Dios es amor. Nos encanta que Dios sea amor, la fuente inagotable de amor y que siempre actúa de forma amorosa. Incluso a los que rechazan la fe cristiana les fascina imaginar y creer en un Dios que es amor.
Sin embargo, Dios no es sólo amor. El Dios que ama, también debe odiar. El Dios que ama todo lo que es bueno, puro y santo, debe odiar todo lo que es malo, impuro y perverso. Y, como es de esperarse, la Biblia nos habla de muchas cosas que encienden la ira de Dios. A veces nos habla claramente, como en Proverbios 6:16: «Hay seis cosas que el Señor odia…» A veces nos habla de cosas que son una abominación para Él o que son detestables a sus ojos. Al compilar dichos elementos, llegamos a una lista de más de 40 cosas que Dios explícitamente odia. Varían desde prácticas sexuales aborrecibles hasta formas paganas de culto y actos de grave injusticia.
Hoy estoy iniciando una serie que examinará las cosas que Dios odia, porque lo que Dios odia, nosotros también debemos odiarlo. He dividido la lista de 40 cosas en 8 categorías. Comenzamos hoy con el odio de Dios a la idolatría.
Dios odia la idolatría
Dios creó a los seres humanos para ser adoradores. La pregunta no es «¿adoraremos?», sino «¿qué adoraremos?» Todos buscaremos algo como antídoto para nuestro vacío, nuestra insuficiencia. Todos buscaremos significado, sentirnos realizados y satisfechos. J.I. Packer lo dice así: «Es imposible no adorar nada: los humanos somos seres adoradores y si no adoramos al Dios que nos hizo, inevitablemente adoraremos a alguien o a algo más». Por supuesto, «la verdad es que nuestra realización suprema, como seres morales hechos a imagen de Dios, se encuentra y se expresa en la adoración activa de nuestro santo Creador». No es de extrañar que, en los 10 mandamientos, los tres primeros se enfoquen en la adoración adecuada a Dios.
Dios nos dice con absoluta claridad que odia la idolatría. Desprecia la adoración hacia cualquier cosa o persona que no sea Él. En Deuteronomio 7:25 le dice a su pueblo lo que debe hacer cuando encuentre ídolos extranjeros en la tierra a la que va a entrar: No sólo deben destruir los ídolos, sino incluso deshacerse de la materia prima profanada. «Las esculturas de sus dioses quemarás a fuego; no codiciarás la plata o el oro que las recubren, ni lo tomarás para ti, no sea que por ello caigas en un lazo, porque es abominación al Señor tu Dios». Si Dios odia a los ídolos, entonces por supuesto que odia la idolatría: la adoración de dioses falsos. En Jeremías 44:3, Él explica que el castigo ha caído sobre su pueblo «a causa de la maldad que ellos cometieron para provocarme a ira, quemando constantemente sacrificios y sirviendo a otros dioses que no habían conocido, ni ellos, ni vosotros, ni vuestros padres». Ellos ignoraron neciamente a sus profetas, que repetidamente pronunciaron esta advertencia divina: «No hagáis ahora esta cosa abominable que yo aborrezco».
La idolatría puede adoptar la forma de prácticas de adoración paganas, a las que Dios resalta especialmente su odio, diciendo que detesta las prácticas de adivinación, predicción de la suerte, hechicería, encantamiento, brujería, médium y la necromancia (Deuteronomio 18:10-12). También odia la astrología, la adoración del sol, la luna y las estrellas (Deuteronomio 17:3-4) y otras prácticas de adoración paganas como el sacrificio humano (Deuteronomio 18:10). El cuadro es claro. Dios revela a su pueblo a quién deben adorar y cómo deben adorarlo, y aborrece toda desviación de sus deseos divinos. Dios espera que su pueblo aborrezca la idolatría con su mismo grado de santa ira.
¿Por qué Dios odia la idolatría?
¿Por qué odia Dios la idolatría? Dios odia la idolatría porque es difamatoria pues hace afirmaciones falsas sobre su naturaleza y carácter. La idolatría proclama como verdades sobre Dios cosas que en realidad son falsas. Inevitablemente, recrea a Dios a imagen y semejanza del hombre, disminuyéndolo y vaciándolo de su santidad y de su trascendencia. Tozer lo dice bien: «Un dios engendrado en las sombras de un corazón caído, naturalmente, no será una verdadera semejanza del Dios verdadero». Este ídolo puede ser uno que podamos ver y tocar, un pedazo de piedra o un tronco de madera. Este ídolo puede ser algo inmaterial, pero placentero como el sexo o el dinero. Este ídolo puede ser incluso una adoración perversa de Dios mismo (ver Éxodo 32). Keller define un ídolo de esta manera:
Es algo que es más importante para ti que Dios, cualquier cosa que cautive tu corazón y tu imaginación más que Dios, cualquier cosa que esperes que te proporcione lo que solamente Dios puede darte… “Un ídolo es aquello que miras y dices, en el centro de tu corazón: ‘Si tengo eso, sentiré que mi vida tiene sentido, entonces sabré que tengo valor, entonces me sentiré significativo y seguro’” … Un ídolo, es algo tan central y esencial en tu vida que, si lo perdieras, tu vida se sentiría poco digna de ser vivida.
