La Reforma y la predicación

Lo que transformó Europa en el siglo XVI no fueron estrategias, sino la predicación fiel de la Palabra. Lo mismo puede transformar nuestras ciudades hoy.
Foto: Unsplash

Hace muchos años, iba un día en un bus de mi ciudad, y contemplaba las diferentes personas que llenaban las calles por donde pasaba. Veía personas necesitadas, vanidosas, confundidas, tristes, hablando entre ellas con un lenguaje hostil, con miradas distraídas en la nada, entre otras cosas. Me preguntaba a mis adentros ¿Cómo sería toda esta ciudad si todas las personas fueran espirituales?1 Al hacerlo me imaginaba toda una ciudad diferente, podía ver sus rostros iluminados, llenos de gozo, con confianza, hablando entre ellos en un mismo idioma, con amor y verdad ¡Cómo suelen ser los domingos por la mañana en mi iglesia local!

Si bien, este es un retrato del paraíso, y de la Nueva Jerusalén que esperamos, no es una imagen tan lejana de nuestros días como solemos creer. En los tiempos de la Reforma, a pesar de toda la hostilidad que hubo por parte de la oposición, también hubo ciudades completamente transformadas, donde sus ciudadanos vivían, en ese entonces, un anticipo del reino de Dios en la tierra. John Knox visitó Ginebra en 1554, cuando el reformador Juan Calvino era pastor en ese lugar, y escribió a un amigo que la ciudad era “la escuela de Cristo más perfecta que haya existido en la tierra desde los días de los apóstoles”.2

Grabado de John Knox. / Imagen: Dominio público

¿Qué trajo este cambio a la historia de muchas ciudades? ¿Qué hizo la iglesia en aquel entonces para que esto, tan maravilloso, ocurriera en diferentes partes del mundo? Hizo lo que debería hacer el día de hoy: predicar la Palabra de Dios.

Los reformadores le dieron la importancia debida a la predicación de la Palabra de Dios y esto trajo un despertar que cambiaría la historia para siempre. Ellos hicieron que incluso la arquitectura de los edificios dónde la iglesia se reunía cambiara para darle la preeminencia a la Palabra de Dios en cada reunión de adoración. El profesor de teología, Matthew Barrett, explica lo siguiente:

…en el siglo dieciséis, la arquitectura decía algo. Tenía un mensaje detrás. Si entrabas en una iglesia romana (la Iglesia de Roma) en el siglo dieciséis, lo que verías tendría un aspecto muy diferente al de hoy. Al frente y en el centro habría estado el altar en el que los elementos (el vino y el pan) eran elevados por el sacerdote como un tipo de gracia que luego iba a ser infundida en sus receptores. En otras palabras, el altar era el foco central de muchas maneras y al sacerdote mismo se le daba un tipo de autoridad para absolver y perdonar tus pecados.

Los reformadores le dieron la importancia debida a la predicación de la Palabra de Dios. / Foto: David Wilkie

Cuando los reformadores volvieron a la Palabra de Dios, se dieron cuenta de que no solo se estaba enseñando el evangelio de forma errónea o distorsionada, sino que si este evangelio era verdadero, entonces la iglesia debía tener un aspecto muy diferente. Si miras una pintura del siglo dieciséis de una iglesia protestante, verás que el púlpito está al frente y al centro. ¿Por qué? Porque es allí donde se predica la Palabra de Dios.3

Si miras una pintura del siglo dieciséis de una iglesia protestante, verás que el púlpito está al frente y al centro. / Imagen: James Aitken Wylie 

¿Qué predicaban?

Ahora, la predicación de los reformadores no era cualquier predicación de sus ocurrencias y anécdotas. Sus predicaciones eran muy opuestas al estilo de predicación que en la época se realizaban dentro de las iglesias católicas romanas. Juan Calvino comenta sobre esto que los sermones de aquel momento tenían el siguiente patrón básico: “La primera mitad de los sermones era dedicada a responder preguntas nubladas de las escuelas que podrían asombrar a la gente común, mientras que la segunda mitad contenía dulces historias o especulaciones divertidas debido a las cuales los oyentes podían mantenerse atentos. Solo unas pocas expresiones eran sacadas de la Palabra de Dios…”.4

Representación de Juan Calvino predicando. / Imagen: Bridgeman Images

Este tipo de predicación, y cualquiera que se le asemeje, es carente del poder de Dios para transformar las vidas de las personas de forma radical y eterna ¡No tiene el poder para rescatar a los muertos y pasarlos a la vida eterna! Pues, solamente la “Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las coyunturas y los tuétanos, y es poderosa para discernir los pensamientos y las intenciones del corazón” (Heb 4:12) Ella es suficiente para hacernos crecer, porque “toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra” (2Ti 3:16-17).

El púlpito solo cumple su propósito cuando la voz de Dios resuena en él. Sin la Palabra, no hay poder, no hay transformación, no hay vida. / Foto: Pexels

El púlpito es el lugar que Dios utiliza para hablar a Su pueblo, y si no está Su palabra ¡No sirve de nada! Para asegurarse de que esto fuera así siempre, los reformadores tenían dos principios que pueden ser muy útiles para nosotros hoy:

  • Predicaban libro a libro de la Biblia.

