Del corazón a la acción: pasos para una corrección saludable

¿Cómo amar al niño y disciplinar el pecado sin aplastar su espíritu? Aquí hay 6 pasos para una corrección bíblica.
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Corregir a los niños puede ser como tratar con bebés y agua de baño sucia. ¿Cómo preservar el potencial fenomenal que Dios les ha dado sin tolerar la rebeldía que surge del caldero de sus pequeños corazones pecadores? ¿Cómo amar al “bebé” y odiar el “agua sucia”?

Los padres cristianos saben que es necesario corregir a los niños pequeños (Pro 22:15), pero los padres sabios también quieren cuidarse de no aplastar sus espíritus (Pro 15:13). No deseamos destruir el ánimo y la fortaleza de estos futuros héroes que actualmente parecen “pequeños terrores”.

El objetivo es redirigirlos, no aplastarlos. Pero, cuando el pequeño Juanito lo hace otra vez, —desobedeció, desafió, respondió mal o hizo un berrinche— ¿qué puede hacer una madre? ¿Cómo responder a esta desobediencia con amor tierno sin justificar el pecado? ¿Cómo odiar el pecado (en efecto es pecado) y amar al pequeño pecador? ¿Y cómo evitar reaccionar de forma exagerada? ¿Cómo puede corregir al niño que desobedece?

Afirmar, luego corregir

Antes de abordar cómo hacerlo, reconozcamos lo indispensable de comprender por qué primero debemos establecer una base de afirmación. ¿Por qué afirmar a un niño que acaba de responder de forma insolente, desafiar descaradamente tus instrucciones, desobedecer deliberadamente o llenar la casa con una actitud llena de egoísmo?

Primero, porque si no haces de la “aprobación de lo digno de elogio” un estilo de vida, perderás a tu hijo. Es decir, él dejará de escucharte. No tienes la intención de alejarlo, pero lo haces. Eventualmente, dejará de escucharte porque siempre estás corrigiéndolo. Se lleva la impresión de que no puede complacerte. Por eso, hazle saber que te agrada cuando obedece de inmediato o cuando demuestra tener pequeños ecos de un carácter semejante a Cristo, como amabilidad, generosidad, atención o sensibilidad hacia los demás (Fil 4:29).

No ignores esta ventaja táctica: tu bondad imparcial y disposición para reconocer objetivamente en la actitud y comportamiento de tu hijo cualquier cosa buena, verdadera, honorable, justa, pura, amable, digna de elogio y de alabanza (Fil 4:8) ganará su atención. Los niños (de todas las edades) están más dispuestos a escuchar a quienes los elogian. Por lo tanto, si algo merece elogio, ¡no omitas el elogio! Ganarás su atención.

La relación entre corrección y afirmación es como una cuenta bancaria. Asegúrate de hacer suficientes depósitos (afirmaciones) antes de retirar de la cuenta (correcciones). Las correcciones rebotan cuando la cuenta está sobregirada.

Los padres cristianos saben que es necesario corregir a los niños pequeños, pero los padres sabios también quieren cuidarse de no aplastar sus espíritus. / Foto: Envato Elements

Dios está haciendo algo

La segunda razón para corregir en un ambiente de afirmación es que Dios siempre está obrando cosas buenas en todas partes. Algunos lo llaman “gracia común”. De todas las cosas buenas que Dios está haciendo, algunas de ellas están ocurriendo en tu hijo, incluso en el preciso momento en que él te desafía. Dios recibe más gloria cuando señalamos lo que Él está haciendo, y Él siempre está obrando, incluso en medio de la tormenta de una rabieta infantil.

¿Qué está haciendo Dios exactamente? Por un lado, Dios está restringiendo a tu hijo. A pesar de lo pecaminoso que es el corazón de un niño, no lleva a cabo todos los planes malvados que son concebibles. De hecho, el niño ni siquiera concibe toda la maldad que podría concebir. Dios no se lo ha permitido. Dios no ha permitido que tu pequeño se autodestruya, lance un ataque nuclear o cometa el pecado imperdonable. Alabado sea Dios. En serio, da a Dios honor explícito por el bien específico que está haciendo en ese momento. Menciónalo. Dile a Dios que lo ves y agradéceselo.

Recuerda: cada pecado de tu hijo no borra todo el progreso que ha logrado hasta ese momento. Al igual que una palabra mal escrita no significa que el niño deba aprender el alfabeto desde el principio, una muestra de desafío no significa que todo esté perdido.

Dios siempre está obrando, incluso en medio de la tormenta de una rabieta infantil. / Foto: Lightstock

Seis pasos para una corrección saludable

Entonces, ¿qué puedes hacer cuando un niño desobedece? Cuando tu hijo te desafíe, primero ora. Pídele a Dios que mueva el corazón de tu hijo (Ro 10:1).

Segundo, enfócate en el corazón. La corrección parental buena y sabia no consiste en encontrar la fórmula correcta, como si fuera una operación mecánica. El tipo correcto de pensamiento y práctica requiere el tipo correcto de corazón. Asegúrate de amar a tu hijo con el amor de Dios. Esto es diferente del sentimentalismo humano o el sentido de posesión. Nuestros hijos no nos pertenecen a nosotros, sino a Dios. Debemos tratarlos como Dios quiere que los tratemos. Para tratarlos sabiamente, amarlos bien (o a cualquier persona), necesitamos estar continuamente llenos del Espíritu Santo, quien produce el fruto del amor. No estar llenos del Espíritu pone en peligro todo el esfuerzo.

Asegúrate de amar a tu hijo con el amor de Dios. / Foto: Lightstock

Tercero, precede la corrección con afirmación. Debería ser obvio a estas alturas que recomiendo elogiar lo que es digno de elogio. Luego, corrige. La corrección es más efectiva cuando se realiza en un contexto amplio de afirmación constante. “Afirmamos cosas buenas aquí” es un buen lema para ponerlo en un cuadro de colgar en el hogar. Esto hace que la corrección sea más aceptable (Col 3:21). Pero no esperes demasiado para corregir, ya que la presión podría acumularse hasta volverse inmanejable y explotar, o puede transcurrir tanto tiempo que el niño no relacione claramente su mala conducta con tu corrección.

Cuarto, haz una pausa entre la afirmación y la corrección. Sepáralas. “Me dijiste la verdad sobre haber roto la lámpara al lanzar la pelota, y esa honestidad es muy encomiable. Agradezco a Dios por tu integridad. Ahora (pausa) tenemos que abordar la limpieza, quizá la restitución, y las consecuencias apropiadas por este mal comportamiento cuando te dijimos claramente que no lanzaras una pelota en la sala”.

Quinto, pregunta cómo Dios nos afirma mientras nos corrige. Respuesta: Él nos recibe como Sus hijos. Hebreos dice: “Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo” (Heb 12:6). Describe a tu hijo cómo Dios te corrige a ti. Explícale que lo hace porque te recibe como parte de Su familia. Y tú corriges a tus hijos porque los recibes en tu familia: esto establece pertenencia, algo crucial para el desarrollo saludable.

Por último, persiste con humildad (Col 4:2). Practica la consistencia con la fuerza que Dios provee y mantente listo para corregir amorosamente a largo plazo.


Publicado originalmente en Desiring God.

Sam Crabtree

Sam Crabtree sirve como pastor en Bethlehem Baptist Church. También es el autor de Practicar la Afirmación: Alabanza centrada en Dios de los que no son Dios.

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