Todas las mañanas en las calles de Niddrie, sin falta, veremos un flujo constante de personas pálidas, (muchos) desdentados, gente echada en la calle, gente desesperada arrastrándose como zombies para ir hasta su proveedor local y recoger su “prescripción”. Es una imagen deprimente. Una vez allí, algunos de ellos tendrán que beber su poción bajo la mirada atenta del proveedor (según las instrucciones legales) o se irán de regreso a su «hogar», con una bolsa de papel en mano para tomar lo que les han dado para ese día. La mayoría, si tienen suerte, lo harán en sus casas sin ser molestados por los depredadores que buscan robar sus medicamentos. Otros tendrán que pagar si tienen deudas pendientes y se pasarán el día con las manos vacías y temblando. Algunos han recogido los medicamentos para amigos y/o miembros de la familia que están demasiado golpeados, deprimidos o enfermos (o las tres cosas) como para salir de la casa. Es realmente trágico. Las estadísticas oficiales publicadas recientemente revelan que hubo 581 muertes relacionadas con la droga en Escocia en 2012, el segundo número más alto jamás registrado. No es sorprendente descubrir que el 41% de esas muertes estaban directamente relacionadas con el uso de metadona (la heroína y la morfina representaron el 38%). Increíblemente, por segundo año consecutivo, la medicación prescrita, destinada a tratar la adicción a las drogas, ha sido responsable de más muertes que la heroína. La idea original detrás del programa de metadona financiado por los contribuyentes era encontrar una manera más segura para los drogadictos de reducir la dependencia de las drogas de Clase A. Sin embargo, según un reciente artículo del Instituto Cristiano: “Se supone que reduce la dependencia de la heroína, pero los críticos dicen que los usuarios simplemente se ‘quedan atascados’ en la metadona. La revisión presidida por el Dr. Brian Kidd, un experto en adicciones, dice que encontraron poca evidencia de un ‘verdadero impulso’ de recuperación para los adictos que usan metadona”. Décadas de experiencia de primera mano de abuso de drogas en todas sus formas (en las calles y las prescritas), me han llevado, lamentablemente, a estar de acuerdo con la declaración anterior. La mayoría, si no todas, las personas con las que trabajamos y que tienen una receta con metadona tienen poca o ninguna motivación para dejarla. Algunos están tomando más de 100 ml por día, junto con Valium, otros medicamentos recetados y (con demasiada frecuencia) una combinación de drogas de la calle. Lo que descubrimos, en nuestra experiencia, es que la metadona también se utiliza como una forma de moneda de pago en la calle para todo tipo de transacciones de comida o de ropa. También se almacena y se utiliza como una excepción de intercambio con la heroína y/u otras drogas. Básicamente, sé de muy pocas personas que han conseguido quedar limpios utilizando metadona. David Liddell, director del Foro Escocés de Drogas dice: El alto nivel de muertes relacionadas con las drogas en Escocia pone de manifiesto la necesidad continua de reducir las muertes, especialmente entre los usuarios de opiáceos (heroína), que siguen siendo —por mucho— el grupo más propenso a morir por el consumo de drogas en Escocia. Una investigación del diario Times en el 2010 concluyó que los adictos estaban pidiendo al gobierno que los ayudara a bajar las drogas completamente en lugar de simplemente estacionarlos con el sustituto de la heroína. Una ex-adicta, Rosie, dijo a The Times que la metadona es «casi más venenoso que la misma heroína, no parece haber un final para dejar de utilizarla». Muchos de nuestros barrios marginales se están convirtiendo en una tierra desierta para la(s) generación(es) olvidada(s) que allí viven. Lo que fue tan gráficamente destacado en la película Trainspotting en la década de 1990 continúa destrozando la vida de miles de personas en todo el país. Entonces ¿cuál es la respuesta a nuestro creciente problema de drogas