Hola, soy Wendy Bello y con mucho gusto te invito a acompañarme en otro episodio del podcast sobre el libro de Rut que estamos desarrollando aquí en las Iniciativas Femeninas de Soldados de Jesucristo. El pasaje de hoy comienza en el versículo 1 del capítulo 4 y concluye en el versículo 6 de ese mismo capítulo. Pero antes de continuar, te invito a orar juntas. Padre Santo, venimos ante ti conscientes de nuestra necesidad. Queremos pedirte que abras nuestros ojos para que podamos entender las maravillas de esta tu Palabra. Abre también nuestros corazones para que la verdad se esconda en ellos y podamos no solo escucharla sino vivirla. Te ruego por cada mujer a quien llegará este podcast, que sea alimento para su espíritu. Señor, gracias por tu Palabra y por el privilegio de leerla y estudiarla. Gracias por tu presencia en nuestras vidas y en este momento, independientemente del lugar donde estamos. Oramos en el nombre de Jesús, amén. Leamos entonces Rut 4 desde el versículo 1 hasta el 6. Estamos usando la LBLA. “Y Booz subió a la puerta y allí se sentó, y he aquí que el pariente más cercano de quien Booz había hablado iba pasando, y le dijo: Eh, tú, ven acá y siéntate. Y él vino y se sentó. Y Booz tomó diez hombres de los ancianos de la ciudad, y les dijo: Sentaos aquí. Y ellos se sentaron. Entonces dijo al pariente más cercano: Noemí, que volvió de la tierra de Moab, tiene que vender la parte de la tierra que pertenecía a nuestro hermano Elimelec. Y pensé informarte, diciéndote: «Cómprala en presencia de los que están aquí sentados, y en presencia de los ancianos de mi pueblo. Si la vas a redimir, redímela; y si no, dímelo para que yo lo sepa; porque no hay otro aparte de ti que la redima, y yo después de ti». Y él dijo: La redimiré. Entonces Booz dijo: El día que compres el campo de manos de Noemí, debes adquirir también a Rut la moabita, viuda del difunto, a fin de conservar el nombre del difunto en su heredad. Y el pariente más cercano respondió: No puedo redimirla para mí mismo, no sea que perjudique mi heredad. Redímela para ti; usa tú mi derecho de redención, pues yo no puedo redimirla”. Por la distancia histórica, nos resulta un poco difícil identificarnos con la realidad de Rut y Noemí. Nuestra cultura occidental no conoce de estas prácticas y costumbres. Pero no dejemos que eso sea una barrera para entender la belleza y mensaje de este texto. Veamos algunas cuestiones de época que nos ayudarán a comprender mejor lo que está sucediendo aquí. El versículo 1 dice que Booz subió a la puerta. Esto es una referencia a la puerta de la ciudad donde se trataban los asuntos legales y comerciales. Era algo así como la sala de un tribunal moderno. Los ancianos de la ciudad a quienes él llamó, ejercían la función de jueces en estas cuestiones. Otros presentes allí se convertían en los testigos requeridos. De modo que Booz le da al asunto de casarse con Rut toda la seriedad necesaria. La transacción en cuestión giraba alrededor de un terreno que había pertenecido al esposo de Noemí, quien era pariente de Booz. Pudiera ser que ella todavía poseyera la tierra y que por necesidad financiera quisiera venderla. La otra posibilidad es que su esposo hubiera vendido el terreno años antes, pero ahora al regresar, ella tenía el derecho de volver a comprarlo. Y, al no tener fondos para hacerlo, la ley establecía que el pariente más cercano podía hacerlo a su nombre. Esto lo encontramos en Levítico 25:25: «Si uno de tus hermanos llega a ser tan pobre que tiene que vender parte de su posesión, su pariente más cercano vendrá y redimirá lo que su hermano haya vendido». De ahí que Booz le haga la propuesta al pariente más cercano en la línea familiar, dándole a este la prioridad. Este detalle en la narración también nos habla del carácter de Booz, no solo quería socorrer a Rut y a Noemí, sino que quería hacerlo de la manera correcta y actuando con justicia. Ahora bien, aquí se usa un término que necesitamos explorar. Vamos a regresar al versículo 4 donde Booz le dice al pariente, cuyo nombre desconocemos: «‘Cómprala en presencia de los que están aquí sentados, y en presencia de los ancianos de mi pueblo. Si la vas a redimir, redímela; y si no, dímelo para que yo lo sepa; porque no hay otro aparte de ti que la redima, y yo después de ti’. Y él dijo: La redimiré.» De seguro ya te percataste del término al que me refiero, dado que se repite varias veces. Estamos hablando de la palabra «redimir». Así era como se llamaba este proceso legal. Creo que nos resultaría muy útil considerar la definición de esa palabra. Mira lo que dice la RAE:
- tr. Rescatar o sacar de esclavitud al cautivo mediante precio. U. t. c. prnl.
- tr. Comprar de nuevo algo que se había vendido, poseído o tenido por alguna razón o título.
- tr. Dicho de quien cancela su derecho o de quien consigue la liberación: Dejar libre algo hipotecado, empeñado o sujeto a otro gravamen.
- tr. Librar de una obligación o extinguirla. U. t. c. prnl.
- tr. Poner término a algún vejamen, dolor, penuria u otra adversidad o molestia.
Dado el contexto, aquí aplicaría la segunda definición: Comprar de nuevo algo que se había vendido, poseído o tenido por alguna razón o título. Eso era lo que hacía la persona que redimía una propiedad. Este pariente volvería comprar, recobraría la propiedad de Noemí para que así quedara en la familia y no fuera adquirida por extraños. Sin embargo, había un pequeño detalle, algo así como las letras chiquitas que aparecen al pie de algunos contratos. Comprar el terreno implicaba también hacerse cargo de Rut. Eso no fue idea de Booz, la ley también lo establecía y era una manera de proteger a las viudas (Dt 25:5-6). Debemos recordar que en este tipo de sociedad una mujer viuda y sin hijos quedaba completamente desamparada. Con esta provisión de la ley se garantizaban dos cosas: mantener el nombre de la familia y dar protección a la viuda. Como ya vimos, al llegar a este punto de la negociación, el pariente se retracta y decide que no quiere hacerse cargo. Al parecer, la idea de añadir un hijo más que pudiera perjudicar la herencia de los que ya tenía no le resultaba atractiva. Así que cedió sus derechos a Booz, quien le seguía en la línea familiar. De esta manera, Booz se convierte en el redentor de Rut y de Noemí. Él adquiría la propiedad y con ella el derecho a casarse con Rut. Quizá tú y yo no podamos comprender la alegría que deben haber sentido aquellas mujeres porque, de nuevo, crecimos en un mundo muy diferente. Sin embargo, tal vez mirar esta historia desde otro ángulo cambie ese sentir.