La consejería es fundamental para la iglesia. Sin embargo, hay muchos miedos que le impiden a las personas ayudar a sus hermanos o recibir ayuda. A continuación, 5 mitos comunes sobre la consejería.
Mito #1. La consejería es solo para los profesionales
Este mito sugiere que la palabra “consejería” es un término profesional y que solo puede llevarse a cabo por profesionales. Sin embargo, es mejor pensar en ella como el ejercicio de tener conversaciones sabias y útiles. Los consejeros de profesión pueden aportar experiencia, lo cual ciertamente valoramos, pero, en el momento más efectivo de su labor, ellos simplemente tienen conversaciones sabias y útiles. Ellos no traen ninguna magia particular.
Cuando recuerdas a aquellos que te han ayudado en tus momentos de necesidad, probablemente pienses en amigos, familiares y otros que te aman. Ellos siempre han sido nuestra ayuda, a quienes recurrimos frecuentemente, y aún tienden a ser el lugar donde comenzamos.
Mito #2. Como pastor, no tienes tiempo para la consejería
La idea de añadir horas extra a una agenda ya llena podría ser suficiente para hacerte llorar. Las necesidades propias del cuidado pastoral en una iglesia de cincuenta personas probablemente ya son demasiado para soportar. Incluso las necesidades de cuidado pastoral en tu propia familia podrían parecer abrumadoras.
La realidad es que no puedes cuidar a cada alma en tu iglesia por ti mismo. Necesitas miembros que estén equipados para ayudar a otros miembros. Mientras tanto, tu objetivo es ser cada vez más amoroso, hábil, compasivo, sabio y ferviente en oración en las conversaciones que ya tienes. Pero puedes hacer mucho en cinco minutos de escuchar y tres minutos de oración juntos.
Mito #3. No puedes aconsejar porque no eres un buen consejero
Algunas personas tienen más dones innatos para conocer y ayudar a otros. Pero ¿qué podría significar realmente este mito? ¿Que no amas a los demás? ¿Que no escuchas y prefieres hablar? ¿Que nadie quiere hablar contigo? Probablemente no.
Significa que a veces te sientes insuficiente para ayudar. Todo aquel que ayuda a otros cree esto en algún momento, y eso es algo bueno. La insuficiencia está justo al lado de la humildad, y la humildad te lleva a pedir ayuda a otros y a orar, lo cual es de las mejores cosas que podrías ofrecer. Las ideas deslumbrantes rara vez son lo que ayuda a los demás.
Mito #4. La buena predicación elimina —o al menos reduce— la necesidad de consejería
Esto suena correcto, en teoría. La predicación que identifica las luchas de la vida diaria e ilustra cómo llevar esas luchas a las Escrituras es invaluable y necesaria. Pero, en la práctica, una buena predicación conduce a más consejería.
Una buena predicación revela nuestros corazones, nos muestra nuestra necesidad espiritual y promueve una cultura de apertura en la iglesia. Los oyentes descubren asuntos que han estado cubiertos, y ni siquiera saben por dónde empezar. Pero sí saben que una iglesia con este tipo de predicación es un lugar donde pueden hablar con alguien.
Mito #5. Los cristianos no necesitan consejería
Este es un mito antiguo, y la mayoría de los pastores realmente no lo creen. Pero muchos miembros de la congregación todavía lo creen. O quizás podríamos decir que la mayoría de nosotros aprobamos que otras personas busquen ayuda, pero nosotros mismos no queremos buscar ayuda, pues mostraría debilidad, o incluso podría sugerir que Jesús no es suficiente para nosotros y, como resultado, mancharíamos el honor de Dios.
Sin embargo, nuestra necesidad de ayuda es esencial para nuestro bienestar espiritual. Venimos a Jesús como personas necesitadas, y continuamos en Jesús como personas necesitadas. También sabemos que Jesús se ocupa de los necesitados, tanto a través de Su Palabra, como a través de otras personas.
Artículo publicado originalmente en Crossway.