Hace algunos meses, tuve la oportunidad de ser invitada por mi amigo y hermano, Andrés Vásquez, a entrevistar a la astrónoma y Científica Principal del Proyecto del Telescopio Espacial Hubble, la Dra. Jennifer Wiseman. Me conmovió su pasión al hablar de Dios y del asombroso y vasto espacio. No pude evitar sentirme como un pequeño punto en el universo, tan pequeña, tan diminuta, casi insignificante. Sin embargo, la gracia y el amor de Dios me recordaron que, aunque los seres humanos somos una cosita diminuta en el universo, no somos insignificantes. Somos portadores de Su imagen. Como creación especial de Dios, estamos hechos a Su imagen, y, por lo tanto, podemos leer y entender cómo funciona todo en el universo. Por supuesto, no lo sabemos todo, pero al menos podemos entender lo suficiente para saber que la casualidad y el azar no forman parte de la ecuación. Contrariamente a lo que Dawkins y otros ateos puedan creer, no estamos aquí por accidente. Hay demasiadas leyes y observaciones que apuntan a un Diseñador, a un Creador y, finalmente, a Dios. A los materialistas les gusta decir que estamos aquí por casualidad, sin ningún propósito. Pero, por supuesto, si te atreves a decirles que no valen nada bajo ese razonamiento, sus caras muestran lo contrario. A nadie le gusta pensar que no vale nada y que ha sido creado por casualidad. A todo el mundo le gusta saber que lo que hace tiene un sentido. Creo que el ateísmo, y estas cosmovisiones materialistas y naturalistas no viven realmente de acuerdo con lo que dicen creer. Dios nos ha dado sentido y propósito. Dios nos ha dado mentes para comprender la inmensidad de lo que Él es capaz de hacer. Sólo se necesita un minuto para mirar el cielo nocturno y sentirse perdido en todas sus maravillas. Dios ha dado a la gente la capacidad de entender esto de una manera mucho más profunda que los laicos como yo. Y doy gracias a Dios por ello.
Los descubrimientos recientes son una prueba de la existencia de Dios
A la gente le gusta afirmar que la teoría de la evolución de Darwin es la prueba irrefutable de que Dios no existe. El problema con la teoría de Darwin es que hay una gran falta de pruebas. No se han encontrado fósiles de muchos animales anteriores al aspecto que tienen ahora. Otros, dicen que la evolución refuta a Dios. Pero, tomemos a Lucy, por ejemplo. Este «ancestro» simiesco es el retrato de la «fe» que los ateos dicen no tener. ¡Pero la tienen! Tienen fe en que algún día se encontrará el eslabón perdido de Lucy, tienen fe en que Lucy es el «antepasado» de los humanos, a pesar de que faltan pruebas de ello. Lucy ha sido reconstruida con un 25% de un esqueleto (algunos dicen que es un 40% pero, aun así, no hay pruebas de ello). Lo interesante de esto, es que los huesos que faltan son algunos muy importantes, como las rodillas, lo que nos hace muy diferentes de los simios, ya que los simios no tienen rodillas y caderas con la forma que tenemos nosotros, y por eso, cuando los simios se paran en dos pies, caminan balanceándose y no de forma erguida totalmente como nosotros.1 Si queremos hacer de abogado del diablo, digamos que la evolución es una teoría correcta, eso no quita a Dios de la ecuación. Aún tendríamos que responder de dónde vino este ancestro común, aún tendríamos que responder de dónde vino la primera célula. La evolución no es la respuesta. Esto me lleva a algunos de los recientes descubrimientos en la ciencia. Los ateos militantes, solían decir que un Dios perfecto no podía estar en la ecuación ya que el ADN tenía algo de «ADN basura», afirmando que un Dios perfecto no podía existir debido a fallas en nuestro diseño, llamaban a este ADN «basura» porque no encontraban su propósito, pensando que era un diseño defectuoso. La verdad, es que, aunque nunca descubriéramos el propósito de ese ADN, -otra vez- no saca a Dios de la ecuación. Por suerte para nosotros, los científicos descubrieron que el ADN basura tiene un uso muy importante: regular la expresión de los genes.2 Touché. En cuanto a las teorías del universo, he visto que muchos científicos ateos en la esfera pública declaran que no hay pruebas de Dios. Sin embargo, lo que aprendí de esta entrevista con la Dra. Wiseman, es que en el «ámbito privado», los astrónomos profesionales, por ejemplo, saben separar la ciencia de la fe (o de las cuestiones filosóficas), en el sentido de que entienden que la ciencia no está reñida con la religión. Puede que no sean creyentes, pero reconocen que una cosa no está necesariamente reñida con la otra. Esto me da esperanza, que Dios pueda abrirles los ojos mientras trabajan en un lienzo tan asombroso, que sientan la inmensidad del espacio haciéndoles saber que un Creador está a cargo, todavía creando, y todavía esperando a que crean en Él.