El Cristiano y la Crisis Económica

Muchos cristianos suelen reaccionar de manera no adecuada, movidos por la angustia y la desesperación ante la pérdida del empleo o la caída de un negocio.
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El mundo vive por estos tiempos una de las crisis económicas más agudas de la última década. Los fenómenos ambientales, el desabastecimiento y trastornos de orden político, han hecho patentes la fragilidad de algunos países para sobrellevar estas situaciones, sobre todo en Latinoamérica y eso por supuesto no ha sido ajeno a la realidad de muchos creyentes. Pero ¿cómo podemos sobrellevar estas situaciones y al mismo tiempo glorificar a Dios? Es una pregunta que no sólo demanda una respuesta, sino que sugiere un reto. El dinero es un tema al que todos somos susceptibles; por ello la Biblia advierte que la raíz de todos los males es el amor al dinero (1 Tim 6:10). Muchos cristianos suelen reaccionar de manera no adecuada, movidos por la angustia y la desesperación ante la pérdida del empleo o la caída de un negocio. Sucumben en prácticas pecaminosas o en falta de confianza; sin embargo, nosotros tenemos la Palabra de Dios, por medio de la cual somos alumbrados y llevados a la calma y el consuelo.

Considerar la soberanía de Dios

La negación de la realidad no es fe y si lo es, entonces es una fe falsa. Me refiero a que en nombre de la fe muchos cristianos hoy recurren a la práctica de “rechazar”, “no recibir” o “declarar sin poder” todo lo que sea contrario a sus propios intereses; sin embargo, no siempre que una crisis toca a la puerta es necesariamente algo que debamos satanizar. Los cristianos debemos siempre meditar en la soberanía de Dios, y pensar que él ha ordenado todas las cosas según su sabio consejo; ni siquiera cae un pajarillo a tierra sin que él lo controle (Mt 10:29). Reconocer la soberanía de Dios es lo primero que debemos observar en medio de la crisis. Debemos entender que hay un motivo que quizás no conocemos por el cual Dios lo permite. Esta fue la reacción de Job cuando respondió a su mujer a causa de la crisis que les sobrevino: “¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos? En todo esto no pecó Job con sus labios (Job 1:9)

Siempre hay algo bueno que sacar

Las crisis son un buen momento para reflexionar acerca de cosas que corregir y poner en orden, sobre todo cuando en la abundancia no hemos sido buenos administradores. Por ejemplo, ellas nos ayudan a considerare lo que en ocasiones ni siquiera percibimos como algo valioso. Hubo un tiempo en que Samaria padeció una gran hambre a causa de estar sitiada por los Sirios; la cabeza de un asno y el estiércol de paloma era valorado como buena comida—a juzgar por su elevado costo— (1 Rey 25:31). Eso es extremo, pero nos ilustra la manera en que las crisis nos ayudan a dar valor a las cosas que por gracia recibimos. Muchas veces las comodidades y las facilidades no nos dejan ver la mano del Señor, quien es el que al fin de cuentas se encarga de ellas; entonces la crisis funciona como el limpiador del parabrisas de un automóvil, el cual nos hace ver con mayor transparencia y claridad la provisión divina.

Debemos tener contentamiento

Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar (1 Tim 6:7) Este pensamiento debe gobernar nuestras mentes y corazones en tiempos difíciles. No vivimos en función de lo que poseemos, sino en función de las riquezas celestiales que tenemos en Cristo Jesús (Ef 1:3). En una sociedad, gobernada por el imperio del materialismo, las personas suelen ser definidas por lo que tienen, o en su defecto dejan de tener. Puede ser que, en medio de la crisis, un cristiano sienta que ha perdido identidad; sin embargo, debemos recordar que nuestro paso por este mundo es temporal, que nada de lo que tenemos aquí nos pertenece por derecho perpetuo. En este punto las palabras de Job cobran de nuevo suma relevancia: y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito (Job 1:21). Eso es el contentamiento: la capacidad de poder adorar al Señor con todo mi corazón, aun cuando no tengo todo lo que quisiera.

Debemos mirar a Cristo

Finalmente, y no por esto menos importante; debemos siempre mirar al Salvador y considerar la relevancia del Evangelio, sí, del Evangelio. La crisis económica pudiera ser la causa del debilitamiento en la fe de muchos; vivimos en un cuerpo cuyos miembros aún tienden al pecado y es un área en la que pudiéramos también ceder, es por eso que debemos ser fortalecidos en Cristo a fin de mantenernos firmes. El apóstol Pablo escribió en su carta a los hermanos de Filipo, agradeciendo el cuidado que tenían por él y suplir sus necesidades económicas (Fil 4:10), dejando claro que él estaba acostumbrado a vivir fielmente tanto en abundancia como en escasez, pues había sido enseñado por Dios; la clave de la firmeza del Apóstol en este sentido obedecía a una sola causa: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil 4:13). Esta porción de las Escrituras es usualmente aplicada a cualquier tipo de situación; sin embargo, y en relación al contexto, estas palabras hacen referencia a la manera en que Cristo se convierte en nuestra ancla y fortaleza cuando tenemos abundancia, a fin de no olvidarnos de él, pero también cuando estamos en escasez. Pero ¿cómo puede ser eso? La fortaleza en Cristo en medio de la crisis no es un asunto místico. Lo que quiero decir es que no se trata de pronunciar mágicamente estas Palabras y la situación cambiará. No. La idea es que Cristo se convierte en nuestra fortaleza al identificar, entender y meditar en su sacrificio en la Cruz; que él siendo rico se hizo pobre por nosotros, para que nosotros fuésemos enriquecidos con su pobreza (2 Cor 8:9) y que él vivió en humildad como hombre a fin de ganarnos en su exaltación para sí (Fil 2:6-10). Esta es la manera en que el evangelio resulta relevante en medio de una crisis económica. Que el Señor nos permita glorificarle cualquiera sea nuestra circunstancia; dar Gloria por su soberanía, por la manera en que toda obra para nuestro bien, por el contentamiento al darnos lo necesario y sobre todo por su glorioso sacrificio en la cruz para nuestra fortaleza. Que así sea.

Jacobis Aldana

Jacobis Aldana es licenciado en Artes Teológicas del Miami International Seminary (Mints) y cursa una Maestría en Divinidades en Midwestern Baptist Theological Seminary; ha servido en el ministerio pastoral desde 2011 y actualmente es pastor principal de Iglesia Bíblica Soberana Gracia en Santa Marta, Colombia, está casado con Keila Lara y es padre de Santiago y Jacobo.

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