Los pactos constituyen un elemento esencial para comprender la trama de la Biblia. A través de ellos, Dios establece relaciones formales y promesas que revelan progresivamente Su plan de redención. Este artículo presenta diez aspectos fundamentales sobre los pactos en las Escrituras, ofreciendo un panorama que nos ayuda a entender mejor la unidad de la historia bíblica, la naturaleza de las relaciones que Dios entabla con Su pueblo y la forma en que cada pacto se conecta al propósito final revelado en Cristo.
1. Los pactos son la columna vertebral de la historia bíblica.
En su libro Kingdom through Covenant: A Biblical-Theological Understanding of the Covenants [El Reino por medio del Pacto: Una comprensión bíblico-teológica de los pactos], Peter Gentry y Stephen Wellum han argumentado que los pactos impulsan la historia de la Biblia, y tienen razón. Si uno entiende cómo funcionan los pactos en la Biblia, tendrá una buena comprensión de cómo encajan todas las partes de la Biblia. Si vemos el panorama general en las Escrituras, interpretaremos mejor los detalles, y el pacto desempeña un papel fundamental en ver ese panorama general.

2. El pacto puede definirse de la siguiente manera: un pacto es una relación elegida en la que dos partes hacen promesas vinculantes entre sí.
Un pacto debe distinguirse de un contrato porque es una relación personal en la que las personas entran voluntariamente. La definición de pacto aquí es bastante amplia, pero esto se debe a que existen muchos tipos diferentes de pactos en las Escrituras. El matrimonio es una buena ilustración de un pacto, ya que un hombre y una mujer deciden entrar en una relación y hacer promesas el uno al otro. No todos los pactos eran iguales en el mundo antiguo. En algunos pactos, una persona con mayor autoridad establecía un pacto con aquellos que tenían menos autoridad y poder. Tal era el caso cuando un rey establecía una relación con sus súbditos.
3. Algunas definiciones de pacto son demasiado estrechas y no se ajustan a todos los pactos en las Escrituras.
Algunos estudiosos han dicho que los pactos siempre presuponen una relación ya existente. La historia de los gabaonitas demuestra que este no es el caso, ya que Israel no tenía ninguna relación previa con los gabaonitas antes de establecer un pacto con ellos (Jos 9:3–27). Además, algunos dicen que todos los pactos se establecen con sangre, pero esto no es cierto en el caso del pacto matrimonial ni en el pacto entre Jonatán y David (1 S 18:1-4). Tampoco hay evidencia de un sacrificio en la inauguración del pacto del Señor con David (2 S 7). Necesitamos distinguir, al hablar de pactos, entre lo que suele ser cierto y lo que siempre es cierto.

4. Prácticamente todos los pactos tienen elementos tanto condicionales como incondicionales.
Dado que los participantes del pacto se obligan mutuamente con promesas y se invocan maldiciones si desobedecen, no nos sorprende saber que prácticamente todos los pactos tienen elementos tanto condicionales como incondicionales. Claramente hay condiciones en el pacto con Israel hecho en el Sinaí. Algunos académicos dicen que los pactos con Abraham y David son incondicionales, pero cuando observamos el texto detenidamente, las condiciones están claramente presentes (ver, Gn 17; 2S 7:14). Lo que necesita investigarse es cómo se relacionan los elementos condicionales e incondicionales entre sí. Sin embargo, el principio aquí enunciado también tiene excepciones. El pacto con Noé, por ejemplo, parece ser incondicional.
5. Hay buenas razones para creer que hubo un pacto en la creación.
Algunos académicos dudan de si hubo un pacto con Adán, pero tenemos buenas razones para ver un pacto en la creación. Aunque falta la palabra pacto, están presentes los elementos de una relación de pacto. La palabra pacto no necesita estar presente para que exista un pacto, ya que el término no se encuentra en la inauguración del pacto davídico. La afirmación de que todos los pactos son redentivos no se confirma por el uso del término en las Escrituras. Los elementos de un pacto estaban presentes en la creación, ya que se prometió bendición por obediencia y maldición por desobediencia.

