El cristianismo en el mar de las cosmovisiones

El cristianismo no es una opción más entre muchas cosmovisiones. Es la única con una tumba vacía, un Salvador vivo y respuestas sólidas para la eternidad. Jesús no es solo una verdad: es la Verdad.
Foto: Envato Elements

No es un secreto que, para muchos, el cristianismo es concebido meramente como una opción más del menú de religiones, filosofías o cosmovisiones. “Es verdad para ti, pero no para mí”, “yo soy espiritual, pero no religioso”, y otras frases más, adornan los eslóganes populares de la sociedad actual.

Pero ¿qué tan peligroso es catalogar el cristianismo como una mera forma espiritual de ser? Si hablamos de la verdad, y si el cristianismo es el camino… es bastante peligroso ignorarlo. Una decisión así de grande tiene consecuencias en proporción.

Vayamos por pasos, primero, será bueno definir lo que es una cosmovisión. Esta es la concepción del mundo que todas las personas tenemos sobre las cosas importantes del mundo. Es nuestra manera de verlo y entenderlo. Algunos le llaman “los lentes” con los que vemos todo. Así que, todos tenemos una cosmovisión; no solo las personas espirituales o religiosas.

Todos en algún momento nos hemos hecho preguntas cruciales sobre nuestro origen, destino y propósito, si hay algo después de la muerte, y si hay un Dios o no, entre muchas otras preguntas cruciales. Lo interesante del cristianismo, es que tiene respuestas a estas preguntas, pero muchas veces simplemente no queremos escucharlas. Estamos muy cómodos viviendo bajo el famoso carpe diem, siendo totalmente hedonistas y sin tener que dar cuentas a nadie, mucho menos a un Dios supremo. Así que, es más fácil voltear la mirada hacia lo fácil e ignorar las consecuencias de la eternidad.

Toda persona vive según una cosmovisión: su manera de entender el mundo y lo que considera realmente importante. / Foto: Envato Elements

Sin embargo, si queremos mantener una línea lógica y razonable; nos daremos cuenta de que la verdad absoluta es necesaria y, por ende, algo tan importante como una religión, filosofía y cosmovisión deben estar igualmente en armonía con lo primero. Entonces, ¿no valdría la pena analizar más a fondo aquello que creemos? ¿No sería mejor analizar las religiones sin descartarlas por las emociones que me provocan, sino más bien, por la veracidad que proveen?

No se trata solo de mantenerse espirituales, sino de cuestionarse hacia dónde nos lleva esa espiritualidad.

Ateísmo

El ateísmo niega la existencia de Dios (o dioses). Para el ateo, el mundo está totalmente ausente de divinidades, milagros, y en realidad, todo lo que tenga que ver con lo sobrenatural. Consideran, además, que no hay realmente un valor eterno, que no hay vida después de la muerte, y, por tanto, el valor del ser humano es precario.

Sin embargo, el ateo que rechaza a Dios, muchas veces proclama ser ateo porque ha sufrido la muerte de alguien querido y cercano. Escuchamos cosas como “dejé de creer en Dios cuando mi hija murió en un grave accidente”, “dejé de creer en Dios al ver a niños muriendo de hambre en África”, y similares. Según la cosmovisión atea, si el ser humano no tiene un valor intrínseco ¿cómo puede sentir dolor o pena con situaciones como las mencionadas? Si al final del día somos “polvo de estrellas”, el dolor y el sufrimiento no tienen cabida en su creencia.

Y no hablemos de las grandes contradicciones en las que cae el ateo: “Dios no existe, pero es malvado”. Un ser no puede ser y no ser al mismo tiempo, así que, afirmar que Dios es malvado necesariamente alude a la existencia de este Ser Supremo.

El ateísmo niega la existencia de Dios (o dioses). Para el ateo, el mundo está totalmente ausente de divinidades, milagros, y en realidad, todo lo que tenga que ver con lo sobrenatural. / Foto: Getty Images

Teísmo

El teísmo es la creencia que reconoce la existencia de un dios superior, creador del mundo. Este, en realidad, es un primer paso que acerca a muchos incrédulos hacia un Ser todopoderoso, el problema es que, para el teísta, es un dios impersonal, que ha creado el universo, pero nos ha dejado a nuestra suerte.

