La Biblia advierte sobre el peligro de un corazón endurecido. Advierte que un corazón puede endurecerse tanto que se vuelve resistente incluso a las palabras de Dios. Advierte que un corazón endurecido es un corazón impenitente, y que un corazón impenitente, es un corazón que cae bajo el justo juicio de Dios. En esta breve exhortación, F. B. Meyer nos recuerda la aleccionadora verdad de que los corazones se endurecen lentamente y con el tiempo, primero a través de pequeños actos de desafío y solo más tarde por medio de otros más graves. Así que nos advierte: “Cuídate especialmente del endurecimiento del corazón”.
Protégete especialmente de no endurecer el corazón. Los corazones duros son incrédulos; por lo tanto, cuídate de la osificación del corazón. Los corazones más duros fueron blandos alguna vez, y los más blandos pueden volverse duros.
La piedra caliza que ahora contiene las conchas fósiles fue una vez cieno húmedo.
La mano encallecida por el trabajo duro estuvo una vez llena de suaves hoyuelos.
El asesino se estremeció una vez cuando, de niño, aplastó a un gusano.
Judas debe haber sido en algún momento un muchacho tierno e impresionable.
Pero los corazones se endurecen poco a poco, como se congela un estanque en una noche helada. Al principio, el proceso solo puede ser detectado por un ojo experto. Después hay una fina capa de hielo, tan delgada que un alfiler o una aguja la atravesarían. Con el tiempo, sostendrá un guijarro, y, si el invierno aún mantiene su ininterrumpido dominio, le seguirán un niño, un hombre, una multitud, un carro. Nos endurecemos a través de los pasos de un proceso imperceptible.
Este artículo se publicó originalmente en Challies.