6. El pacto con Noé no es redentor, pero es necesario para que el plan redentor de Dios se lleve a cabo.
El pacto con Noé es un pacto de preservación, que significa un nuevo comienzo para los seres humanos y la continuación de la vida en la tierra hasta el fin de los tiempos. De muchas maneras, restaura el pacto de la creación. A pesar de la profundidad de la maldad humana, los seres humanos siguen siendo hechos a imagen de Dios, y Dios continúa bendiciéndolos al ser fructíferos y multiplicarse en la tierra. El diluvio testifica lo que los seres humanos merecen debido a su maldad, y es un tipo del juicio final que vendrá (Mt 24:36-41; 2P 2:5). El arco en las nubes, señal del pacto, testifica que Dios ha retirado Sus armas de guerra, que preservará el mundo hasta que la redención se complete.
7. El pacto con Abraham desempeña un papel central en la historia bíblica.
Dios prometió a Abraham descendencia, tierra y bendición universal. La promesa a Abraham encuentra su culminación en Jesucristo como el verdadero hijo de Abraham (Ga 3:16). Todos los que pertenecen a Jesucristo por la fe son hijos de Abraham. La promesa de tierra se cumplió cuando Israel poseyó Canaán bajo el liderazgo de Josué y Salomón, pero Israel perdió la tierra y fue llevado al exilio a causa del pecado. La promesa de tierra se realizó de forma anticipada en la resurrección de Jesucristo, pues Su resurrección representa la llegada de la nueva creación, y encontrará Su cumplimiento final en la nueva creación: el nuevo templo sobre el cual Dios y el Cordero reinarán (Ap 21:1 – 22:5). La promesa de bendición universal se cumple plena y finalmente en Jesucristo, a través de quien personas de toda lengua, tribu, pueblo y nación son incluidos en la familia de Abraham.

8. El pacto con Israel, el pacto en el monte Sinaí, es un pacto temporal.
El pacto con Israel fue un acto de gracia, pues el Señor liberó a Su pueblo de la esclavitud egipcia. El pacto también fue modelado según los tratados de soberano y vasallo del antiguo Cercano Oriente. Se prometieron bendiciones por la obediencia y maldiciones por la desobediencia. Israel no cumplió con las estipulaciones del pacto, resumidas en los Diez Mandamientos, y como resultado fue llevado al exilio. Los profetas declararon demandas de pacto, detallando la violación del pacto por parte de Israel y anunciando que el juicio venía. El pacto con Israel tenía una obsolescencia incorporada y se enfocaba en Israel como nación; no transformaba el corazón de quienes escuchaban las demandas del pacto.
9. El pacto con David cumple pactos anteriores.
El pacto con David se mantiene en continuidad con los pactos anteriores. El dominio sobre el mundo originalmente dado a Adán se realizaría a través de un rey davídico. Las promesas de descendencia, tierra y bendición dadas a Abraham se asegurarían mediante el gobernante davídico. De manera similar, las bendiciones prometidas en el pacto mosaico se cumplirían bajo reyes davídicos fieles, pero si se apartaban del Señor, vendrían las maldiciones. A pesar de los elementos condicionales, el pacto con David era, en última instancia, incondicional. Dios garantizó un rey davídico en el trono, pero la promesa del pacto solo se cumpliría a través de un rey obediente, y el Nuevo Testamento afirma que esa persona es Jesús de Nazaret. Como Hijo de David, ahora reina a la diestra de Dios y vendrá nuevamente para consumar Su reinado.

10. El nuevo pacto es el clímax de todos los pactos de Dios.
El nuevo pacto representa la culminación de la obra salvadora de Dios entre Su pueblo. Dios regenera a Su pueblo por medio de Su Espíritu y renueva sus corazones para que le obedezcan. La base para tal renovación es la cruz y la resurrección de Jesucristo, pues mediante Su muerte expiatoria y resurrección se logra el perdón completo de los pecados. Por tanto, se obtiene un nuevo y confiado acceso a Dios que no estaba disponible en el antiguo pacto. El pacto con Israel ha pasado, y ahora la promesa se cumple en el Israel restaurado, compuesto tanto por judíos como por gentiles. Todas las promesas hechas a Abraham y a David se cumplen en el nuevo pacto.
Conclusión: la fidelidad de Dios
Al recorrer la historia bíblica, vemos que cada pacto, desde la creación hasta el nuevo pacto en Cristo, revela tanto la fidelidad de Dios como Su propósito de redimir y restaurar a Su pueblo. Comprender los pactos nos permite ver la Biblia como un relato coherente y profundamente esperanzador, en el cual todas las promesas de Dios encuentran su cumplimiento pleno en Jesucristo, quien reina y reinará por siempre.
Este artículo se publicó originalmente en Crossway.