[dropcap]N[/dropcap]adie esperaba que el Mesías viniera como vino. Sí, el pueblo sabía que en algún momento Dios iba a enviar un Salvador, pero es poco probable que esperaran que naciera de padres desconocidos y que entrara al mundo en un establo. Es poco probable que esperaran que su Mesías naciera en las circunstancias más bajas posibles. ¿Por qué era importante para los propósitos de Dios que Jesús naciera tan bajo? Hay muchas cosas que Dios pretendía enseñarnos mediante la vida de Jesús, y una de ellas es que la exaltación llega mediante la humillación. El camino para ser grande a los ojos de Dios es ser nada a los ojos de los demás. Las personas más grandiosas son las que se rebajan al máximo; y nadie podría rebajarse más que Jesús. Y por eso Jesús estuvo dispuesto a nacer del modo en que nació. Él vino a servir, y para él no había servicio demasiado bajo para realizarlo. Su nacimiento proporcionaría un atisbo de su vida entera, y una adecuada introducción al tipo de vida que iba a llevar. Considera estas palabras de un poco más adelante en la Biblia: No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos. Cada uno debe velar no solo por sus propios intereses, sino también por los intereses de los demás. La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús, quien, siendo por naturaleza Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse. Por el contrario, se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante a los seres humanos. Y, al manifestarse como hombre, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz! Por eso Dios lo exaltó hasta lo sumo y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que ante el nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre (Filipenses 2:3-11). ¿Lo ves? Jesús podría haber nacido de las personas más grandiosas en las circunstancias más grandiosas. Él no merecía menos. Pero él quería demostrar que el camino para ser grande a los ojos de Dios es rebajarse. Cuando Jesús era mayor, dijo: «El que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su servidor, y el que quiera ser el primero deberá ser esclavo de los demás; así como el Hijo del hombre no vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos» (Mateo 20:26-28). Jesús tenía todo el derecho a todo privilegio y toda comodidad. Pero los rechazó todos para poder servirnos. Él nos sirvió naciendo en este mundo. Nos sirvió viviendo una vida humilde en este mundo. Nos sirvió siendo crucificado y echado de este mundo. Mediante su nacimiento, su vida, y su muerte, demuestra que el camino para ser grande a los ojos de Dios es rebajarse, amar a los demás, servir a los demás, renunciar a la comodidad, renunciar a los privilegios, y hacerlo todo para la gloria de Dios.