¿Cuál es el rol de la mujer en este siglo?
Nos preguntamos esto porque vivimos en un mundo que siempre está cambiando. Aprendemos cosas nuevas todos los días y llegamos a nuevas conclusiones basadas en la información que obtuvimos. Sin embargo, en esta era de tantas transformaciones, necesitamos volver a la sabiduría antigua que el pueblo de Dios ha recibido desde hace siglos.
Un rol que no cambia
Como mujeres cristianas, vivimos con una naturaleza pecaminosa y estamos en un proceso de santificación constante. Enfrentamos la falta de sabiduría de la cultura combinada con un pensamiento distorsionado por el pecado.
Necesitamos seguir creciendo hasta alcanzar la imagen de Cristo, y ya que eso es imposible de este lado de gloria, debemos atender al mandato de Pablo: “No se adapten a este mundo, sino transfórmense mediante la renovación de su mente” (Ro 12:2). Ahora, a diferencia de los cambios que experimenta este mundo cada día, la renovación de la que habla Pablo implica volver a algo antiguo, incluso si es algo nuevo para nosotras.
Pero ¿de qué se trata esa santificación? De volver al diseño original de Dios. Nuestro rol como cristianas del siglo 21 es el mismo que tuvo Eva en el huerto del Edén y las mujeres en la iglesia primitiva. Dios, en Su omnisciencia, no cambia. A diferencia de nosotros, Él nunca aprende algo nuevo (Heb 13:8). Lo que Él ha dicho desde el principio es bueno y perfecto, y por eso tenemos la confianza de aprender Su Palabra y aplicarla a nuestra vida hoy.
Imagen de Dios, ayuda idónea y maestra
Para conocer Su plan debemos comenzar en el principio. En Génesis 1:27 aprendemos que fuimos creadas a Su imagen. La palabra hebrea utilizada aquí es צֶלֶם (tzelem), que significa “representación” o “semejanza”. Así, nuestras vidas deben glorificarle a Él, siendo representaciones fieles de Su carácter. Aunque toda la creación proclama Su gloria (Sal 19:1), solamente los seres humanos tienen este diseño.
En Génesis 2 aprendemos que somos “ayudas idóneas” de los hombres. En 2:18 Dios mismo usó ese término al hablar de nuestra creación, y en 2:23, cuando Adán llamó a Eva “hueso de mis huesos”, vemos que tiene autoridad sobre ella por haber sido creado primero y haberle dado nombre.
De alguna manera, la mujer refleja al hombre como en un espejo: es igual en dignidad, pero al mismo tiempo es su opuesto. Nuestro diseño encaja perfectamente con el de los hombres, por lo que podemos complementarlos y suplir lo que ellos no tienen, a la vez que ellos suplen lo que a nosotras nos falta. Cada género fue creado con características divinas pero diferentes, de forma que cuando trabajamos en equipo nos complementamos el uno al otro, dando a conocer el carácter de Dios al mundo. Por ejemplo, el hombre es el protector físico y quien provee físicamente para su familia, mientras la mujer es el protector y proveedor emocional, y ambos muestran todo el cuidado y amor del Creador.
Pero este diseño fue afectado con la caída. Por causa del pecado, ambos sexos nos comportamos de manera egoísta y tratamos al otro de una forma contraria al orden de Dios. El hombre trata a la mujer como inferior, y la mujer intenta dominar al hombre, cosas que no sucedían originalmente. Sin embargo, vale la pena luchar contra nuestra naturaleza caída, pues Dios dice que el valor de la mujer es mayor al de las joyas, pero solo cuando vive Su diseño (Pro 31:10).
En cuanto a la iglesia, la epístola a Tito nos enseña:
Asimismo, las ancianas deben ser reverentes en su conducta, no calumniadoras ni esclavas de mucho vino. Que enseñen lo bueno, para que puedan instruir a las jóvenes a que amen a sus maridos, a que amen a sus hijos, a que sean prudentes, puras, hacendosas en el hogar, amables, sujetas a sus maridos, para que la Palabra de Dios no sea blasfemada (Tit 2:3-5).
Desde la iglesia primitiva, la mujer está llamada a ser una maestra. No solo debe vivir de manera bíblica con su esposo y sus hijos, sino que debe enseñar a las más jóvenes a hacer lo mismo, primero con su ejemplo y luego con sus palabras.
Entonces, para que podamos vivir armoniosamente con nuestro esposo, hijos y hermanos y hermanas en la iglesia, tenemos que estudiar y aplicar lo que la Biblia nos enseña. Lastimosamente, la influencia del pecado y el mundo ha hecho que no pensemos naturalmente de acuerdo con el diseño de Dios. Hoy necesitamos volver a aprender algo que fue parte de nuestro instinto antes de que fuéramos corrompidas por la caída. Sin embargo, por la morada del Espíritu Santo en cada una de nosotras, podemos aprender, aplicar y vivir nuestro diseño.
La nueva mujer
En conclusión, el rol de la mujer del siglo 21 es el mismo que ha tenido desde Génesis. Dios nos creó con ese diseño y Él no comete errores (Stg 1:17).
Hoy, como dice Pablo en Efesios 4:22-24, muramos a nuestros deseos y despojémonos de la vieja mujer que se corrompe según los deseos engañosos. Seamos renovadas en el espíritu de nuestra mente, vistiéndonos de la nueva mujer, la cual, en la semejanza de Dios, ha sido creada en la justicia y santidad de la verdad.
¡Que Dios nos ayude a cumplir con el rol que Él nos ha dado!
Artículo publicado originalmente en Radio Eternidad.