¿Cómo es el verdadero amor?

¿Cuán diferente es de nuestro amor superficial, mundano, y basado en los sentimientos?
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El amor del mundo Vivimos en un mundo caído. Algunas veces, podemos ser ingenuos de cómo nuestra cultura nos moldea. Una señora hace poco se enfureció conmigo por como estamos “lavandoles el cerebro” a nuestros niños en la iglesia con la Biblia. Pero la verdad es, que todos estamos recibiendo un “lavado de cerebro” de una forma u otra; estaremos escuchando las mentiras del mundo o las verdades de la Biblia. Si no dejamos que la Biblia moldee nuestra definición de amor, las personas y las cosas a nuestro alrededor lo harán. ¡Literalmente cualquier cosa! Las canciones, las redes sociales, la televisión, la opinión de las personas, hasta la vestimenta y lo ya instaurado. Nuestra cultura está llenando nuestras mentes con mentiras constantes y sutiles acerca del “amor”. Así es como algunos de mis compañeros definen el amor: El amor es… las cálidas sonrisas de tus amigos y familia. El amor es… el abrazo cálido y amoroso de tu pareja. El amor es… los mimos y besos de tus hijos. De acuerdo al diccionario, el amor es: “un sentimiento intenso de profunda afección”. Fíjate todo lo que estas definiciones tienen en común. El amor está reducido a un sentimiento. Amar es sentir. Pero, ¿Podemos ver el peligro y la limitación en esta definición de amor? Aquí hay un par de ejemplos de cómo podría verse el ser controlado por el amor basado en sentimientos: Imagina que una amiga comienza a venir a la iglesia, y luego de un tiempo, profesa su fe. Pasado unos meses, ella conoce a  un chico no cristiano en una fiesta, una cosa lleva a la otra, y antes de nada, terminan involucrados en una relación sexual. Sus amigos cristianos saben acerca de esto, pero no sienten la necesidad o el derecho de hablarle porque se siente ofensivo y juicioso. En su lugar, ellos la “aman” al animarla en su “felicidad”. O, qué hay de esto: una señorita nueva aparece en la iglesia e instantáneamente atrae la atención. Ella es alegre, apasionada y “ama a Jesús”. Ella empieza a asistir a estudios bíblicos semanales, y tú te has dado cuenta de que algunas de las cosas que piensa son revolucionarias. En conversaciones privadas, ella comienza a decirte que algunas de las cosas que enseña tu pastor son “bastante extremas y juiciosas”. Ella abre la Biblia y señala los versículos acerca del amor y la aceptación de Dios, y dice que no necesitamos ser tan atraídos con todo eso del infierno, fuego y azufre. Con el tiempo, ella te ha convencido de que un Dios amoroso nunca enviaría a las personas al infierno; eso es solamente “un truco que las iglesias usan para asustar a las personas para amar a Jesús”. Antes de darte cuenta, estás cuestionando todo lo que te han enseñado y comienzas a quitar las partes difíciles e incómodas de la Biblia, a medida que “reconstruyes” tu fe con lo que se siente bien. Éstos son ejemplos inventados, pero muy reales. De hecho, he escuchado acerca de tres (más) cristianos que fueron atraídos por este amor atractivo pero peligroso basado en sentimientos. Ya que el objetivo y propósito más grande de este amor es la felicidad, cualquier cosa que lo haga incómodo en la Biblia es básicamente quitado o ignorado.

  • Se siente muy bien creer en un Dios de amor que no envía a nadie al infierno.
  • Se siente más fácil creer en un Dios al que no le importa qué género elijas mientras que seas felíz.
  • Se siente bien creer en un Dios que permite el divorcio bajo las premisas del “desenamoramiento”.

