Cuando Dios abrió mis ojos para conocer las verdades de quién es Él y su plan de salvación, no tenía claridad de cómo ese conocimiento debía verse en mi forma de pensar, de actuar y de sentir, mucho menos en cómo mi familia sería moldeada por ello. En la medida que fui conociendo a Dios en Su Palabra aprendí cómo responder a quién es Él y Su obra. Lo cierto es que el evangelio de Cristo nos está transformando individualmente para vivir Sus verdades en nuestros hogares porque Dios también desea transformar a nuestra familia. Por eso, quiero compartirte cuatro verdades bíblicas acerca del significado de Dios para nuestras familias. Deseo que tu corazón sea exhortado a buscarlo más para vivir de la manera que Él nos ha llamado al lado de nuestros esposos, de nuestros hijos o de nuestros padres.
Dios es el fin principal
El Catecismo Menor de Westminster en su primera pregunta dice: «El fin principal de la existencia del hombre es glorificar a Dios, y gozar de Él para siempre». Como cristianas estamos llamadas a glorificar a Dios en todo lo que hacemos, no sólo los domingos en la iglesia; de manera que disfrutemos de Él en cada momento de nuestro día, y sea visible especialmente en el marco familiar, junto a quienes nos conocen y observan diariamente. Hace unos días, como parte de una tarea, leí el libro «El lugar más importante de la tierra» de Robert Wolgemuth quien hace esta pregunta: ¿Dios vive en tu hogar? Y si es así, ¿qué significa? Podríamos pensar que esta pregunta es como una lupa para ver cómo vivimos externamente, pero va más allá de lo que podemos ver. Esta pregunta apunta a nuestro corazón. ¿Deseo glorificarme o glorificar a Dios? ¿En qué me deleito más que en Dios? Preguntémonos: ¿Cómo reaccionamos en medio del sufrimiento? ¿Cómo respondemos cuando nuestro esposo e hijos pecan contra nosotras? ¿En dónde ponemos nuestra esperanza en momentos de incertidumbre o cansancio físico y mental? ¿Nuestros hijos nos ven leyendo la Biblia? ¿Tenemos tiempos de lectura y oración con ellos? ¿Qué nos escuchan decir de otros? ¿Nos pedimos perdón o admitimos que hemos fallado? Necesitamos recordar que somos de barro, que necesitamos del Señor para disfrutar de Él y glorificarlo en morir a nosotras para que Él crezca. Nuestras respuestas a estas preguntas son iluminadoras en cuánto a qué significa Dios para nosotras.
Dios es nuestra búsqueda y anhelo diario
Ahora bien, si Dios es nuestro fin y nuestro gozo, entonces la búsqueda y anhelo diario de Él, es el curso lógico que el Espíritu Santo va cultivando en nosotras mediante escuchamos la Palabra de Dios, oramos juntos, meditamos en Su Palabra, y caminamos en una vida de fe y arrepentimiento diario. De manera que nuestros hijos, esposo y padres vean el testimonio del mensaje que creemos y hablamos. Si Dios es nuestro máximo anhelo, lo buscaremos más, y nuestra familia lo verá en cómo estamos siendo transformadas por Él. Verdaderamente hacemos esto cuando buscamos Su gloria, que nos despoja de una vida centrada en nosotras para servir a los nuestros. Caminar con Dios es una relación diaria que se verá diferente en cada etapa de nuestras vidas, en medio de las dificultades que enfrentamos y enfrentaremos. Ellas nos recuerdan que nuestra búsqueda de felicidad, sentido, propósito y paz es Dios mismo… anhelar Sus palabras como la lámpara que son a nuestros pies y camino; pues definitivamente en nuestras fuerzas, no podríamos.
Dios es toda nuestra fuerza
La manera en la que Dios hace todo lo que hace y ha hecho es un misterio. Bien dijo el apóstol Pablo que sus caminos son inescrutables (Ro. 11:33b) y por ello, ¿Quién conocerá la mente del Señor para instruirlo? (1 Co. 2:16). Lo que sí sabemos es que Él nos despertó cuando estábamos muertas en nuestros delitos y pecados (Ef. 2:5), de otra manera, seguiríamos dormidas y muertas en ellos. Si Dios no es nuestra fuerza para transitar en este mundo caído, sería imposible glorificarlo y disfrutar de Él cada día junto a nuestras familias. Jesús dijo que apartados de Él nada podemos hacer (Jn. 15:5b), también dijo que el Espíritu Santo es nuestro Consolador, Ayudador y además quien nos transforma por medio de Su poder para ser como Cristo, nuestro Salvador. En la cotidianidad, o en el éxito, como en la dificultad con nuestra familia, necesitamos recordarnos unos a otros que podemos esforzarnos y actuar según Su Palabra porque somos conocidos por Él y nosotras lo conocemos. Él es nuestra fuerza y de Él dependemos porque en Él somos fuertes (2 Co. 12:10) a pesar de las circunstancias. Dios significa fortaleza para nosotras.
Dios es nuestro gran contentamiento
Nuestra unión con Cristo nos promete que estamos seguras en Él, y eso nos provee paz. Una paz que se convierte en la base de un contentamiento mayor a lo que obtenemos por las cosas creadas. El contentamiento dentro de nuestra familia no significa cero dificultades, tampoco es resignación sin esperanza; más bien, es descanso y confianza en Dios, según lo que Él permite y no permite, y lo que usa para pulir nuestras almas necesitadas. Cuando Dios te despoja de vivir para ti a través de conocerlo y disfrutarlo, vas madurando al despojarte de las quejas, del descontento, y empiezas a experimentar gozo en medio de la situación que tienes delante de ti. Puedes tener gran contentamiento en medio de la aflicción, la enfermedad, de un hijo que se ha ido, un esposo que ha fallecido, de la infertilidad, de una infidelidad, e incluso de la escasez, porque tu fin no es tener estas cosas o el resultado de ellas, sino primeramente tener a Dios en una relación diaria que te fortalece para pasar estas dificultades junto a tu familia.
¿Es Dios todo esto para ti y tu familia?
¿Qué significa Dios en tu familia? ¿Qué lugar tiene Dios en tu familia, y en tu corazón? Si aún no es así en tu familia, este artículo no es para condenarte, es un recordatorio de la abundante gracia que tienes para mostrar a tu Señor y Salvador en tu familia. De forma práctica, recuerda que la iglesia de Cristo está conformada por todos aquellos que han puesto su fe en Él. Así que, como una extensión de la Iglesia, reúne a tus hijos, a tus padres, una vez a la semana a leer la Palabra, pueden asignarse versículos a memorizar, exhortarse cada día con muestras de amor como palabras de ánimo, confesar pecado, abrazarse en medio del sufrimiento, escuchar alabanzas y cantarlas juntos, repasar un catecismo cristiano, y abrir las puertas de su hogar para que otros vean a Dios moviéndose en medio de ustedes. Pareciera una imagen utópica, sabemos que no será perfecta, pero al menos tenemos una imagen de lo que Dios nos ha llamado a ser: luz en medio de las tinieblas. Así que, trabajemos por construir hogares que iluminen nuestras comunidades para que vean nuestras obras redentoras y glorifiquen a nuestro Dios que está en los cielos (Mt. 5:14,16). Hermana, intencionalmente haz a Dios el fin de tu vida, vive para Él, ten contentamiento en Él para que los tuyos comprendan qué significa Dios para la familia, y juntos puedan glorificarlo para siempre.