Dios odia a los ídolos porque hacen declaraciones falsas sobre él. También odia a los ídolos porque nos hacen daño, siendo nosotros los portadores de su imagen. Cuando buscamos ídolos, buscamos cosas que nunca pueden satisfacernos y dejamos de buscar la única cosa que puede aportar una satisfacción plena y permanente. Como dice Packer, «cuando el objeto al que rendimos homenaje es noble, la prestación del mismo es ennoblecedora; pero cuando los objetos del homenaje no son nobles, la prestación del mismo es degradante». Lo más degradante que podemos hacer como seres humanos es vivir nuestra vida en pos de dioses vacíos.
Sin duda habrás oído decir que el corazón es una fábrica de ídolos. La historia de la humanidad lo confirma. Y la realidad es que solo un momento de introspección honesta lo confirma. Todos somos idólatras. Como Dios, debemos despreciar la idolatría por lo que dice de Él y por lo que nos hace.
El juicio de Dios sobre los idólatras
Si Dios odia a los ídolos y a la idolatría, no debería sorprendernos saber que trata a los idólatras de la manera más dura. De hecho, según la ley del Antiguo Testamento, los que adoraban a dioses extranjeros debían ser condenados a muerte (véase Deuteronomio 13:10-11). En el Nuevo Testamento leemos algo aún más aterrador: «¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios» (1 Corintios 6:9-10). Los idólatras pierden la bendición de Dios y su lugar en su reino eterno. Su final es la condenación.
Esperanza para los idólatras
Dios odia los ídolos y la idolatría, pero aún hay buenas noticias para los idólatras. Sí 1 Corintios 6:9-10 proporciona la advertencia, el siguiente verso proporciona la esperanza: «Y esto erais algunos de vosotros; pero fuisteis lavados, pero fuisteis santificados, pero fuisteis justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios». Los miembros de esa iglesia habían sido antes idólatras. Habían adorado a dioses falsos, habían doblado la rodilla ante los ídolos. Sin embargo, Pablo podía decir que esto estaba en su pasado. Habían aprendido lo que todos nosotros debemos aprender: Cristo murió por los idólatras. Hay perdón para los idólatras si sólo adoramos a Dios Padre por medio de Cristo Jesús, su Hijo.
Pronto aprendemos que no basta con destruir un ídolo. Debemos reemplazarlo. Debemos reemplazar nuestra adoración a los dioses falsos con la adoración al Dios verdadero. Esto es lo que aquellos cristianos de Corinto habían hecho. Habían encontrado el evangelio de Jesucristo, habían puesto su fe en Él, habían recibido su perdón, habían sido habitados por su Espíritu. Dios te ofrece esa misma esperanza. «Por tanto, amados míos, huid de la idolatría» (1 Corintios 10:14). Huye de la idolatría huyendo a Cristo Jesús.
Versículos clave sobre la idolatría
Si quieres estudiar un poco más, aquí hay versículos clave sobre el odio de Dios a la idolatría.
Dios odia los ídolos e incluso los materiales utilizados para fabricarlos (Deuteronomio 7:25)
Dios odia la adoración del sol, la luna y las estrellas (Deuteronomio 17:3-4)
Dios odia los sacrificios humanos (Deuteronomio 18:10)
Dios odia la adivinación (Deuteronomio 18:10)
Dios odia contar la fortuna (Deuteronomio 18:10)
Dios odia la brujería (Deuteronomio 18:10)
Dios odia el encantamiento (Deuteronomio 18:11)
Dios odia la brujería (Deuteronomio 18:11)
Dios odia la canalización (Deuteronomio 18:11)
Dios odia la necromancia (Deuteronomio 18:11)
Dios odia la idolatría (Jeremías 44:2-4)
Dios exige que los idólatras sean condenados a muerte (Deuteronomio 13:10-11)
Dios nos manda huir de la idolatría (1 Corintios 10:14)
Dios ofrece perdón a los idólatras (1 Corintios 6:9-11)