Un estudio a las leyes naturales nos da un atisbo de que el universo está siendo sostenido por Alguien, que cambios mínimos en sus leyes crearían un caos y la vida sería inconcebible. Esto, sumado a la encarnación de nuestro Señor Jesucristo, nos da señales de que nuestro Dios, es un Dios personal. De aquí, es que podemos dar un brinco hacia el deísmo.

El teísmo es la creencia que reconoce la existencia de un dios superior, creador del mundo. / Foto: Lightstock

Todas las religiones del mundo versus el cristianismo

Sí, leíste bien: todas. Este es el round definitivo, y aunque suene inverosímil para muchos, el cristianismo vence. Basta apelar a la ley de la no contradicción, que nos dice que dos cosas no pueden ser verdad al mismo tiempo y en el mismo sentido. Es decir, que si dos religiones proclaman ser auténticas (un dios todopoderoso versus Dios Todopoderoso, un mesías versus el Mesías), no pueden ambas ser verdad. O ambas son mentira o solamente una es verdadera.

Si todas las religiones del mundo proclaman ser verdaderas, o todas son falsas, o solamente una puede ser la verdadera. Y el cristianismo, es la única religión que se sostiene ante las pruebas, es la única que se sostiene contra cualquier otra religión o hipótesis metafísica competidora que pueda existir. Y más importante: es la única con la tumba vacía de su líder o Mesías. Nuestro Dios está vivo: se encarnó, murió, fue resucitado, ascendió y regresará.

Entre todas las religiones, solo el cristianismo tiene una tumba vacía y un Salvador vivo: Jesucristo venció la muerte y regresará. / Foto: Unsplash

Podemos apelar al ajuste fino, a las leyes de la naturaleza, a la creación del universo, a la historicidad de Jesús, a Su resurrección, a las profecías, a la Escritura, al diseño inteligente, a la creación… en fin, es un caso acumulativo el que sostiene al cristianismo. Si revisamos las fuentes, y evidencias del resto de las religiones, nos encontraremos con mitos, supersticiones, contradicciones; y más importante: con sus líderes muertos.

Jesús marca radicalmente la diferencia entre el cristianismo y todo lo demás. Su tumba vacía nos da la esperanza para mantener nuestra fe en Sus promesas. Descansemos en esto pues es la piedra fundamental que necesitamos para confiar en que nuestra fe en Jesús es tangible y fidedigna.

Confiemos en que la balanza siempre se inclina apabullantemente a favor de Cristo, haciendo del cristianismo no solo una opción más del buffet de religiones y cosmovisiones, sino como el único Camino, la única Verdad y la única Vida. Estemos firmes y tranquilos ante las dudas y argumentaciones en contra, pues hay respuestas a nuestro favor. No temamos proclamar a Jesús, no nos quedemos callados entre las olas progresistas e incrédulas. El mundo necesita escuchar de Jesús, el mundo necesita a Jesús.

Como constantemente repite el Dr. Gary Habermas: “Si Jesús fue resucitado de entre los muertos, el cristianismo es verdad”. No hay vuelta, y el tiempo corre. No desperdicies tu vida, negando la verdad. No desperdicies tu eternidad, negando al único y verdadero Dios.

Priscila Fonseca

Priscila Fonseca

Priscila es conocida como la Biblioteca de la Apologética en la comunidad hispana. Estudia la Licenciatura en Teología Aplicada en el Seminario Bíblico de México, y ha sido ponente de varias conferencias apologéticas. Además es traductora de textos teológicos y apologéticos; bloguera y creadora de «Encuéntrame en el Cielo», y presentadora de su podcast apologético «Destacados Fanáticos: el podcast cristiano para los amigos ateos», a través del cual busca evangelizar a las nuevas generaciones. Vive en México junto a su esposo Cristian y su perrito Samwise.

Artículos por categoría

Artículos relacionados

Artículos por autor

Artículos del mismo autor

Artículos recientes

Te recomendamos estos artículos

Siempre en contacto

Recursos en tu correo electrónico

¿Quieres recibir todo el contenido de Volvamos al evangelio en tu correo electrónico y enterarte de los proyectos en los que estamos trabajando?

.