estar dispuestos a cumplirlos. Nunca es tarde. En quinto lugar, autoevaluémonos. Esto va de la mano con el punto anterior. Examinemos nuestro andar constantemente. Detengámonos y pensemos en cómo estamos usando nuestro tiempo. Con sinceridad veamos si nuestras prioridades y compromisos están alineados con la realidad. Seamos sinceros en nuestro análisis, de tal manera que nuestro Dios sea agradado al hacerlo. En sexto lugar, no desmayemos. ¡Prohibido renunciar! No nos desanimemos. Sigamos adelante. No importa cuántas veces fallemos, debemos seguir intentándolo. No somos los primeros ni los últimos que tropiezan buscando administrar bien el tiempo para así crecer en dominio propio. Recordemos que otros han recorrido este terreno antes que nosotros y han terminado la carrera. Conclusión El dominio propio y el tiempo están estrechamente relacionados, de tal manera que si buscas crecer en dominio propio, debes crecer en aprovechar bien el tiempo. Al hacer esto honrarás más a Dios, respetarás tus prioridades, cumplirás con tus compromisos, serás más organizado en tu vida personal, familiar, laboral y ministerial, y tu ejemplo servirá de testimonio incluso a aquellos que aún no creen. Aprovecha bien el tiempo; no hay tiempo que perder.