Ted Wallis, un médico de Austin, Texas, se encontró recientemente con un niño perdido llorando en un centro comercial. Su primer instinto fue el de ayudar, pero temía que la gente pudiera considerarlo un depredador o abusador sexual de niños. Por lo tanto, él se alejó. “Siendo hombre”, explica, “soy culpable hasta que se demuestre mi inocencia”. Aunque suene horrible, simpatizo con este hombre. Por más terrible que pueda ser ver a un niño pequeño perdido y solo, como hombre en esta sociedad, siento que me mirarían con ojos acusadores si me acercara a ese niño y le ofreciera ayuda. Mi instinto probablemente sería buscar una figura de autoridad, un oficial de policía, un guardia de seguridad del centro comercial, o un extraño de aspecto inofensivo, tal vez una mujer mayor o una madre embarazada. Estas personas podrían ayudar al niño sin hacer que otros asuman que se tienen otras y malvadas intenciones.
Jeff Zaslow del Wall Street Journal ha escrito recientemente un par de artículos acerca de la visión que tiene nuestra sociedad de los hombres como depredadores. Vale la pena leerlos: “Are We Teaching Our Kids to Be Fearful of Men?” [“¿Estamos enseñando a nuestros hijos a tener miedo de los hombres?”] y “Avoiding Kids: How Men Cope With Being Cast as Predators” [“Evitar a los niños: cómo los hombres hacen frente al ser considerados como depredadores”]. Él pregunta: “¿Les estamos enseñando a los niños que los hombres quieren hacerles daño? La respuesta, en varios frentes, es sí. El defensor de los niños, John Walsh, aconseja a los padres nunca contratar a un niñero hombre. Las aerolíneas están colocando a los menores no acompañados con pasajeras en lugar de pasajeros. Las ligas de fútbol les dicen a los entrenadores hombres que no toquen a los jugadores”. Una campaña publicitaria para el Departamento de Salud de Virginia, presenta una imagen de la mano de un hombre sosteniendo la mano de un niño con las siguientes palabras escritas sobre ella: “No se siente bien cuando los veo juntos”. El mensaje parece claro. “La implicación es que, si ves a un hombre sosteniendo la mano de una niña, probablemente sea un depredador”, dice Marc Rudov, quien gestiona un sitio web de derechos de los padres.

Claramente, habrá consecuencias si las personas (y los niños en particular) tienen miedo de los hombres. “Los activistas por los derechos de los padres y los educadores ahora argumentan que un pánico inflado por los depredadores está dañando las relaciones de los hombres con los niños. Algunos hombres prefieren no involucrarse en absoluto con los niños, lo que explica en parte por qué muchos grupos de jóvenes no pueden encontrar líderes masculinos y por qué solo el 9 por ciento de los maestros de primaria son hombres, frente al 18 por ciento en 1981”. Los niños comienzan a desconfiar de los hombres y la sociedad en general se está volviendo cada vez más desconfiada de los hombres. Los hombres, mientras tanto, soportan el peso de sentir que siempre están al borde de ser acusados de algún comportamiento desviado. “Sin embargo, el resultado de todo este hiper-cuidado es que los hombres a menudo se sienten como personas a las que no se les puede tocar”. “Si bien no queremos que los depredadores sexuales dañen a nuestros hijos, sí queremos que nuestros hijos desarrollen relaciones saludables con hombres y mujeres adultos. Inculcar el miedo a los hombres es un profundo perjuicio para todos”.

Aquí hay algunos ejemplos de cómo esto está funcionando según los testimonios de algunos hombres que respondieron a los artículos de Zaslow:
En Cochranville, Pensilvania, Ray Simpson, un conductor de autobús, dice que solía tener 30 niños parando en su casa en Halloween. Pero después de su divorcio, cuando las personas sabían que estaba viviendo solo, no tuvo visitas. “Tenía ganas de llorar al llegar la noche”, dice.
En el Aeropuerto Intercontinental de Houston, el empresario Mitch Reifel estaba comiendo con su hija de 5 años cuando apareció un policía para interrogarlo. Un transeúnte había informado que sus interacciones con la niña parecían “sospechosas”.
En Skokie, Illinois, Steve Frederick dice que la directora de la guardería de su hijo lo llamó para reprenderlo por “tocar a los niños de manera inapropiada”. “Me quedé impactado”, dice. “¿Qué quiso decir ella?”. Se refería a que él estaba leyendo cuentos con su hijo y otros niños en su regazo. Una madre entró en pánico cuando su hijo mencionó haberse sentado en el regazo de un hombre.

Admito que tengo dos opiniones sobre esto. Por un lado, no quiero sentir (y no quiero que mis hijos sientan) que todos los hombres son unos pervertidos que necesariamente no son dignos de confianza. Al mismo tiempo, he visto con demasiada frecuencia el daño que los niños sufren en manos de hombres que sí son depredadores. Aunque puede darse el caso de que solo un pequeño porcentaje de hombres sean depredadores, el hecho es que la gran mayoría de los depredadores son hombres. Al principio de nuestro matrimonio, mi esposa y yo establecimos un par de reglas básicas relacionadas con nuestros hijos (como no permitir que hombres o niños los cuidaran y ser extremadamente cautelosos con las pijamadas). Tener estas reglas parecía algo de sentido común y no algo nacido de un gran temor de todos los hombres. Somos cautelosos con respecto a las relaciones que nuestros hijos tienen con otros hombres, pero nos regocijamos cuando adultos piadosos o preocupados muestran un interés genuino en ellos.

Me interesaría saber cómo las personas que leen esta página se enfrentan a estas situaciones.
- ¿Dejarías a tus hijos con niñeros hombres?
- ¿Permitirías que tu hijo adolescente cuide a otros niños?
- ¿Estás inmediatamente indeciso o nervioso cuando un hombre muestra un interés amistoso en tus hijos?
- Para los hombres: si vieras a un niño solo y llorando en el centro comercial, ¿te detendrías para ayudarlo?
Publicado originalmente en Challies.