Es bueno recordar que tu iglesia no es una selección única de super santos de élite hiper espirituales. Tampoco es la selección de personas más extraña y estrafalaria. Tú le predicas a la gente común y corriente. La gente común y corriente tiene dudas que no cree que deba tener. La gente común y corriente suele sentirse cansada y sin motivación. La gente común y corriente a menudo tiene temores que pueden no tener fundamentos, pero que aun así se sienten muy reales cuando están despiertos por la noche. La gente común y corriente se siente ansiosa por las «pequeñas cosas» y se distrae. La gente común y corriente cree que tiene dificultades, pero da por sentado que los demás lo tienen todo controlado en la vida. La gente común y corriente no se cree particularmente relevante, ni influyente. La gente común y corriente peca. La gente común y corriente no se da cuenta de algunos de sus pecados, pero está dolorosamente agobiada por otros aspectos de los mismos. La gente común y corriente, incluso después de responder al evangelio de la gracia, sigue sintiendo que su posición ante Dios depende de su propio esfuerzo y «éxito» espiritual. La gente común y corriente ya de por sí se siente culpable de varias cosas, sin olvidar su carencia de un testimonio proactivo. La gente común y corriente es muy común y corriente. Tú le predicas a gente común y corriente. Tú también eres uno de ellos. Probablemente sería bueno considerar en oración lo que esto podría significar para la forma en que te presentas, cómo presentas el mensaje y cómo se supone que el mensaje se relaciona con sus vidas. Publicado originalmente en Biblical Preaching