Durante los meses previos a mi boda tuve la oportunidad de recibir multitud de consejos. Algunos de ellos sin pedirlos, pero todos con el buen propósito de emprender sabiamente el camino conyugal. Sé comunicativo, sé flexible, sé comprensivo, sé romántico, fueron algunos de los más frecuentes. Lamentablemente, el que debería haber oído repetidamente estuvo ausente: sé bíblico. Todas aquellas recomendaciones eran sanas y acertadas. Cualquier mujer reconocería el valor de tener un marido comunicativo, flexible, comprensivo y romántico. Sin embargo, si algo que por excelencia debía y debe modelar mi rol como esposo es la Biblia. Es por esto que en este escrito quiero invitarte a ser bíblico en tu rol como esposo.
El rol de un esposo sabio
Si queremos ser esposos sabios en una sociedad feminista donde se promueve la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer, debemos recordar que la Palabra de Dios afirma con claridad que el marido es cabeza de la mujer. El apóstol Pablo instruyó a los corintios diciendo “quiero que sepan que la cabeza de todo hombre es Cristo, y la cabeza de la mujer es el hombre, y la cabeza de Cristo es Dios” (1Co 11:3). El término “cabeza” indica autoridad. Así como Cristo es cabeza de todo hombre, así también el hombre lo es de su esposa. Pablo explica en este pasaje cuál es el orden de autoridad que Dios ha diseñado y del cual los ángeles son testigos (1Co 11:10). El orden creador de Dios estableció cuáles son los roles y propósitos del hombre y la mujer en el matrimonio (1Co 11:7-9; Gn 2:21-24). El varón fue creado para guiar el hogar en sujeción a Dios. La mujer fue creada para ser ayuda idónea de su marido en sujeción a él.
Lo anterior, bien entendido, llevará a comprender que habla de guiar, no de ser autoritario. El autoritarismo es la expresión de un corazón pecaminoso y rebelde a Dios (Gn 3:16). La sabiduría divina radica en comprender cuál es nuestro rol como esposos.
La acción de un esposo sabio
Erróneamente, algunos hombres piensan que su rol les da licencia para tener actitudes dictatoriales frente a su esposa, exigencias sin ton ni son, las cuales son caprichos o imposiciones. La masculinidad bíblica nada tiene que ver con eso.
La responsabilidad del esposo consiste en guiar y liderar según Cristo. Esta dirección es impulsada por la obra del Espíritu Santo en la vida del creyente (Ef 5:18), y está motivada por la búsqueda del bienestar físico y espiritual de nuestra esposa. Se trata de un liderazgo que toma la iniciativa y asume el compromiso. Es responsable y no espera a que sea ella quien solucione los problemas. Es resolutivo, y no contencioso. Su objetivo es mucho más alto que simplemente llevarse bien. El esposo sabio busca la santificación de su esposa y su crecimiento espiritual por el conocimiento de la Palabra. Discierne lo que le purifica, y aparta sus pies de aquello que la contamina (Ef 5:27). No la expone al mal, sino que es cuidadoso con lo que ven, hacen o permiten en su hogar. Hace todo lo posible para mantener su santidad. Y, por tanto, no elude su deber de tomar buenas decisiones, incluyendo el consenso, y teniendo la disposición de admitir los errores y corregir lo necesario.
También, la responsabilidad del esposo consiste en proteger y sustentar según Cristo. Así como Él es el salvador del cuerpo (la iglesia), el marido es el protector de su esposa (Ef 5:23). Es quien debe proveerle ayuda y auxilio para su beneficio. Tal protección comprende lo emocional, y conlleva el trabajo de proveer financieramente para el hogar, de manera que ella pueda cumplir fielmente con sus funciones de esposa y madre, según Tito 2. Como maridos debemos sustentar y cuidar a nuestra esposa (Ef 5:29) proveyendo lo que sea bueno y necesario para el hogar. Este sustento no es exclusivamente material, sino también espiritual.
Además, el cuidado de un esposo sabio se muestra en su aprecio y ternura para con su cónyuge. Está dispuesto a consolar y arropar a su esposa en todo tiempo, como lo hace una madre con sus propios hijos (1Ts 2:7). No impone su autoridad, sino que es tierno y cuidadoso, proveyendo un entorno seguro y confortable para su familia. La sabiduría del esposo consiste en ejercer su rol como cabeza de su esposa proveyendo guía, protección, sustento y cuidado, como Cristo a Su iglesia.
El requisito de un esposo sabio
Todo lo dicho hasta ahora sería imposible de llevar a cabo si no fuera por la obra interna del Espíritu Santo. La función del esposo como cabeza de su mujer jamás será sabiamente ejercida si no es por medio del Espíritu Santo, quien produce el amor de Dios en los creyentes. Como dice el apóstol Pablo, “el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos fue dado” (Ro 5:5). Para poder ser un esposo sabio es imprescindible el haber sido salvo por la gracia de Dios mediante la fe en el Señor Jesucristo quien murió por nuestros pecados y resucitó al tercer día conforme a las Escrituras (Ef 2:8; 1Co 15:1-4). Solo así Dios nos da el Espíritu Santo para guiarnos, asistirnos y producir Su fruto en nosotros (Ef 1:13; Ga 5:16-24). Su fruto es la llave para una masculinidad sabia.
Cristo nos amó incondicionalmente. No esperó recibir nada a cambio. No lo hizo para obtener algo de nosotros o porque se sentía mejor a nuestro lado. Nos amó sin condiciones, y a pesar de lo que éramos (Ro. 5:8). De la misma manera, amamos sabiamente a nuestra esposa cuando no ponemos condiciones ni tenemos dobles intenciones. No esperamos a recibir su amor para darle el nuestro a cambio. No la amamos por lo que hace, sino porque es nuestra esposa.
Cristo nos amó exclusivamente. Su amor es exclusivo. No lo comparte con nadie más. Efesios 5:26 dice que Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella para “santificarla”, para apartarla para Sí mismo en exclusividad. Tiene un propósito para ella y lo cumplirá según Su promesa siendo fiel a ella. De la misma manera, amamos sabiamente a nuestra esposa cuando tenemos ojos solo para ella, como un tesoro escogido y apartado para nosotros. Nos dedicamos a ella, siendo fieles a nuestro pacto (Gn 2:24). Y encontramos en ella nuestra plena satisfacción en todo tiempo (Pro 5:18-19). El requisito del amor es ineludible para ser un esposo sabio. Así como Cristo y la iglesia, una esposa no es amada porque es hermosa, sino que es hermosa porque es amada.
Conclusión
Dios ha establecido y definido cuál ha de ser nuestro rol como esposos. Ahora la sabiduría consiste en llevar a cabo dicho papel por la gracia de Dios. No dejemos que la sociedad moldee nuestro pensamiento y modele nuestros matrimonios (Ro 12:2). Cuando torcemos y distorsionamos los roles del hombre y la mujer estamos atentando contra el evangelio de Cristo, porque Él puso la relación matrimonial como reflejo de Cristo y Su iglesia (Ef 5:24-25).