Ha vuelto a ocurrir. Un predicador popular dijo algo en un sermón, llegó a las redes sociales y mucha gente se molestó. Ocurre muy a menudo, ¿verdad? Rara vez presto atención a estas cosas y rara vez comento al respecto. Sin embargo, estoy haciendo una excepción con este último porque sospecho que muchas personas que lo vieron en su muro de Facebook están diciendo: “Espera un momento, ¿qué tiene de malo lo que dijo?”. Es una de esas cosas que está lo suficientemente cerca de la verdad como para ser confusa. Así que aprovechemos la oportunidad y consideremos cómo y por qué lo que dijo es problemático.
¿Qué fue lo que sucedió?
Permíteme proporcionarte algo de contexto: El verano pasado Steven Furtick predicó un sermón en Elevation Church basado en 1 Juan 4:7-12, titulado It Works Both Ways [Funciona en ambos sentidos]. Aunque el sermón duró 40 minutos y fue predicado en julio, recientemente compartió un extracto de dos minutos en Facebook. Es ese fragmento el que se ha difundido y comentado ampliamente. En él hace esta afirmación: “Dios quebrantó la ley por amor”. Dios nos dio una ley y, como gran muestra de Su amor, la quebrantó.
Furtick lo ilustra con el ejemplo de un niño que ha sufrido una terrible lesión tras caerse mientras trepaba en las barras. Como padre, coges a tu hijo, corres al coche y te diriges al hospital. De camino al hospital pasas por delante de señales que indican un límite de velocidad, pero por amor y preocupación por tu hijo las ignoras, infringiendo la ley por amor. La implicación es que infringes justamente la ley por amor. Furtick cambia entonces la ilustración de un padre terrenal a un Padre celestial:
Lo que verdaderamente provocará que tu corazón se vuelva hacia Dios no es simplemente escuchar Sus leyes, que, por cierto, fueron otorgadas para nuestro beneficio. Sin embargo, estas leyes resultaban insuficientes, ya que carecían de la influencia necesaria para guiar nuestras acciones hacia el cumplimiento de la ley. Así que lo que Dios hizo cuando envió a Su Hijo fue quebrantar la ley por amor. Y esta es la razón por la que nos emocionamos en la iglesia y se nos llenan los ojos de lágrimas cuando pensamos en Jesús, y es por eso que el evangelio sigue siendo una buena noticia en el mundo de hoy. Le dije a cada pecador: “Dios quebrantó la ley por amor”. Esto quiere decir que te recogió en Sus brazos, te está conduciendo en Su gracia, y que lo que la ley era impotente para hacer por causa de la naturaleza pecaminosa, Dios lo hizo enviando a Su Hijo a semejanza de un hombre pecador.
¿Quebrantó Dios la ley por amor?
Podría parecer que sí o que tenía que hacerlo. Después de todo, ha hecho justos a los pecadores ante un Dios santo. Ah, sí, pero no quebrantando la ley. El misterio de la cruz es cómo Dios pudo satisfacer las exigencias de la ley y al mismo tiempo ofrecía misericordia a los condenados por esa misma ley. El milagro de la cruz es que Dios hace esto: justifica a los pecadores cumpliendo todas las exigencias de la ley.
Cuando Furtick dice que Dios quebranta la ley, parece indicar que la forma en que Dios libera a las personas de las exigencias de la ley es quebrantándola, y utiliza la ilustración del padre y el hijo para demostrarlo. Pero aunque la ilustración es efectiva a nivel emocional, desde un punto de vista bíblico, más bien confunde en lugar de aclarar. En el caso del niño, él ha tenido un accidente inocente, pero nosotros hemos cometido voluntariamente traición cósmica contra nuestro rey divino; el niño está herido físicamente, pero nosotros estamos muertos espiritualmente. Y lo que es aún más importante, la ley de Dios no es un límite de velocidad, una lista de normas elaboradas para regir el comportamiento humano. Más bien, la ley es la revelación o manifestación de Dios de Su propio carácter. Para que Dios quebrante la ley, tendría que actuar en contra no solo de una norma, sino de Su propio carácter. Tendría que insistir en que es de una manera pero que actúa de otra. Dios no puede quebrantar la ley sin entrar en una autocontradicción imposible y absurda. De hecho, la ilustración contradice la verdad.
