Mujer hacendosa, ¿quién la hallará? Su valor supera en mucho al de las joyas (Pro 31:10).
Desde el principio de la creación la mujer fue creada como una “ayuda idónea”, sin que esto implicara inferioridad con respecto a sus facultades o su dignidad. Desde el mismo momento en que ella fue creada, la mujer ha tenido la misma dignidad del hombre (Gn 1:26-27; Ga 3:28-29), pero ha tenido un rol distinto: la igualdad de ambos sexos no implica igualdad de roles. Desafortunadamente, después de la caída, el mundo ha distorsionado el diseño de Dios, malinterpretando el rol de la mujer como sinónimo de inferioridad.
En respuesta a ese pensamiento de inferioridad, muchas mujeres han buscado reclamar su valía. Sin embargo, en lugar de volver al diseño original (en el cual tienen la misma dignidad que el hombre), lo han distorsionado aún más al tratar de asumir todos los roles de los hombres, de ser iguales a ellos en todo sentido, y de desprenderse de aquello que las hace mujeres, como la crianza de los hijos. Así, poco a poco, se han ido desdibujando los roles diseñados por Dios en la sociedad.
El resultado final es un mundo confundido (2Ti 3:1-5). No solo los roles originales han sido distorsionados, sino incluso la misma diferenciación de los sexos. ¡Por eso es que ahora leemos de “hombres” transgéneros que resultan embarazados! Entonces, ¿cuál es el rol que diseñado para la mujer? El del glorificar a Dios en su hogar. Veamos brevemente de qué se trata.
La mujer virtuosa: un modelo de mujer para hoy
La mujer de Proverbios 31 nos da el modelo perfecto de cuál es nuestro diseño original. Allí aprendemos que debemos ser “hacendosas” (10), que nuestra prioridad está en el hogar y la familia (15), y que debemos acordarnos de los necesitados (21). En varios versículos de este proverbio es evidente que su trabajo incluye tareas fuera de la casa (14, 16, 24), pero su labor tiene como propósito ayudar a su esposo. En otras palabras, ella no sale a trabajar para su propia autoestima, para alcanzar fama o por la codicia del dinero, sino que su corazón está en cuidar de su hogar.
Además, es importante notar que el trabajo que desempeñaba no disminuyó su labor efectiva en el hogar. Es interesante que, aunque su esposo era el líder, ella era capaz de liderar en organizar y ejecutar lo que era necesario para su familia. Para tener la capacidad de hacer todo lo que ella hacía, requería tener una vida ordenada, con dominio propio y con las prioridades apropiadas.
El carácter de Cristo
Lo mismo podemos decir de nosotras. Efesios 2:10 nos recuerda que Dios nos ha preparado con habilidades y dones para hacer la obra que Él ha planificado de antemano para nosotras: “Porque somos hechura Suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas”. No obstante, Él espera que las realicemos de una forma que le glorifique. Como dice 1 Corintios 10:1, todo lo que hacemos debe ser explícitamente con el propósito de honrarlo: “Ya sea que coman, que beban, o que hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios”.
Una de las maneras de glorificarle es reflejando el carácter de Cristo en el hogar. El apóstol Pablo dice en Filipenses 2:3-5:
No hagan nada por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de ustedes considere al otro como más importante que a sí mismo, no buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás. Haya, pues, en ustedes esta actitud que hubo también en Cristo Jesús.
Pensando en que el matrimonio es una sombra de Cristo y la iglesia (Ef 5:22-33), aquellas mujeres que estamos casadas debemos buscar reflejar esta hermosa relación. Por eso, es necesario que el hombre se sienta apreciado y fortalecido en su rol, para lo cual debemos actuar con humildad, recibiendo ideas y permitiendo que él enriquezca el hogar con su sabiduría. ¡El trabajo es más eficiente y exitoso cuando es realizado en equipo!
Consejos finales
Después de este breve recordatorio de cuál es nuestro rol como “ayuda idónea”, quiero cerrar con unos consejos que serán de mucho valor.
1. Busca la sabiduría de Dios. Ser fieles a nuestro rol requiere sabiduría y su única fuente es Dios. El estudio bíblico, la oración y el acompañamiento de otros hermanos y hermanas más sabios, son vitales para tener una vida piadosa en el hogar. Además, ya que hemos sido rescatadas por Cristo, las dificultades que enfrentamos son oportunidades para crecer y aferrarnos a Su gracia.
2. Sirve al Señor y no a los hombres. Ya que servimos a un Dios perfecto, nuestro trabajo debe ser hecho con excelencia y de manera humilde. ¡Esto incluye pedir perdón cuando fallamos! La calidad de nuestro trabajo, incluyendo la dinámica de cómo nos relacionamos con la familia, demuestra nuestro carácter.
3. Recuerda que tu esposo es el líder del hogar. Por eso, debemos someternos en todo lo que no sea pecaminoso. Cuando rehusamos hacerlo, él puede ser tentado a responder de dos formas pecaminosas: con pasividad, dejando toda la responsabilidad a su esposa, o con agresividad, contestando en forma áspera. Así, cuando nos conducimos con mansedumbre, ayudamos a nuestro esposo en su lucha con el pecado.