Cuando el pecado sexual del pasado atormenta tu boda 

Frisco, un oyente, escribe para preguntar: “Hola Pastor John. Quiero proponerle matrimonio a mi novia, y mientras me preparo para el matrimonio, pensamientos de mis errores pasados vienen a mi mente. Recuerdo a las mujeres con las que me acosté antes de ser salvo, y errores que cometí con mi novia actual con quien, si Dios quiere, me casaré. Las personas a menudo hablan sobre la pureza que debe guardarse para el matrimonio, y lo terrible que es desperdiciar eso. ¿Qué verdades tiene para compartir con un hombre o mujer como yo, que lucha con remordimientos relacionados con errores sexuales del pasado y sus consecuencias presentes en el contexto del matrimonio y el compromiso?”.  Estoy muy ansioso por abordar esto. Este es un problema enorme y real y siempre ha sido así porque miles de personas se han convertido y se convertirán a Cristo de una vida de pecado, no antes de una vida de pecado. Esto es normal. La evangelización del mundo significa que estamos rescatando personas después que han hecho cosas horribles, no antes. Así que él no está en una posición inusual o única. ¿Qué deberíamos pensar acerca de estos previos pecados pasados? O probablemente en este caso, pecados graves cometidos después de la fe. Creo que lo principal que quiero decirle a Frisco es esto: La virginidad es un regalo precioso que no puedes dar a tu prometido, ni tampoco ella a ti. Esa es una gran tristeza y una gran pérdida. Pero hay regalos que le puedes dar a ella y Dios multiplicará esos obsequios de manera tan maravillosa que la pérdida no será destructiva. Eso es lo que quiero decir.  Un regalo que no puedes dar  Aquí está lo que quiero decir. Frisco, tú dijiste que has escuchado a personas decir: Cuídate sexualmente para el matrimonio y que es algo terrible desperdiciarlo. Bien, yo digo: Sí, sí, sí. Esto es precisamente correcto. Esto es exactamente lo que creo que Pablo y Jesús aconsejan a cualquier virgen. “Huye de la fornicación” (1 Cor. 6:18). Tu cuerpo le pertenece a Dios como persona soltera y le pertenecerá a tu futura pareja. Es bueno pensar en esto en 1 Corintios 7:3-4: “Que el marido cumpla su deber para con su mujer” – esto significa sexo – “e igualmente la mujer lo cumpla con el marido. La mujer no tiene autoridad sobre su propio cuerpo, sino el marido. Y asimismo el marido no tiene autoridad sobre su propio cuerpo, sino la mujer”.  En otras palabras, se pertenecen el uno al otro, no a sí mismos. Perteneces a Dios en tu soltería, unido a Él en tu cuerpo por el Espíritu. Y en el matrimonio tú le perteneces a Dios a través de la unión con tu cónyuge. Ese es un precioso regalo bíblico que debe presentarse en el matrimonio. Y este es un regalo que tú no tienes para dar. Otro regalo precioso  Y querrás enseñarles a tus hijos a guardarlo. Así que, ¿cuál es el regalo que tienes para darle a esta prometida con quien has tenido relaciones sexuales? ¿Qué regalo puedes darle para que Dios esté satisfecho para hacer algo maravilloso, que el regalo que no puedes darle no será destructivo? Y aquí está; el regalo que puedes dar es el siguiente: Puedes mirar a tu prometida a los ojos y decirle, “Te fallé, le fallé a Dios y estoy profundamente arrepentido. Odio lo que hice, odio el dolor que esto nos causó. Odio la deshonra que he traído delante del Señor. Odio el irrespeto que te mostré al no cuidarte mejor. Y me arrepiento. Me alejo de ese pecado y pecaminosidad que lo impulsa. Renuncio a ello. Y vuelvo a Jesucristo, mi Señor y mi redentor, y recibo de Él su completo y purificador perdón con su sangre y lo abrazo con todo mi corazón. Me estremezco ante la idea de menospreciar su sangre ahora”.  “Y, por el Espíritu que Él me ha dado, decido en sus fuerzas nunca, nunca, nunca traicionarlo o dar mi cuerpo a ninguna otra mujer que no sea mi esposa. Te ofrezco mi alma y cuerpo perdonados, redimidos y limpiados en matrimonio para valorarte, honrarte y serte fiel. Te invito a esta nueva unión perdonada, redimida y purificada conmigo. Sé que siempre habrá cicatrices y recuerdos. Pero Dios es misericordioso, y en su tiempo, sabiduría y dirección, Él hará estas cicatrices de pecado un emblema de su misericordia y las señales de su cruz”.    Frisco, ese es el regalo que puedes darle como un maravilloso regalo a tu prometida. Y oro para que Dios selle ese regalo para ambos.

John Piper

John Piper

John Piper (@JohnPiper) es fundador y maestro de desiringGod.org y ministro del Colegio y Seminario Belén. Durante 33 años, trabajó como pastor de la Iglesia Bautista Belén en Minneapolis, Minnesota. Es autor de más de 50 libros.

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