Alguien me preguntó: “Estoy confundido sobre el papel que Satanás y los demonios pueden jugar en la vida de un creyente. ¿Pueden influirnos? Si es así, ¿cuánto? ¿Pueden oprimirnos? ¿Pueden poseernos? Estas son preguntas importantes por considerar. El teólogo G. C. Berkouwer dijo: “No puede haber una teología sana sin una demonología sana”. Algunos niegan la existencia de los demonios al considerarlos como meros símbolos de la inhumanidad del hombre, para con el hombre. Pero incluso aquellos que creen en la Biblia tienden a desarrollar una demonología descuidada. A menudo, nuestro entendimiento de los ángeles caídos se basa más en la superstición, la tradición y en las suposiciones más que en las Escrituras. (Por esta razón, cuando escribí mi libro “Lord Foulgrin’s Letters” (Las cartas de Lord Foulgrin), traté de estudiar cuidadosamente lo que enseñan, y lo que no enseñan las Escrituras acerca de Satanás y sus ángeles.
Maestros del engaño que libran batalla contra nosotros
Los demonios son ángeles caídos, un alto orden de la creación de Dios. Son espíritus y, por tanto, no están sujetos a las limitaciones sensoriales de los cuerpos humanos. Son más Fuertes y muchísimo más inteligentes que nosotros. Mientras que nosotros vivimos en la niebla y oscuridad en la tierra de las sombras, ellos viven en el mundo espiritual donde hay una cierta claridad de pensamiento aun entre los seres caídos. Aunque las Escrituras no sugieren que ellos puedan leer la mente o que conozcan el futuro, ciertamente los demonios son más conscientes que nosotros de muchas verdades. Las Escrituras lo dicen de esta manera: “Tú crees que Dios es uno. Haces bien; también los demonios creen, y tiemblan” (Santiago 2:19). Su forma de actuar es torcer, engañar y desorientar, mas ellos están íntimamente familiarizados con la verdad que tuercen. De hecho, incluso pueden citar las Escrituras en sus intentos de desorientarnos, como lo hizo Satanás cuando tentó a Cristo. Nuestro adversario es el gran estafador. Satanás es un mentiroso y los demonios son los maestros del engaño. Jesús lo llamó “mentiroso y el padre de mentira”. Dijo: “Él fue un homicida desde el principio, y no se ha mantenido en la verdad porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, habla de su propia naturaleza, porque es mentiroso y el padre de la mentira”. (Juan 8:44). Imagino que, cuando los demonios hablan en privado sobre las mentiras que nos dicen, reconocen abiertamente muchas de ellas como lo que son: mentiras. ¿Quiero decir con esto que los demonios se comunican entre sí? Por supuesto. Son seres inteligentes retratados en las Escrituras como racionales y comunicativos. Operan dentro de una jerarquía dando, recibiendo y ejecutando órdenes. El evangelio de satanás y el evangelio de Cristo Ellos Libran batalla contra Dios, los ángeles justos y nosotros: “Porque nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas, contra las huestes espirituales de maldad en las regiones celestiales”. (Efesios 6:12). La recolección de información, las estrategias, el despliegue de las tropas, la comunicación de órdenes en la batalla y el informe de los resultados son aspectos básicos de una guerra. Esta es una realidad y no un mito; en verdad, no sólo Dios y sus ángeles justos nos están observando, merodeando, y susurrándonos; los ángeles caídos, los demonios, también lo están haciendo. Es probable que estos seres estén presentes en esta habitación mientras escribo y donde sea que te encuentres al leer esto. Si Dios abriera nuestros ojos, veríamos ángeles, tanto justos como caídos, y los veríamos tan claramente como ves estas palabras en una pantalla. Pero ¿y qué sucede con la pregunta sobre si un cristiano puede ser poseído? Primera de Juan 5:18 dice: “Sabemos que todo el que ha nacido de Dios, no peca; sino que aquel que nació de Dios lo guarda y el maligno no lo toca”. Esto parece implicar que los cristianos sí estamos seguros del control absoluto o de la posesión, pero no de una influencia significativa. Así que no, un cristiano no puede ser poseído, pero sí puede ser oprimido grandemente e influenciado por un demonio (particularmente si deja al descubierto algunos aspectos de la vida a un control externo y a las adicciones). Pablo tomó un curso de acción particular “para que Satanás no tome ventaja sobre nosotros, pues no ignoramos sus ardides”. (2 Corintios 2:11). El grado en que Satanás toma ventaja sobre nosotros se corresponderá directamente con cuán informados—o desinformados— estamos de sus planes contra nosotros.
Grande para nosotros, pequeño para Dios
Agustín llamaba a Satanás el mono de Dios. Martín Lutero creía que el diablo era tan real que le arrojó su tintero. Pero también, Lutero nos recordó que “el diablo es el diablo de Dios” y nos alentó a burlarnos y a menospreciar al diablo porque “él no puede soportar el escarnio”. No debemos tomar el diablo a la ligera. Pero también debemos entender que es un león rugiente en una cuerda sostenida por un Dios amoroso y omnipotente. No debemos sobrestimar ni subestimar su poder. Hablando de los demonios, Dios nos dice: “Hijos míos, vosotros sois de Dios y los habéis vencido, porque mayor es el que está en vosotros que el que está en el mundo” (1 Juan 4:4). Nada debe enfurecer más a los demonios que nosotros comprendamos que si nos hemos arrepentido de nuestros pecados y hemos confiado en Cristo como nuestro Salvador, el mismo Señor que les denegó la entrada al cielo, habita dentro de nosotros. Dios es infinitamente más poderoso que ellos. Por medio de Él podemos vencerlos. El diablo puede ser grande para nosotros, pero él es pequeño para Dios. Cuanto más grande es nuestro Dios, más pequeño será el diablo para nosotros.