Aquí hay otro problema
Furtick quiere mostrar que Dios demuestra la magnitud de Su amor en Su disposición de quebrantar Su propia ley buena, como si Dios dijera: “Te amo tanto que quebrantaré Mi propia ley para salvarte”. Pero Dios puede dar, y lo hace, una demostración mucho mayor de Su amor: ¡Él cumple la ley! En la cruz Dios nos demuestra Su amor “en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Ro 5:8). Dios muestra la magnitud de Su amor no quebrantando la ley, sino satisfaciendo la ley. Y la satisface de la manera más dolorosa posible: cargando sobre Su propio Hijo todo el peso de nuestro pecado y derramando sobre Él Su ira. “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros y envió a Su Hijo como propiciación por nuestros pecados” (1Jn 4:10). Esto es lo que hace por nosotros. ¿Por qué? Porque así lo exige Su ley. Su ley, Su carácter justo y santo, exige que se satisfaga la justicia. “Enviando a Su propio Hijo en semejanza de carne de pecado y como ofrenda por el pecado, condenó al pecado en la carne, para que el requisito de la ley se cumpliera en nosotros” (Ro 8:3-4). La mayor expresión posible del amor de Dios no es quebrantar la ley, sino cumplirla. La cruz es la prueba definitiva de que Dios no quebranta la ley, sino que la cumple.
He aquí un último problema
Si Dios quebranta la ley, la ley sigue vigente porque no ha habido justicia, y esa es la peor noticia posible. Si la ley sigue en vigor, estoy condenado por ella y Dios es absolutamente malvado por prometer una esperanza falsa. Si he cometido un asesinato y un juez me dice que puedo salir libre de todos modos, sigo siendo culpable. Su decisión de quebrantar o eludir la ley no influye en mi culpabilidad o inocencia. Lo mismo debe ocurrir con Dios. En Romanos 3:30-31, Pablo explica que Dios no quebranta la ley (ni siquiera por amor) y lo hace con el lenguaje de “confirmar” y “anular”: “Dios justificará en virtud de la fe a los circuncisos y por medio de la fe a los incircuncisos.¿Anulamos entonces la ley por medio de la fe? ¡De ningún modo! Al contrario, confirmamos la ley”. Así pues, cuando Dios justifica al impío, no anula la ley ni encuentra una forma de eludirla. Al contrario, a través de la vida perfecta, la muerte sustitutiva y la resurrección victoriosa de Cristo, Dios confirma la ley. Cada pecado es pagado. Se hace justicia. La ley se ratifica. El Juez queda satisfecho. Aquellos que eran culpables son justa, verdadera y eternamente declarados inocentes cuando ponen su fe en Cristo.
¿Podría Dios quebrantar la ley? No, no podría ni se contradeciría a Sí mismo. ¿Necesita Dios quebrantar la ley para salvarnos? No, gracias a Dios, no necesita mostrar misericordia a expensas de la justicia. ¿Quebranta Dios la ley? No, hace algo mucho, mucho mejor. La ratifica mientras Cristo la cumple. En toda la tierra y el cielo, no hay una demostración de amor más grande que la de Dios al cumplir Su ley.
Considero que este artículo está completo, pero le añado un breve apéndice.
El Cristo completo
El libro de Sinclair Ferguson El Cristo completo, es relevante y útil para estos temas de amor, ley y evangelio. Señala el importante punto de que el antinomianismo (oponerse y rechazar la ley de Dios como hace Furtick aquí) es, de una manera extraña y paradójica, pero cierta, una expresión de legalismo (ganar tu justicia a través de la ley de Dios aparte de Cristo). Dice que son “gemelos no idénticos que surgen del mismo vientre”. Explica que “el antinomianismo y el legalismo no son tan antitéticos entre sí, sino que ambos son antitéticos a la gracia. Por eso la Escritura nunca prescribe uno como antídoto del otro. Más bien la gracia, la gracia de Dios en Cristo en nuestra unión con Cristo, es el antídoto para ambos”. Furtick quiere demostrar que el amor o evangelio es mucho más grande que la ley, pero se equivoca cuando los enfrenta.
¿Qué tienen de malo estos enfoques de legalismo y antinomianismo? Ambos “[separan] la ley de Dios de la persona de Dios”. Cada uno es “una visión distorsionada de Dios como el dador de Su ley”. “El amor es lo que manda la ley, y la ley es el cumplimiento del amor […] El amor requiere dirección y normas para operar. El amor debe ser encaminado, pero su dirección no debe ser interpretada de manera subjetiva”. Debemos tener cuidado de no poner nunca el amor de Dios en oposición a la ley de Dios. La ley es “santa y justa y buena” y “espiritual” (Ro 7:12, 14). El pecado es el problema (Ro 7:13), no la ley. Quizá puedas considerar esto como otra buena razón para añadir El Cristo completo a tu lista de lecturas.
Este artículo se publicó originalmente en Challies.