aquí en Escocia? Por supuesto, es sólo una vida vivida para la gloria de Dios que puede ofrecer cualquier tipo de esperanza o significado a cualquier persona, independientemente de la adicción a las drogas o no. Por supuesto, es solamente una vida entregada al señorío de Jesucristo como Salvador que resultará en la verdadera y continua libertad espiritual y física de cualquier forma de idolatría en nuestras vidas. Pero ¿es suficiente? ¿Es esto una especie de evangelio más teología? ¿No es Jesús suficiente para estas personas (de hecho, para cualquier pueblo)? Sí, Jesús es suficiente. Sí, el evangelio es el único poder en esta tierra (o en cualquier otro lugar) capaz de transformar completamente cualquier vida, no importa cuán baja sea. Pero los adictos necesitan una razón para salir de la cama. Necesitan un propósito. Muy a menudo carecen de ambición, no tienen sueños, carecen de motivación. Ellos carecen de apoyo sostenido y rendición de cuentas, carecen de una verdadera comunidad y sí, necesitan amor y simpatía. Pero también necesitan disciplina, necesitan ser empujados, necesitan establecer metas, necesitan conocer a toda una serie de personas nuevas que no conocen o que no se asocian con ellas a causa de las drogas. Necesitan la comunidad del pueblo de Dios, necesitan la iglesia, necesitan un discipulado diario y continuo. Muchas personas entran y salen de programas de rehabilitación patrocinados por el gobierno y, ya sea hombre o mujer, lo hacen con poco o ningún apoyo. Regresan a las comunidades que conocen. De vuelta a ver las mismas caras conocidas. Tal vez consigan alguna persona que les dé ayuda con las drogas, un asistente social o algún tipo de trabajador de apoyo por una o dos horas a la semana. Pero no es suficiente. Su médico de cabecera tiene poco más de 10-20 minutos por cita. Necesitan apoyo a largo plazo y sostenido, necesitan estar en una comunidad donde no sean el centro de atención, donde no sean los únicos con problemas, donde la vida no gire en torno a divertirlos o hacer que se sientan mejor. Necesitan aprender el auto-sacrificio, necesitan aprender la humildad, necesitan aprender a decir la verdad, necesitan aprender a servir, necesitan aprender todo esto en un ambiente seguro; y para que eso suceda, necesitan realmente ser parte de una comunidad. No podemos compartir nuestra fe y luego dejarlos colgados cuando se trata del arduo trabajo del discipulado. El gobierno se equivoca con respecto a nuestro problema con las drogas. No es sólo una cuestión social. También es espiritual. Sólo una vida transformada desde adentro por el Espíritu Santo de Dios puede producir un cambio duradero. La buena noticia de Jesús realmente es una buena noticia hoy porque cambia a la gente tan sobrenaturalmente de manera que nos deja rascándonos la cabeza. Sin embargo, muchas iglesias no lo tienen claro. Piensan que solo Jesús es la respuesta. Ellos “estacionan” a la gente con las buenas nuevas y luego fallan en dar seguimiento. O piensan que sólo unos pocos especialistas pueden manejar el problema de este tipo de discipulado. Pero debe ser un asunto comunitario. No hay entrenamiento que sea necesario para vivir como Dios quiere que vivamos. La gente necesita un cambio de corazón, necesitan esperanza, necesitan una razón para dejar las agujas. Tienen que querer dejar de anestesiarse a sí mismos. Ellos necesitan el evangelio de Jesucristo. Pero muchos programas de la iglesia son un poco como la metadona. Parecen buenos y ofrecen una pequeña ventana de respiro en un mundo caótico. Pero solo mantienen a la gente donde están. Les enseñan lo básico, pero no los mueven hacia delante. No los integran plenamente en la familia. No los mueven hacia adelante lo suficientemente rápido en el servicio. Por supuesto, no hay respuestas fáciles. Pero la iglesia local puede ser una herramienta poderosa en nuestro mundo destrozado y caótico si no solo sostenemos la luz del mundo, sino que también vivimos juntos en esa luz.