¿Cuántas veces te has acostado pensando que mañana harás esto o aquello? ¿Cuántas veces te has levantado con un millón de planes para el día? Visitas postergadas, llamadas para después, planes para más tarde, el mañana puede con todo. Hace algunas semanas me desperté temprano y me propuse que ese día lo aprovecharía al máximo. Me levanté de la cama, tuve mi devocional, tomé una taza de café, levanté a mis niños y los invité a ejercitarse conmigo. Salimos a correr y en los últimos metros de la carrera, sin entender ni siquiera cómo, me torcí el tobillo, caí al suelo y todos los planes de las siguientes 2 semanas quedaron en suspenso. Mientras estaba en el suelo sin poder levantarme, solo podía decir: “No puede ser, no puede ser”, y mi lamento no era tanto por el dolor (aunque me dolía horrores), mi lamento era porque sabía según lo que sentí, que me iban a inmovilizar por al menos un par de semanas y ya no podría hacer todo lo que me había propuesto hacer. Camino al hospital, mi mente no podía dejar de pensar en todas las cosas que tenía pendientes y que ya no podría realizar. Tal como lo imaginé, me incapacitaron por 15 días, me quedé en casa, frustrada al inicio, pero, en la medida en que aceptaba el hecho de que no me quedaba más que esperar, El Espíritu Santo trabajaba en mi corazón haciéndome ver lo soberbia que había estado siendo. Quisiera compartirles 2 verdades, que no son fáciles de aceptar, pero son un hecho:
El tiempo no es nuestro
Podemos levantarnos con tantos planes y la vida cambia en un segundo. Yo me quejaba por un esguince y 15 días en casa, pero la verdad esa solo fue una pequeñísima muestra de lo frágiles y fugaces que podemos ser. En Santiago 4:13-16, la Biblia nos llama a no jactarnos del día de mañana y planear sabiendo que, si Dios quiere, podremos cumplir con lo que nos hemos propuesto. El mundo nos dice “proponte”, “lucha”, “empodérate”, “si puedes creerlo puedes lograrlo” y miles de frases que solo son el reflejo de la soberbia del ser humano. Nuestra vida, cada segundo, cada respiro que damos, cada parpadeo pasa solo porque Dios así lo ha querido. No quiero que me malinterpreten, no es malo planear. De hecho, la Biblia nos llama a aprovechar bien el tiempo (Efesios 4:6) y una forma de aprovechar el día es planificando, pero con la convicción de que cumplir esos planes no depende de nosotras, depende de que Dios permita que nuestro esfuerzo sirva para lograr lo que nos hemos propuesto (Proverbios 16:1).
El mundo no se detiene si nos detenemos
¿Cuántas como yo se han sentido indispensables? Desde que nacieron mis hijos, siempre le pedía a Dios que me preservara en vida y salud porque mis hijos no podrían subsistir sin mí. Y la realidad es que sí lo harían, así como otros miles de cosas que creo que solo yo puedo hacer, se harían. Me di cuenta que mi casa no se derrumbó porque yo no me podía levantar a ver que todo estuviera en orden, mis hijos no murieron de hambre porque yo no podía cocinar por unos días, mis pacientes no empeoraron su salud porque tuve que postergar sus consultas, mi esposo logro hacerse cargo de algunas cosas que usualmente solo yo hago y lo hizo bien (a su manera) ¡Pero bien! Si no tienes esposo es probable que estés pensando: “pero yo no tengo quien me ayude”, sin embargo, tu Ayudador y el mío es el mismo (Isaías 41:13). Dios siempre provee los medios de ayuda, así que podemos confiar que por más que seamos multifuncionales y estemos a cargo de miles de cosas, si Dios decide llamarnos o por alguna razón detenernos, Él se encargara de que todo siga funcionando. Aprende a descansar en esa realidad. El mundo da vueltas cada vez más rápido, el estrés es la enfermedad del siglo. Nos estresamos porque creemos que nosotras estamos en control y no hay nada más alejado de la verdad que eso. Créeme, sé que no es fácil ceder el control, sobre todo cuando luchamos con los pecados de una personalidad dominante y controladora, pero Dios nos deja claro en Su Palabra que Él es El Soberano, que en la tierra se hace lo que Él ha determinado desde el principio, así que no tiene sentido el afán ni la frustración por los planes no resueltos. “Porque en Él fueron creadas todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles; ya sean tronos o dominios o poderes o autoridades; todo ha sido creado por medio de Él y para Él. Y Él es antes de todas las cosas, y en Él todas las cosas permanecen” (Colosenses 1:16-17) Oremos que El Señor permita a nuestros inquietos corazones descansar en su soberanía y esperar en sus tiempos perfectos. “Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito” (Romanos 8:28).