Esta era la dieta regular de ellos, enseñar y predicar libros enteros de la Biblia. La mayoría de los comentarios bíblicos que tenemos de Calvino, Lutero y de otros reformadores son el producto de su trabajo de predicación semanal con la cual toda la comunidad se beneficiaba de la Palabra de Dios. El profesor Michael Reeves afirma lo siguiente:

En Wittenberg, durante un cuarto de siglo, Lutero predicó por medio de la Biblia, generalmente por lo menos dos veces los domingos y tres veces durante la semana. En Zúrich, la Reforma comenzó realmente el 1 de enero de 1519, cuando Zwinglio anunció desde el púlpito del gran ministro que, en lugar de llenar sus sermones con los pensamientos de los teólogos medievales, él predicaría a lo largo del Evangelio de Mateo versículo por versículo. Y cuando hubiera terminado eso, seguiría por el resto del Nuevo Testamento. En Ginebra, Calvino pasó gran parte de su tiempo predicando: dos veces los domingos (Nuevo Testamento) y, en semanas alternas, todos los días de la semana también (Antiguo Testamento), cada vez durante una hora aproximadamente.5

Lutero predicó por medio de la Biblia, generalmente por lo menos dos veces los domingos y tres veces durante la semana. / Imagen: Dominio público

No había nada mejor para esa población, y no lo hay aún para todos los pueblos de la tierra, que una predicación rica y clara de cada libro de la Biblia. Aquí es útil mencionar que la predicación expositiva6 es un excelente recurso para lograr este objetivo hoy.

  • Predicaban el evangelio

No quiero asumir que las personas entienden que cuando digo que los reformadores predicaban la Palabra de Dios, libro por libro de la Biblia, estoy diciendo que ellos sencillamente extraían lecciones morales para ser mejores personas y llenaban las mentes de las personas con las historias de hombres y mujeres valientes de las Escrituras.

Al volver a la Palabra, los reformadores entendieron que el evangelio había sido distorsionado y que una iglesia fiel debía reflejar su verdad en todo. / Foto: James Aitken Wylie

Cuando digo esto, me refiero a que los reformadores eran celosos de predicar el evangelio en cada oportunidad que tenían y apuntaban a los hombres, a partir de toda la Escritura, hacia su necesidad de Cristo. Martín Lutero dijo una vez:

El evangelio no puede predicarse ni oírse lo suficiente, porque no se puede captar lo suficientemente bien. No predicamos nada nuevo; pero nosotros estamos siempre y sin cesar predicando acerca del hombre llamado Jesucristo, verdadero Dios y hombre, que murió por nuestros pecados y resucitó de entre los muertos para nuestra justificación. Pero aunque siempre estemos predicando y repitiendo este mensaje, nunca seremos capaces de captarlo lo suficiente. En este sentido, siempre somos bebés y niños pequeños que recién están aprendiendo a leer y apenas pueden formar media palabra, es más, apenas un cuarto de palabra.7

Los reformadores eran celosos de predicar el evangelio en cada oportunidad que tenían y apuntaban a los hombres hacia Cristo. / Imagen: James Aitken Wylie

Predicaban el evangelio, porque sin el evangelio en nuestra predicación, aunque abramos nuestras Biblias cada domingo, no habrá salvación y edificación, pues el evangelio “es el poder de Dios para la salvación de todo el que cree” (Ro 1:16).

¿Nuestra ciudad siendo espiritual?

Espero que hoy, cuando mires a tu alrededor, cuando salgas a la calle, andes por el parque, camines por los colegios, las universidades o cuando estés cerca de un centro comercial o por la cárcel de tu ciudad, puedas soñar en que es posible que todo sea diferente ¡Para Dios no hay nada imposible! Y Él puede hacerlo por medio de cada iglesia que fielmente predica Su Palabra. Eso es todo lo que se necesita para ver los reinos e imperios actuales sacudirse, el sistema decadente de valores de nuestra sociedad voltearse, y el reino de Dios establecerse desde lo alto. Como dijo una vez Martín Lutero, cuando se le preguntó cómo surgió el movimiento de la Reforma:

Simplemente, enseñé, prediqué y escribí la Palabra de Dios; de lo contrario no hice nada. Y mientras dormía o bebía cerveza en Wittenberg con mis amigos Philip y Amsdorf, la Palabra debilitó tanto al papado como ningún príncipe o emperador le infligió jamás tales pérdidas. No hice nada; la Palabra lo hizo todo.8

No fue su liderazgo, su carácter, ni tampoco su piedad, fue la Palabra de Dios la que hizo todo.


[1] Espirituales conforme a la Escritura, aclaro.

[2] Tomado de: https://biteproject.com/juan-calvino/

[3] Tomado de: https://www.crossway.org/articles/how-the-reformation-transformed-church-architecture/

[4] Citado por Michael Reeves en un artículo titulado: “¿Qué papel desempeñó la predicación expositiva en la Reforma?”, publicado por la revista de 9Marcas.

[5] Tomado de un artículo titulado: “¿Qué papel desempeñó la predicación expositiva en la Reforma?”, por Michael Reeves. Publicado por la revista de 9Marcas.

[6] Si quieres saber más sobre este tema, hay un curso gratuito sobre predicación expositiva que ofrece el seminario Salmo119 o en la página Cursos Online – Charles Simeon Trust.

[7] Tomado de What Luther says: an anthology [Lo que dice Lutero: una antología] (ed. 1959)

[8] Obras de Lutero, Volumen 51: Sermones I, ed. Jaroslav Pelikan y Helmut T. Lehmann (Minneapolis: Fortress, 1960), 76-77.

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Danilo Pedroza

Danilo Pedroza

Danilo Pedroza, es colombiano, profesor del Seminario Salmo119 y actualmente cursa una maestría en Biblia y Teología. Además, es autor del blog Cristo es Fiel, es candidato al ministerio pastoral de la iglesia Rescue Mission Church y actualmente lidera una plantación en Barranquilla llamada Fidelidad a Su Palabra. Está felizmente casado con Angélica Cantillo y disfruta pasar tiempo con su hija Alanna.

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