Pero la realidad es que el amor real no es fácil, bueno y lindo. El amor real cuesta. El amor real duele. Es cansado, doloroso y en última instancia, involucra a la muerte. Este es el tipo de amor bíblico al que Pablo nos llama en Gálatas 5. Vemos cómo este amor bíblico se contrasta al desnudo con el amor del mundo, basado en los sentimientos que es rampante en nuestros días. Sumerjamonos entonces, más profundo en lo que el amor bíblico es, pero antes, un breve contexto a la carta de los Gálatas. Pablo escribió esta carta a un grupo de convertidos gentiles. Estos nuevos creyentes estaban siendo enseñados con falsas verdades de los creyentes fariseos (judíos) quienes les decían que tenían que convertirse como ellos al circuncidarse y obedecer la ley de Moisés. Pablo es muy claro en esta carta a los Gálatas, diciéndoles que son salvos y, en consecuencia, realmente disfrutan todos los beneficios de ser hijos de Dios y “descendientes de Abraham”, no por obras, sino por fe en Jesucristo. Gálatas 5:6 dice, “Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión ni la incircuncisión significan nada, sino la fe que obra por amor”. ¿Qué les está diciendo aquí Pablo? No es acerca de si eran circuncisos o no, sino acerca de si su fe era real. ¿Y cómo se podía ver su fe? Por su amor. Explicaremos esto más profundamente más adelante, pero por ahora debemos ser claros sobre el hecho de que este amor bíblico no puede crecer en la vida de alguien que no tiene al Espíritu Santo, alguien que no tiene fe en Cristo. Es imposible. Pablo fue claro: el amor profundiza la fe, y la fe profundiza el amor. No puedes tener uno sin el otro. Justo como un árbol de mangos no puede dar manzanas, alguien sin fe no puede crecer en el amor Bíblico. El amor bíblico (Ágape) Entonces, ¿Qué es el amor verdadero? La palabra griega para amor encontrada en Gálatas 5 es “Ágape”; esto es usado unas 259 veces en el Nuevo Testamento (aclaración, la única otra palabra para amor en el Nuevo Testamento es Philia, que describe el amor de hermanos; esta es usada 54 veces). Un chico llamado Kenneth Wuest describe ágape como “un hecho de voluntad, una actitud inteligente y con propósito para la estima y la devoción; una actitud no egoísta, con un fin, y dirigida hacia los demás que desea hacer bien al amado”. Este amor no es controlado por cómo nos sentimos. Va mucho más profundo. Antes de que Jesús fuera a la cruz, sudó gotas de sangre reales. Pero Él no era controlado por estas emociones. En su lugar, Jesús hizo la elección más sacrificial y costosa en morir en esa horrenda muerte por nosotros. Romanos 5:8 dice “Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”. Dios mostró su ágape por nosotros. Jesús hizo una elección activa más allá de todos los “sentimientos”, para morir en nuestro lugar. Ágape es un amor costoso, sacrificial y radical. No está sujeto a la necesidad. No espera nada a cambio. Y es derramado a los inmerecedores. ¿Cuán diferente es de nuestro amor superficial, mundano, y basado en los sentimientos? Cuando somos honestos con nosotros mismos y nuestros motivos, la mayoría de lo que llamamos amor podría ser puesto bajo la categoría de “amor propio”. ¿Cuán a menudo amamos a otros porque nos hace sentir mejor con nosotros mismos? ¿O porque nos hace ver bien? Eso no es ágape. Lo diré de nuevo: Ágape es un amor costoso, sacrificial y radical. Ágape no es simplemente ser agradable hacia las personas agradables. El amor ágape se encuentra en los hechos sacrificiales que van en contra de todo dentro nuestro, y a menudo son hechos en secreto. Es acerca de ser fiel a un pacto sin importar el impacto que tiene en nosotros. Paul Miller (autor de “A loving life” [Una vida de amor]), lo describe como “esperando amar cuando cada fibra de tu cuerpo grita ‘corre’”. Ágape es la muerte de uno mismo. Marcos 8:34 dice, “Y llamando a la multitud y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame”. ¿Cuándo fue la última vez que nos negamos a nosotros mismos para amar a alguien más?

  • ¿Cuándo fue la última vez que mostraste perdón a esa persona que no lo merecía?
  • ¿Cuándo fue la última vez que le diste la bienvenida a alguien marginado de tu comunidad a tu casa (el que huele mal y todos ignoran)? ¿Sabiendo que no tendrías nada a cambio, ni siquiera apreciación?
  • ¿Cuándo fue la última vez que gentilmente reprendiste a otro creyente en su pecado y desafiaste al descarriado a volver al Señor?

Si te sientes culpable y desafiado por tu falta de amor ahora mismo, te encuentras en buena compañía. He sido profundamente tocado por esto y no es sorpresa que Dios haya traído situaciones difíciles en mi vida en las últimas semanas para mostrar mi falta de ágape y necesidad de que Él aumente mi amor. He tenido que confesar mi pecado y arrepentirme muchas veces en las últimas semanas. Si te sientes culpable, no te quedes en la culpa, sino confiesa tu pecado, pídele a Dios que te de Su amor y sé lleno por Su amor hacia ti.

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